—Estimo que sería todo lo que una dama podría desear; es cierto, mi hija es mestiza, pero mi madre la educó muy bien; habla varios idiomas, sabe comportarse muy bien en sociedad, incluso estudió varias ciencias y toca el piano con gran belleza; así que creo que no lo pondría en una posición desfavorable. Sin embargo, yo no quiero apartarme de ella, es mi deseo recuperar el tiempo perdido. —Lo sé y tenga por seguro que tendrá todo el tiempo que sea necesario. Lo de la buena educación lo noté en su hablar y en su manera de conducirse. —Voy a dotarla, es lo menos que puedo hacer. —No estoy interesado en que la dote, la quiero es a ella. —¡Por supuesto, lo haré! —Si eso es lo que desea y le proporciona tranquilidad, hágalo; sin embargo, quiero dejar en claro que no estoy interesado; al hacer Estefanía, mi esposa, todo lo mío será de ella, eso quiero dejarlo muy en claro —nuevamente Rodolfo quedaba sin habla—. Antes de irme, se me ocurrió otra idea —Rodolfo me miró en silencio
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