—Ella… es, mi —un nudo en la garganta cortó mis palabras. —Si hija ella es Alba, tu madre. Una vez que quedó en estado de ti, me fui con ella y, al nacer, le ordené que hicieran ese retrato. — En la imagen se veía a mi padre junto a mi madre, ella me sostenía en brazos, estaba recién nacida; una imagen similar al cuadro de los padres de Arturo, aunque la de mis padres era más sencilla. —¿Esa niña soy yo? —Mi voz era quebrada. —Sí, eres tú —sus lágrimas también comenzaban a emerger. —Es muy hermosa mi mamá. Nunca la había presenciado… siempre intenté imaginarme su rostro, crear un retrato en mi cabeza con todo lo que me decían, pero no era suficiente. —Era una mujer hermosa, tanto por fuera como por dentro; no sabes cómo atesoré ese retrato, siempre está donde yo estoy; lo mandé a dibujar días después de que nacieras, quería que ese recuerdo se materializara… Era tan feliz Estefanía —, varias lágrimas recorrieron su rostro—. Al enterarme de que Alba te esperaba, aband
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