No aguantaba estar encerrado, siempre lograba que mi soledad se acentuara aún más. Pensé en ir a la cocina y tratar de ganarme la confianza de las criadas, pero ellas se habían distanciado de mí; era como si me rechazaran por el hecho de ser tratada diferente o quizás era por temor a que Mariana las reprendiera por tomarse confianzas conmigo, y a ese misterio aún no le encontraba respuesta, al igual que a las actitudes extrañas cuando veían al conde. Un espantoso trueno destruyó mis pensamientos, lo que me asustó. El retumbar sonaba diferente, trayendo conmigo el vago recuerdo de la noche en la que Edmundo me llevaba cautiva. Entonces, volví a sentir miedo y esa extraña sensación que me decía que debía marcharme de aquella mansión. Una vez más estaba sumida en mi abismo de tristeza. Aterrada, me asomé a la ventana para contemplar la noche, y entonces advertí a lo lejos a un jinete que se acercaba velozmente; cuando estuvo más cerca, noté que se trataba de Arturo, que llegaba de los b
PRELUDIO.Arturo.La noche envolvió completamente el cielo, y las criaturas nocturnas ya dejaban oír su canto. Me sentía mejor y en paz desde hacía tiempo, siendo protegido por la oscuridad; sin embargo, mi sed y hambre se volvían incontrolables, el dolor en mi cuerpo y debilidad ya se hacían muy evidentes; no quería que ella me viera de esa manera, esta vez no podría controlarme. ¡Debía hacerlo!Seguí cabalgando bajo la elegancia de la noche, los dulces y afrodisiacos olores de la sangre se mezclaban en el aire, yo podía intuirlos y diferenciarlos; los aromas eran diferentes, no todos podían entender a lo que me refería, pero no me gustaba beber de cualquier fuente, mis gustos tenían un matiz especial. En mi cabalgata pude sentir un aroma especial resaltando entre los demás, seguí su olor que me llevó a una de las barracas, me bajé del caballo y con el silencio que me caracterizaba, di con la dueña de aquella dulce fragancia; una muchacha de 16 años se encontraba afuera contemplando
—Se trata de su trabajo; sale muy temprano de madrugada antes de que el sol salga, Arturo es como su padre, trabaja sin descanso para aumentar sus riquezas —luego de aquella aclaratoria decidí no preguntar de nuevo, esa misma versión era la que lograba oír por boca de los empleados. —Es mejor que vayamos a dormir —dijo luego. —Tienes razón —le apoyé—. Y gracias por la conversación, me hizo bien.—De nada muchacha —me sonrío. Una vez que nos dispusimos a salir, Mariana quedó estática y un viento sobrecogedor entró repentinamente a la cocina, apagando las velas de los candelabros. El grave gemido del viento se convirtió en un canto fúnebre, erizándome la piel. Aquella escena la había experimentado antes, en algún momento y lugar que no recordaba. —Mariana, ¿te encuentras bien? —la toqué con rapidez, ella abrió los ojos y no sé si era producto de mi imaginación, pero sus ojos se veían más grises y el iris alrededor de las pupilas brillaban en un gris plomo muy intenso. —No me
Adrián.Una semana después. Oscuridad impenetrable… La peor forma de destruir a un hombre es obligarlo a vivir en un mundo de oscuridad, donde no solo está rodeado de tinieblas, sino también es sordo y mudo. ¿De qué me servía todo este poder y ser un centinela si no podía encontrarla a ella? Era como poseer toda la riqueza del mundo y, aun así, con todo ese oro, no poder curar una enfermedad, porque la riqueza no es garantía de que te puedas salvar. Mi desespero ya era crítico, sentía el bombardeo de mi sangre, quemarme las venas; así que decidí calmar la desesperanza de la manera más sencilla que los humanos conocían. Me dirigí a la taberna del pueblo para tomar una copa, necesitaba emborracharme por un rato y alejarme de la finca, olvidar los gritos de mi cabeza y de los miles de almas condenadas; necesitaba arrancar la cara malévola de mi madre, las imágenes de Alyan y su pasado, tratar de sobrellevar esto lo mejor posible. Por otro lado, Nahethis no había salido ileso, lo de
Arturo. —Conde, realmente me siento muy apenado por las actitudes de mi hijo. Adrián no es un mal muchacho, pero ha estado muy susceptible por lo sucedido con Estefanía. No ha sido fácil para ningún otro de los dos saberes que son hermanos. Él está realmente enamorado de su media hermana —la culpa de Rodolfo era genuina, le costaba trabajo expresar lo que sentía—. No quiero que crea que lo justifico, pero es la verdad. —Lo miré fijamente y, si de verdad quería seguir con la parodia, debía disimular muy bien mis emociones. Muchas mentes atentas se encontraban muy cerca de nosotros dos. —No se inquiete y agradezca que no soy un hombre rencoroso que se deja llevar por las pasiones, pero voy a atreverme a hacerle una pregunta. —¡Lo que quieras! —la pena del hombre era tan grande que accedió a todas mis peticiones y por su propio bien, era mejor que lo hiciera. —¿Adrián y Estefanía realmente son hermanos? ¿No existe posibilidad alguna de que no lo sean? —¡Absolutamente! Los d
—Estimo que sería todo lo que una dama podría desear; es cierto, mi hija es mestiza, pero mi madre la educó muy bien; habla varios idiomas, sabe comportarse muy bien en sociedad, incluso estudió varias ciencias y toca el piano con gran belleza; así que creo que no lo pondría en una posición desfavorable. Sin embargo, yo no quiero apartarme de ella, es mi deseo recuperar el tiempo perdido. —Lo sé y tenga por seguro que tendrá todo el tiempo que sea necesario. Lo de la buena educación lo noté en su hablar y en su manera de conducirse. —Voy a dotarla, es lo menos que puedo hacer. —No estoy interesado en que la dote, la quiero es a ella. —¡Por supuesto, lo haré! —Si eso es lo que desea y le proporciona tranquilidad, hágalo; sin embargo, quiero dejar en claro que no estoy interesado; al hacer Estefanía, mi esposa, todo lo mío será de ella, eso quiero dejarlo muy en claro —nuevamente Rodolfo quedaba sin habla—. Antes de irme, se me ocurrió otra idea —Rodolfo me miró en silencio
—Estefanía tienes una visita —rompió por fin el silencio mi acompañante, pero sus palabras me detuvieron en seco. —¿Cómo es que hay una visita? El conde me prometió que no le diría a nadie donde estoy. —Te prometió que no lo haría hasta que te mejoraras y estás bastante mejor. —¡No quiero ver a mi padre! —¿Quién afirmó que se trataba de él? —mi corazón comenzó a palpitar con rapidez cuando contemplé la posibilidad de que fuera Adrián quien me aguardaba fuera. —Mariana no tendré el valor de verlo… ¿Adrián me espera? —me entró una gran tristeza, Mariana me secó la primera lágrima que brotó. —En lugar de estar imaginando fantasmas, te recomiendo que vayas y lo descubras por ti misma. No puedes huir eternamente de tu pasado —seguidamente, posó su mano sobre mi cabeza y, al hacerlo, cerró sus ojos. Yo estaba tan nerviosa que no presté atención a aquella extraña actitud, aunque ya no me debería de sorprender. A veces Mariana era muy evasiva; lo malo es que, al retirar su
—Aunque estés muy agradecida, no es conveniente que te quedes aquí; debes estar junto a tu padre. —¿Y junto al hombre que amo y es mi pariente? ¿Cerca de la tentación? ¡No sé cómo reaccionaré si lo tengo cerca otra vez! —Mis palabras lo dejaron en silencio —Guillermo no sabes el bien que me ha hecho tu visita, pero necesito un favor; dile a Rodolfo que no insista, porque no pienso volver a la hacienda. —¿Qué vas a hacer cuando Adrián venga? Lo hará tarde o temprano —volvió a situarme en la realidad; aquella pregunta me dejó sin aliento, su solo nombre me perturbaba y sacarme de mí. —Entonces, rezo para que Dios me ayude —respondí con voz temblorosa; Guillermo me miró con angustia, sé que deseaba tomarme por un brazo y sacarme de ahí, ahora era yo quien posaba mis manos sobre su cara; él cerró los ojos ante el contacto. —No quiero que sufras por mí. —Eso no lo decides tú, y mi corazón ya está a tu entera disposición… Yo solo quiero que seas tú, desde que te vi mi destin