Todo había sido tan repentino, tan veloz, que poco tiempo dio de pensar con cabeza fría en lo que ambos decidieron emprender. Por un lado, Katherine nunca estuvo en la posición de la chica enamorada, que sería cortejada y pretendida por alguien más, bueno, a excepción de Christian, el hijo ladino y pretencioso de su padrino. En la niñez, él había sido un infame, siempre molestándola, metiéndola en cada lío y haciendo cualquier cosa para perturbarla en la escuela, que el hecho de que, de repente en la adolescencia, desarrollara una atracción perturbadora por ella, la descolocaba y hacía que lo aborreciera.En la fiesta de quince años de Katherine, a cuenta de ser el chambelán, pretendió excederse en sus pretensiones e intentó darle un beso, por bendita fortuna lo vio venir, por lo que sin dudarlo levantó su mano a tiempo para golpear con fuerza la mejilla del atrevido Christian delante de los invitados. Recordaba que la miró con rabia, tanta que pensó que la golpearía delante de la mul
Leer más