La volátil de Alicia no se apareció durante el tiempo que estuvieron en el comedor. Daniel dedujo que se debía a su atrevimiento la noche anterior. Antes quizás, hubiera disfrutado con la declaración de la muchacha, no obstante, existía un factor nuevo en la ecuación, que a la fuerza despejaba todos los demás, Katherine. Él no podía seguir tolerando las faltas sin fundamento cometidas por la joven sobre su esposa, menos cuando se atrevió por fin a desvelar sus sentimientos, a aceptarlos sin oportunidad al remordimiento.—¿Por qué tan pensativa? —Daniel preguntó al notarla un tanto sumida en cualquier entresijo que su mente hubiera encontrado—. ¿En qué piensas?—En nada.—Parecías muy concentrada como para estar pensando en… la nada.—Estaba… pensando en que debo ir a Valle de la Pascua… —tomó un poco del jugo de naranja y observó que sin decir nada, Daniel demandaba el motivo—. Necesito recoger algunos de mis libros de economía, que dejé en casa de mi papá y unos apuntes, mis cuaderno
El teléfono de la casa en la hacienda repicó incesante. Nadie contestó. Ivette no se detendría por eso, él había dicho como muchas otras veces, que no quería verla ni saber de ella. Pero ni aquellas veces, menos en ese entonces, sería definitivo.Estuvo jugando de manera arriesgada con fuego, apostando a no quemarse, apostando siempre a ganador.—¡No puede ser! —Enojada apretó el teléfono.Ella volvió a marcar un numero en su celular. »¡Maldita sea, no puede ser que no responda! Por favor, solo responde —suplicó.En la sala de su casa, Ileana observó el desespero en los gestos de su joven y testaruda hermana Ivette. Era tan hermosa como codiciosa, ese siempre fue su gran defecto, jamás pensó que al jugar terminaría perdiendo la cabeza por amor y deseando lo que ya no podía tener. Solo pudo negar con la cabeza. Pensando que, no fue buena idea el haberle dicho sobre el matrimonio repentino de Daniel. Hasta entonces, ignoraban la existencia de la joven, más que el de ser una belleza alg
—¿Tu padre te envió allí siendo tan niño?—Sí —el confirmó asintiendo—. Mi padre había enviudado entonces, y no podía lidiar con su hijo. —Soltó un respiro, dejando ver lo afectado que se encontraba.—Lo siento, no quiero que te sientas obligado a hablar de ello.—Tranquila, Ángel. —Él tomó su mano y la besó con sutileza—. Eso pasó hace mucho tiempo.—¿A qué edad murió tu madre? —Quiso saber, se estaba interesando mucho. Pero tras esa conversación se dio cuenta de que no sabía nada de la vida de Daniel—. Una vez más me disculpo, porque no sé si estoy pecando de indiscreta.—Los padres no siempre son lo que queremos —él acotó—. Mi madre murió en un accidente el día de mi cumpleaños, el dieciocho de agosto del noventa y nueve, tenía treinta y un años y es esa la razón por la que no celebro mi cumpleaños —le informó con dolor contenido.—Disculpa. No quería hacerte sentir triste. No sabía que coincidiera con tu cumpleaños —confesó apenada.—Es bueno que sepas de mi vida, al igual que yo
Daniel se encontraba ansioso de poder llevar su plan sorpresa lo más rápido posible. Sus manos al igual que su sangre ardían por sentir a su esposa piel con piel. Sabía de la fuerza del deseo, de la lujuria y el placer del acto sexual. Sin embargo, desde que ella se metiera en su cabeza y en su corazón, no anhelaba más nada que amarla, su cuerpo y sus deseos primitivos no respondían ante cualquier cuerpo de mujer. Solo ella lo tentaba con esa intensidad que lo esclavizaba.—Mientras vas haciendo tus trámites de la universidad, iré a la agropecuaria, haré unos encargos para la hacienda y vuelvo por ti… ¿Estás de acuerdo? —Daniel se detuvo frente a la universidad para dejar a Katherine.—Está bien, quizá me tarde un poco más y me encuentre con unos compañeros, así que no estaré tan sola —respondió ella con franqueza.Daniel escrutó su rostro antes de decir algo más. —Y… ¿Habrá muchos compañeros del género masculino por los que deba estar preocupado? —preguntó con un fallido intento des
Cuarenta y cinco minutos más tarde, solo quedaban Marian y Katherine, Diego, un amigo de ambas, se había llevado a Florencia, según él, para evitar un «escenario sangriento».—Ha sido muy sabio de parte de Diego llevarse a la Florencia. ¡Dios! Te juro que, si no la golpeabas tú, lo hacía yo —Marian agregó haciendo que se disolviera la tensión.—No te preocupes, la verdad es que por muy molesta que resultara, tenía razón en algunas cosas.—A ver, Katherine. ¡Qué razón, ni qué nada! Eres una mujer bella, inteligente y muy independiente, además de testaruda. Pero posees cualidades, que quizá, tu Daniel no había encontrado en aquellos romances eventuales. Contigo se casó, con las otras no lo pensó… Bueno, sí con una, sin embargo, no se consolidó como tal —acotó.Katherine asintió. Ambas llegaron a la entrada principal de la universidad, cuando un carro se detuvo frente a ellas.—¿Las llevo? —El joven sonreía dentro del carro.—Marcelo desaparece. Ahora no estamos para tus tonterías. Si te
Todos rieron, a decir verdad, la reacción de ellos al saberla casada, era de esperarse. Solo Daniel, la nana, su padre y ella sabían en realidad que se impuso ante tan repentina decisión. Ella no conocía a Daniel, más allá de lo que el resto parecía conocer, que era un patán, soez, truhan, incitador de las féminas y que solía tener relaciones de vaivén. Aún para ella era algo irrisorio.Entre las noticias, lo molesto de dar explicaciones y la inusitada pregunta de Marian, no se había percatado de la camioneta estacionada al frente. Hizo gala de toda sobriedad, para no desvanecerse. No había pasado ni una hora de estar lejos de su presencia y, sin embargo, experimentaba la ansiedad y ese terrible hormigueo estremecedor recorriendo todo su cuerpo. Su corazón latía, tal cual estuviera en una maratón. Entonces lo miró a él, como todo observador, calmado y sereno, y por completo inexpresivo con las manos dentro de los bolsillos del pantalón. Esperó a que el emitiera algún gesto. No lo hizo
Tenía que deshacerse de los miedos antes de que se arruinara lo que aún no comenzaba. ¿Pero entonces, a qué se debía ese miedo arropando su interior? ¿Por qué sentía el aire comprimido en sus pulmones? ¿Y aquel vacío como presagio, azotando su corazón? Si todo aquello tenía que ver con estar enamorada. Entonces de nada sirvió leer tantos libros que hablaban del amor, los obstáculos que yacían en el camino de este y como era superado por sus personajes, porque en la vida real, todo resultaba más intenso y el tiempo pasaba con lentitud, se vivía el amor de un modo intenso y con zozobras. No todo puede ser perfección. —Llegaremos a buena hora a Barcelona, allá almorzaremos en lo que esperamos el vuelo —anunció él con una sonrisa relajada. —¿Barcelona? ¿Avión? —Una asombrada Katherine preguntó. —No le tendrás miedo a los aviones, también, ¿o sí? El tono burlón que empleó, no le pareció tan gracioso a Katherine quien contraatacó diciendo: —¡Qué gracioso! Fíjate, no sabía que lo hacía
Lograron llegar con tiempo de sobra a Barcelona, como vaticinó Daniel. Tras haber almorzado, se dirigieron a un estacionamiento privado para dejar la camioneta durante el fin de semana. Katherine había mencionado que, si tenía asegurado el carro por si se daba cualquier percance. Él la tranquilizó al decirle que todo estaba en orden.El viaje en avión hacia la Isla de Margarita tardaría escasos quince minutos.Pronto la brisa marítima les daba una calurosa bienvenida. Katherine fue consciente de que, gracias a la escueta información de Daniel, no empacó ropa debida. Los jeans, suéteres y camisas poco podían hacer en aquel ambiente. Sabía que iba a sudar tanto, que lo que más querría sería estar en franelillas y pantalones cortos.Daniel percibió la diatriba que ella se planteaba y que reflejada en su rostro.—¿Sucede algo? —inquirió acercándose hasta acariciar sus facciones.—¿No crees que debiste decirme, adónde me traerías? —acusó enfurruñada.—Entonces no hubiera sido una sorpresa,