Capítulo 3. Recuerdos.
La lluvia caía y golpeaba contra las ventanas de cristal opaco. En un puro nervio, mordía mi labio inferior y rebotaba uno de mis pies contra el suelo. La espera me estaba matando y solo habían pasado, según mi reloj, unos dos minutos de los cinco que deben esperarse.—Diosito, que sea negativo, por favor —ruego, porque en estos momentos no estamos en condiciones de mantener un embarazo y menos, todo lo que conlleva un bebé. Cae un relámpago y la luz, más el potente trueno que se escucha al instante, me hacen brincar del susto. Doy vueltas en el lugar, con mis brazos cruzados a la altura del pecho, pidiendo una y otra vez que mi atraso solo sea por el estrés de todos estos meses pasados. Vuelvo a mirar mi reloj y ya dieron cinco, con el corazón a tope en mi garganta, ahora dudo para ir hasta el baño y ver de una vez el resultado. Muerdo el interior
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