Cala había esperado hasta que toda la guarida quedó en silencio. Luego contuvo la respiración y, con todo el sigilo que pudo, salió de la cueva y se adentró en el bosque.Aún era de noche y hacía frío. Se abrazó a sí misma, trató de ahuyentar sus temores y, luego, salió corriendo hacia la cabaña del guardabosques. No había luna y el camino estaba oscuro, demasiado para sus ojos humanos, pero nada podría detenerla. Sabía que lo que estaba haciendo no iba a hacer otra cosa más que enfadar aún más al clan, pero sentía la necesidad de hablar con Manuel, y pensó que si había conseguido ser valiente y confesar lo que sentía hacia Yuma, podría soportar una regañina más.Las palabras de Léndula retumbaban en su cabeza. La había rechazado como hija, pero Cala estaba segura de que era u
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