Por la mañana, los estudiantes acudieron a clase como todos los días, dejaron sus mochilas en las taquillas pertinentes, y se fueron a sus aulas hablando como de costumbre. Dentro del aula, sus maestros, cerraron las puertas y les explicaron que no podían salir al pasillo en las próximas horas; en ese preciso instante se estaba produciendo una redada. Había policías registrando cada rincón, cada aula, y cuándo les llegara el turno, también les harían mostrar las pertenencias que tuvieran en los bolsillos y mochilas. Seguirían con las clases hasta que le llegara el turno a la clase de ser registrada.Muchos alumnos creían que era una broma, pero cuando escucharon a los agentes en los pasillos, sus rostros se tiñeron de color ceniza. Aquello parecía una película, una historia que alguien cuenta que le ocurrió a otra persona, que conoció a alguien, que dijo que. Hasta los más gamberros intentaron pasar desapercibidos, no fueran a llevarlos presos por el paquete de cigarrillos y las cervez
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