6. Luna llena
Amelia no se quitaba las manos del vientre intentando sentir a su bebé en constante movimiento. Estaba llena de miedo, no quería perder a su hijo sin haberlo conocido.La preocupación carcomía su tranquilidad, el camino al hospital se le hizo eterno y por más que lo intentaba no dejaba de llorar. Las palabras de sus amigas no lograban aplacar la angustia que se había adueñado de ella, entró caminando muy despacio al auto y cada mal movimiento le parecía gravísimo, se bajó con el mismo cuidado y pidió que la llevarán en silla de ruedas hasta el segundo piso. Quizá exageraba, pero nada le importaba más que salvar a su bebé.En cuanto la obstetra la vio llegar, decidió atenderla. Sus amigas pasaron con ella al respectivo consultorio.—No es tan grave —dijo la doctora después de revisarla—. El bebé está en perf
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