Amelia estaba temblando de miedo cuando terminó de contarle a sus amigas lo que había sucedido. Ellas se acercaron y la abrazaron «No hay mal que un abrazo no cure» solía decir Amelia, pero esta vez era diferente.
—¿Cómo viviré con los recuerdos? —pensó en voz alta.
—Hay amiga —se lamentó Perla.
—¿Pues cómo va a ser? —preguntó Rubí—. Normal, lo afrontas y ya. Si tienes que buscar ayuda profesional, pues la buscas.
—En tus labios suena tan sencillo —se quejó Amelia.
—No lo estoy viviendo en carne propia, pero me duele saber que le pasó a una de mis hermanas y justo por eso quiero que seas fuerte.
—Yo también las considero mis hermanas ¿Saben?
—No estás sola. Aquí estamos para ti.
Amelia recibió castigo por parte de sus jefes consecuencia de lo mal que estuvo durante la última presentación, a ella le benefició mucho ya que no quería tener contacto con las personas. Le daba pánico salir a la calle; lo que le había sucedido la hacía sentirse sucia y mala mujer. Pensaba que la gente llegaría a señalarla como la culpable y lo peor es que no tenía ni idea de cómo iba a actuar ante los ojos de Bruno. Sabía perfectamente que él no había desaparecido de la faz de la tierra y quién sabe con qué chantaje podría resultarle después de lo que le hizo.
Amelia no entendía porque le había sucedido a ella, se sentía sola, se sentía confundida. Estaba cansada de pensar en lo mismo una y otra vez, en algunas ocasiones le daban ganas de olvidarse de todo, incluso había instantes en los que no deseaba vivir. No era fácil mirar al cielo y dejarse atacar por aquella noche, su mente no la dejaba en paz y los recuerdos peor.
La vida había cambiado para ella, sentía que su mundo se estaba desmoronando bajo sus pies y que se estaba enterrando con sus miedos y angustias. Durante los siguientes días Amelia se dedicó a estar bien con ella misma, no quiso acudir a ningún centro asistencial y tampoco buscó ayuda profesional, decidió que era lo suficiente fuerte para enfrentar lo que le estaba sucediendo. Lloró, lloró más de una vez y se quebró como nunca antes lo hizo «Las lágrimas cauterizan las heridas del alma.»
Después de un par de semanas, de su herida quedaba muy poco y era momento de volver. Tenía que dar una presentación en un club de beneficio social al que sus jefes estaban invitados, no era obligatorio, aquel evento no formaba parte de su contrato, pero el pago era bueno y lo iba a recibir en el mismo instante. Tenía terror de aparecer frente a la gente y que se dieran cuenta de lo que le había sucedido, al mismo tiempo pensó que tenía que enfrentar su realidad. Así que aceptó.
—Pero miren quien volvió —dijo Rita.
—¿Me extrañaste? —preguntó Amelia.
—Pero ¿Qué te hiciste? —cuestionaron varias de sus compañeras.
Amelia se desubicó, fue como si notaran lo que le había sucedido, pero en el mismo instante cayó en cuenta que se referían a su cambio de look.
—Es solo un nuevo corte —respondió—. ¿Les gusta?
—Te ves divina —dijo una de ellas.
—En realidad siempre estás preciosa —agregó otra.
—Será por eso que todos se la quieren coger —replicó Rita.
Aquello último le trajo duros recuerdos; ¿Cómo era posible que ser una mujer hermosa le causara tantos problemas? Tenía que luchar con el morbo de los hombres, con la crueldad de un animal y con la envidia de otras mujeres.
—Créeme que, si se pudiera regalar la belleza, te la habría entregado hace mucho, ser bonita físicamente no es algo de lo que me sienta orgullosa, al contrario, me hace infeliz.
—No hables así —pidió una de sus compañeras.
—Bueno ya dejen el drama —les dijo su coreógrafa—. En unos minutos salen a escenario —agregó.
Cuando estaba a punto de salir se fijó en la muñeca de Rita; ella llevaba puesta la pulsera que Bruno le ofreció días atrás.
—¿De dónde sacaste esa pulsera? —le preguntó sujetándola del brazo antes de que saliera.
—No eres la única con admiradores adinerados —respondió y se marchó.
Amelia se quedó pensativa. «¿Será la nueva víctima de Bruno? ¿Será que ella sabe lo que ese malvado me hizo?» Muchas preguntas se le vinieron a la cabeza, pero por ahora tenía que omitir todos sus pensamientos y concentrarse en el evento.
Cuando subió al escenario varios de los ahí presentes aplaudieron, sentirse importante para el público la inspiró. Al inicio de la melodía su danza fue suave y apagada, pero en cuanto llegó al coro comenzó a moverse por todo el escenario dando saltos limpios y perfectos, se olvidó de todo y dejó salir el dolor en cada paso, en cada movimiento, en cada salto y en cada gesto que hacía. «Cuando el dolor se convierte en arte, te cura» pensó Amelia y siguió danzando como solo ella sabía hacerlo; con entrega y con pasión.
Cuando todo terminó Amelia y sus compañeras fueron a la habitación de vestuario. Un enorme arreglo de cien rosas rojas esperaba por su dueña.
—¡Es hermoso! —exclamó alguien.
Amelia se hizo la desentendida y ni le prestó atención al detalle. Muchos pensamientos absurdos llegaron a su cabeza.
—¿Qué pretende ese hombre? —se preguntó en vos baja.
—Pues conquistarte —respondió alguien que estaba junto a ella.
—Tiene tarjeta, anda léela —sugirió otra de ellas.
—No me interesa —dijo Amelia.
—¿La leo por ti? —preguntó una de sus compañeras.
—Haz lo que desees —contestó.
Una de las jovencitas abrió el pequeño sobre y sacó la nota. La extendió y leyó en silencio.
—Vaya que sorpresa —comentó—. No es para ti —le dijo a Amelia.
—Gracias al cielo —expresó.
—Es para Rita.
Rita se emocionó y corrió para apreciar la belleza de aquel ramo, se tomó fotografías en todos los perfiles y eligió las mejores para presumir en sus redes.
—Ya pasaste de moda cariño —dijo Rita, refiriéndose a Amelia.
Amelia sonrió y siguió en lo suyo. No tenía importancia aquel tonto comentario, solo ella sabía lo caro que había pagado todos los detalles recibidos antes.
Amelia estaba segura que su retraso era simplemente cuestión de nervios y estrés. Su periodo nunca fue regular así que esperar unos días más, no era algo que provocara miedo en ella.Al paso de unas semanas fue a hacerse una prueba de embarazo en sangre para poder salir de las dudas, aunque evidentemente esta ya no era necesaria. Las náuseas matutinas se hicieron presentes, comenzó a sentir cansancio y apetito fuera de lo normal. Pensó que se trataba de algo psicológico así que decidió que dejaría de pensar cosas que ni al caso y no le comentó a nadie sobre lo que estaba pasando ni siquiera a sus dos mejores amigas. Cualquiera que fuera el resultado no quería compartirlo todavía. Estaba tan confundida que ni siquiera ella sabía lo que tenía que hacer.Cuando fue por los resultados no abrió el sobre, no estaba preparada para confirmar lo que sosp
Amelia no se quitaba las manos del vientre intentando sentir a su bebé en constante movimiento. Estaba llena de miedo, no quería perder a su hijo sin haberlo conocido.La preocupación carcomía su tranquilidad, el camino al hospital se le hizo eterno y por más que lo intentaba no dejaba de llorar. Las palabras de sus amigas no lograban aplacar la angustia que se había adueñado de ella, entró caminando muy despacio al auto y cada mal movimiento le parecía gravísimo, se bajó con el mismo cuidado y pidió que la llevarán en silla de ruedas hasta el segundo piso. Quizá exageraba, pero nada le importaba más que salvar a su bebé.En cuanto la obstetra la vio llegar, decidió atenderla. Sus amigas pasaron con ella al respectivo consultorio.—No es tan grave —dijo la doctora después de revisarla—. El bebé está en perf
Mateo cumplió el primer mes de haber nacido, era un niño afortunado, sin duda lo era. Tenía unas tías locas que lo adoraban y una madre que daba la vida por él, pese a su situación lo único que deseaba era llenar de amor a su pequeño y cuidarlo por el resto de sus días. Lo demás salía sobrando.Desde que Amelia dejó su trabajo como bailarina de ballet en uno de los teatros más importantes de la cuidad pasaron muchas cosas de las que no tenía detalles. Perla y Rubí eran dos mujeres muy alejadas al entorno en el que se manejaba Amelia, así que no era de extrañarse que no pudieran brindarle información suficiente de lo que había sucedido allá afuera mientras ella pasó los últimos meses en reposo absoluto para que su hijo naciera a término.Para celebrar el primer mes de vida de Mateo, Amelia quiso salir a dar un p
Después de varias semanas y de hacer las averiguaciones correspondientes, Bruno confirmó que era el padre de Mateo.—Maldita perra ¿Cómo fue capaz de ocultarme un hijo a mí? —preguntaba molesto.—A lo mejor fue por miedo —respondió John, mano derecha y hombre de confianza de Bruno.—Como sea, sabes que Rita no puede enterarse que ese niño es mi hijo. Es más, nadie puede saber que lo es.—Comprendo jefe. ¿Qué piensa hacer al respecto?—Llevarlo lejos, dónde nadie sepa que existe —dijo esbozando una sonrisa maliciosa.—Eso es secuestro —replicó John al mismo tiempo que se llevaba una botella de cerveza a la boca.—Claro que no, es mi hijo. Forzaré la patria potestad a mi favor sin que nadie se involucre —explicó—. ¿Además tú crees que te he in
Amelia sintió que le arrancaron una parte del corazón, le dolía no tener a su hijo con ella. No comprendía nada de lo que estaba sucediendo. Buscó en todos los lugares que se le pudieran ocurrir y no encontró una sola pista que la llevara hasta el paradero de su bebé.De lo único que estaba segura era que quien había sido capaz de separarlos tenía que pagar y de eso se iba a encargar ella, personalmente.Con el extravío de Mateo la obligaron a ser otra, nunca había sentido tanto odio por la gente, pero ahora habían despertado en ella una parte que no tenía idea que existía dentro de su cuerpo. Aquella fuerza interior le hacía tener los peores pensamientos que nunca imaginó tener.Después de darle muchas vueltas al asunto pensó en Bruno como el posible autor de lo que estaba sucediendo y tuvo muchas ganas de asesinarlo con sus propi
«La señorita Amelia Fiore Altamar es encontrada culpable y se condena a cadena perpetua por el asesinato del menor Mateo Fiore Altamar»Las palabras del juez resonaron en la cabeza de Amelia, otra vez el destino le jugaba una muy mala broma, broma que tenía autor y el mismo se había encargado de colocar cada pieza en el lugar correcto para que ella fuera encerrada por siempre en una cárcel.Algunas semanas antes.Amelia fue detenida como sospechosa por el posible asesinato de su primogénito. Después de verla actuar tan fría y tan seca en cuanto al supuesto secuestro de su hijo las personas comenzaron a lanzar rumores sobre que posiblemente ella estaba loca, en su mayoría la gente no había visto a Amelia embarazada y tampoco la vieron con ningún recién nacido. Decían que era cuestión de querer llamar la atención, que siempre la habían sentido extra
Amelia había visto la vida de muchas personas en la cárcel a través de una pantalla; en las telenovelas talvez, incluso en el noticiero, pero nada era como vivirlo en carne propia. A través de la pantalla hasta se veía como le colocaban un montón de filtros a la realidad. Cuando ella llegó a aquel lugar pensó que no iba a sobrevivir un tan solo día.Fue asignada a una celda dónde estaría en compañía en una mujer mayor, desde que llegó se acomodó en el camarote en la parte de arriba y no se bajó durante el resto del día; no hizo más que llorar, llorar y llorar.La leona; seudónimo de la compañera de Amelia sintió un poco de pena por ella. Verla llegar en aquel estado le hizo recordar su duro pasado y los primeros días vividos en una prisión. A pesar de no saber nada de la nueva, la leona le llevó un poco
Ágata era diferente de Amelia, era como su parte opuesta, su lado contrario. Era como la otra cara de la moneda. Amelia era noble, buena, dulce, inteligente, pero ingenua. Ágata era despiadada, vengativa, cruel, inteligente y cautelosa. Ambas habitaban en el mismo cuerpo, pero Amelia tenía que descansar porque no era tan fuerte como Ágata, al menos no para sobrevivir en una prisión por tanto tiempo.Amelia pronto se dio por vencida ante la búsqueda de su hijo incluso renunció a su propia libertad.Ágata estaba segura que un día volvería a ver a Mateo y por él haría hasta lo imposible por salir pronto de aquella prisión, las injusticias existen y la justicia también y ella tenía la convicción de que en algún momento todo se resolvería a su favor.Cada día vivido en total encierro se lamentaba por lo que había sucedido, se pre