CAPÍTULO 6. DESCUBIERTOS
Estaba feliz, sonreía complacido de haberla identificado, porque definitivamente Tabata era la mujer perfecta para mí, justo como la había imaginado, no podía haber escogido mejor, la quería en mi vida. No perdería oportunidad en tenerla, porque yo lo deseado lo obtenía y esta mujer se me antojaba, así de simple. Ella era muy sensible a mis caricias, se derretía en mis brazos, como un cubo de hielo con lo caliente del sol. Era ingenua, no obstante, a la vez es atrevida, esa combinación era enloquecedora. Quería más de Tabata, friccioné con mayor ímpetu mi sexo contra su pelvis, mientras ella mantenía los ojos cerrados, jadeando totalmente subyugada a mí, abierta a todos mis deseos, a todo cuanto quisiera hacerle. Despegué un poco el torso de su cuerpo para observarla, divisé esos atractivos senos, vo
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