No pude evitar observar a mi amigo con enfado, en ese momento entendí el contenido de la frase “La confianza da asco” en definitiva era así, porque eso estaba sucediendo Quién carajo se creía, para venir a darme ultimátum a mí. Me importaba un carajo el enamoramiento de Becca para conmigo, ella servía de amante, jamás de esposa, estaba sub calificada para ese puesto, mi esposa debía ser una mujer como Tabata, eso estaba decidido, no admitía ninguna discusión. Así se lo dejé claro.
—Déjame dejarte algo claro Jacco, aunque no tengo porque darte explicaciones lo haré solo por esta vez. No amo a tu hermana, si ella me ama es un sentimiento unilateral, solo de su parte, porque no tengo ningún otro interés en Becca, sino sexual, aunque si te soy sincero ya ni eso provoca.
»Además no puedes llam
Cuando escuchamos la voz de mi padre ambos dimos un brinco. Yo estaba demasiado nerviosa, mis piernas comenzaron a temblar, estuve a punto de desmayarme, si no es por los brazos de Enrico, quien me sujetó y susurró al oído, brindándome tranquilidad. —Tranquila, no tengas miedo, déjame a mí hablar con tu padre para explicarle —pronunció en un tono de voz ronca, la cual me hizo sentir un hormigueo en todo el cuerpo. Me quedé parada a un lado de Enrico, mientras este conversaba con mi padre. —Buenas tardes, señor, mucho gusto, soy Enrico Colombo, el jefe de su hija —manifestó extendiendo su mano. Él se quedó viéndola como si se tratara de una alimaña venenosa, eso me hizo sentir un tanto avergonzada. —No tengo el mínimo interés en conocerlo, solo quiero una explicación: ¿Qué hace con mi hija? Es usted un hombre hecho y derecho, en cambio Tabata es apenas una jovencita. No sé cuáles sean su
Con mi rodilla en el suelo, al mejor estilo romántico le pedí se casará conmigo, mientras ella me observaba con sus ojos abiertos de par en par por la sorpresa, estaba seguro de su respuesta, jamás se negaría a mi petición. Durante estas tres semanas la había aprendido a conocer, sé cuánto le encantaban esas tonterías románticas, era una chica ingenua aún creía en príncipes azules, en finales felices. Como ella me encantaba, estaba dispuesto a hacer todo eso para conquistarla.Tabata se levantó de su asiento, corrió a abrazarme. Yo me levanté del suelo, la alcé fundiéndome en un profundo beso, enseguida sentí mi pene erguirse deseoso por estar con ella, había aguantado demasiado, eran tres semanas de abstinencia intentado estar con un par de mis amantes, aunque, sus atributos no lograron ni siquiera excitarme, solo qu
CAPÍTULO 10. ANILLO ARROJADOLa observaba, sin poder ocultar mi propósito con ella, estaba ardiendo de deseo, ya no quería contenerme, en un principio tenía intenciones de esperar hasta estar casados para poder disfrutar de las mieles de su cuerpo, pero la tentación había llegado a un punto del no retorno, no podía resistirme. Sin pérdida de tiempo, le solté el brasier dejando sus blanquecinos senos expuestos a mi vista, eran tan tentadores como lo habían sido la primera vez de verlos, tan igual a unas deliciosas y jugosas frutas maduras.De manera delicada y seductora, pasé la yema de mis dedos por sus aréolas, ella fijó su mirada en mí con ojos delirantes, su cuerpo temblaba, sus labios entre abiertos, a la expectativa, demostraban cuanto estaba siendo dominada por el intenso deseo sexual, me acerqué m&
Aún seguía asombrado de la actitud de Tabata, me preguntaba ¿De dónde carajos le había salido semejante carácter? Moví la cabeza con incredulidad, pensé sería más sumisa, maleable, pero al parecer tenía algo de rebeldía, pese a ello, eso no tenía importancia para mi, estaba equivocada si creía podía salir de mi vida cuando quisiera.La escogí, y no tenía ninguna intención de renunciar a ella, porque nunca desistía de lo mío. A Tabata, la marqué como de mi propiedad, desde el mismo momento cuando observé su silueta luchando con la fotocopiadora, ese día la escogí, eso no admitía discusión.Apreté el anillo con fuerza en la palma de mi mano derecha, mientras sostenía el volante con la izquierda, tratando de apaciguar mi profundo enojo, sin perder la v
El repique de dos celulares nos abstrajo de esa burbuja creada entre Enrico y yo, teníamos una conversación bastante excitante, luego de nuestro encuentro apasionante, me sentía vibrante, mis emociones estaban a flor de piel, mi deseo se acrecentó a niveles sorprendentes, a decir verdad, quería probar todo con él, se imaginaba como era sentir su sexo en esa parte donde había tenido su lengua, pero sin dolor, el rostro se me sonrojó antes esos pensamientos tan atrevidos.Nuestros móviles no dejaban de timbrar, ambos decidimos al mismo tiempo tomarlos para atender las llamadas, no sin antes arreglar la parte superior del vestido, porque aún mis pechos habían estado descubiertos. Después, ambos tomamos caminos opuestos. No observé la pantalla, por lo cual no sabía a quién encontraría al otro lado de la línea, hasta escuchar la voz enojada de mi pad
La observé fijamente, esperando su respuesta, por un momento sentí temor ¿Qué haría si me decía que debíamos esperar?, por nada del mundo eso serviría a mi propósito; en ese instante no pude dejar de sentir remordimiento por haberle hecho semejante proposición, aunque mi finalidad, era mostrarle un contraste entre la presión ejercida por sus padres contra ella y mis ganas de complacerla, esperaba de corazón pudiera salir airoso de la situación en la cual terminé metiéndome, por intentar ser el perfecto caballero digno de admiración por parte de ella.No me di cuenta de estar conteniendo la respiración hasta escucharla decir las palabras más esperadas, las cuales sentí hicieron volver mi alma al cuerpo.—No voy a retrasar nuestra boda, nos casaremos dentro de dos días, no permitiré a mis padres manipularme, ¿Acaso crees no me he dado cuenta de su plan? Buscan presionarme, diciendo no los volveré a ver para que termine cediendo ante sus demandas
Me sentía obnubilada frente a los acontecimientos, fue como si de repente hubiese surgido una claridad en mi mente, por un momento no pude evitar preguntarme ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Me estaré precipitando? ¿Tendrían razón mis padres?En el instante de responder a las preguntas del oficiante, las palabras se quedaron atascadas en la garganta, de repente un súbito miedo surgió en mi interior, a decir verdad tuve ganas de salir corriendo. Cuando pensé responder de manera negativa, sentí la mano de Enrico en la mía, giré la vista hacia él, mirándome con una apacible sonrisa, acercó su boca al oído y habló en un suave murmullo audible solo para mí.—¿Qué pasa amor? ¿Ya no te quieres casar conmigo? —Al ver su rostro mortificado le respondí afirmativamente.
Estaba inquieto, no quería dejar a Tabata sola por mucho tiempo, mientras estuviese en Milán debía cuidar con quien conversaba, no quería llevarme ninguna sorpresa, aún estando casados podía salir huyendo a donde sus padres y presentar una anulación del matrimonio, por eso para no correr riesgo, decidí irnos al día siguiente a Nápoles.Había sido un poco frío con ella luego de la boda, pero estaba muy enojado porque estuvo a punto de dejarme embarcado, no tenía intenciones de casarse conmigo, si no dejarme en mal frente a toda esa gente y por nada del mundo podía permitirle hacer de mí un hazmerreír.Los minutos corrían, ella seguía sin aparecer, aunque tampoco había transcurrido tanto tiempo, no podía dejar de preocuparme y más cuando vi a Rebecca y a Laurence ir detrás de ella, eso no aug