Transcurrieron otro par de semanas, terminé quedándome con mis gemelos en el apartamento de Donatto, pero pagándole un canon de arrendamiento a pesar de su oposición. Mientras tanto mi hijo Romano regresó a Roma. Conseguí trabajo, en una empresa de uno de los socios de Donatto como secretaria y me estaba desempeñando bien.
Donatto seguía insistiendo en cortejarme, aunque no buscaba besarme ni acercarse físicamente a mí, pero me invitaba con mis hijos a parques, juegos, paseos, museos, almuerzos, cenas, ferias, me regalaba rosas. Era demasiado detallista, todas las mañanas lo primero que veía al levantarme, era un mensaje suyo.
Era demasiado atento, me abría la puerta del auto cuando iba a subirme, las puertas de los edificios donde íbamos cuando íbamos a entrar, me buscaba y llevaba todos los días al trabajo.
No pude evitar sentir las lágrimas saltar de mis ojos, nunca imaginé sentirme tan plena y amada, en ese momento comprendí de nuevo, la diferencia entre tener sexo y hacer el amor. Porque una vez más Donatto, me hizo sentir delicada, importante, con suavidad me recostó en la cama, quitó la ropa con cuidado y comenzó a recorrer cada resquicio de mi piel con sus labios y lengua, desde mis orejas las cuales mordisqueo, haciéndome sentir una especie de corriente eléctrica recorrerme, bajó por el cuello, donde se entretuvo oliendo y besando, siguió descendiendo, quedándose más tiempo a juguetear con mis senos, los besaba, saboreaba, succionaba, despertando en mí una vorágine de emociones.Con cada roce de su lengua en la piel, sentía quemarme en la llama de la pasión, apreté mis manos en las sábanas, entretanto un cosquilleo recorr&iacut
La actitud de Donatto me sorprendió, ¿Cómo podía estar tan feliz cuando yo estaba muriéndome de los nervios? Era riesgoso un embarazo a estas alturas de mi vida, ¿Cómo iba a ser mamá cuando ya tenía dos nietos? Mi hijo sería menor a sus sobrinos, no quería volver a pasar por todo el trauma de un embarazo y si él cambiaba de actitud hacia mí. Todas esas preguntas habían martillado en mi interior desde el mismo momento cuando me enteré de la noticia.Aún estaba evaluando la expresión en el rostro de Donatto, cuando de forma sorpresiva no solo para mí, sino también para mis hijos, lo vimos lanzarse en el suelo de rodillas a mis pies, tomándome por la cintura, comenzó a darle besos y hablarle a mi barriga, sin dejar de sonreír feliz, yo me quedé congelada, no sabía si levantarlo, seguir peleando, abra
Cuando vi a Tabata caer inanimadamente en la camilla, el miedo se apoderó de mí como una gran bruma, me puse pálido y a punto estuve de caer también desmayado, pero Dafne me tranquilizó.—No vayas a perder la conciencia tú también, porque no podré con los dos, no te preocupes se desmayó por la impresión de saber que tiene un embarazo doble —sonrió mi amiga, mientras tomaba un copo de algodón, lo untaba con alcohol y se lo colocaba en la nariz a Tabata.Yo permanecía a un lado de ella, esperando despertara, cuando lo hizo, un atisbo de susto se asomó en sus ojos.—¿Estaba soñando, verdad? —preguntó en tono de duda.—Bueno, en realidad no es así, te desmayaste al saber que serás la madre de unos gemelos —hablé sin poder evitar un
Llegué a Nápoles un día antes, le pedí a mi chofer que en vez de llevarme a la empresa lo hiciera al apartamento de Tabata, estaba muy intranquilo, enseguida comencé a marcarle, no me respondía, marqué los números de Adriano y Flavio, los cuales Genaro había dejado en la planta baja, cuando venía de camino a buscarme y tampoco atendían sus móviles.—Genaro, por favor acelera y vamos donde Tabata, yo me encargo de pagar las multas —. No podía soportar mi inquietud, tenía una angustia y sobre todo un mal presentimiento.Cuando llegamos al edificio, ni siquiera esperé a que el auto se detuviera y literalmente me lancé. Corrí a la entrada, los de seguridad me abrieron la puerta de inmediato. Esperé el ascensor por unos segundos, como no llegaba, decidí subir por las escaleras, lo bueno, no eran mucho lo
Un año después del nacimiento de los mellizos.El jardín estaba decorado en tonalidades azules y rosado, hermosas sillas y mesas vestidas de estos colores, había payasos, inflables de niña y de niño, la mesa con entremeses. Veía hacia la entrada esperando la llegada de Donatto, quedó en llegar el día anterior y aún no aparecía. Estaba ansiosa por volver a verlo, tenía dos meses que no lo veíamos, aunque hablábamos por teléfono, videollamadas, no volvió a hablarme de querer casarse conmigo, mantuvo su promesa de no hacerlo, por más de quince meses.A veces me preguntaba, si quizás encontró a alguien más y se olvidó de mí, porque no podía creer como se mantenía célibe un hombre tan guapo y extraordinario como él, más cuando
Me levanté con entusiasmo, feliz porque ese sería mi primer día de trabajo como asistente en uno de los mejores bufetes de abogado del país “Studio Legale Avvocati Colombo”, no lo podía creer, yo Tabata Bellini tendría esa oportunidad. Había realizado unas pasantías por un mes en dicho bufete, una vez concluí un curso de formación para asistentes, me encantó trabajar allí, el ambiente laboral, los conocimientos, todo. Mi gran ilusión era ingresar a una escuela de leyes en cualquiera de las universidades del país, soñaba un día en convertirme en una prestigiosa abogada. Por ello sin decirle a nadie, introduje el currículo en ese prestigioso bufete. Tal vez porque en el fondo creí no me seleccionarían, al no tener la experiencia laboral, aunado a mi edad, pues solo contaba con escasos dieciocho años. Sin embargo, mi sorpresa fue mayúscula cuando dos semanas después de ingresar la hoja de vida, me llamaron a una entrevista laboral con la je
Terminé el día de trabajo sin más contratiempos, sin embargo, no pude dejar de observar durante todo el día, para ver si aparecía nuevamente el abogado que me había ayudado con la máquina fotocopiadora. Cuando salí a almorzar, mientras iba al baño, al momento de llevar algunos documentos a otros abogados del departamento, mas no pude verlo. Al parecer no estaba asignado allí, suspiré con impotencia al darme cuenta del gran deseo de volver a verlo. Esa voz me afectó más de lo imaginable. Todo en él parecía interesante, tenía un porte demasiado regio, era simpático, daba la impresión de ser un caballero, el príncipe azul tal y como los cuentos infantiles de mi niñez. Cuando estaba recogiendo mis cosas, llamaron de la oficina Recursos Humanos, debía presentarme a la brevedad posible. No pude evitar sentirme nerviosa, comencé a temblar ¿Para qué me llamarían? ¿Se habrán dado cuenta de mi despilfarro de papel por un pequeño error? Realm
Llegué a mi casa en un estado de completa excitación, durante todo el trayecto no había dejado de pensar en Ric, en ese momento pensé en que debí haber sido menos tímida, preguntarle de su vida, si estaba soltero, en cuál departamento trabajaba, pero tenerlo cerca causó, en un principio, parálisis porque no encontraba cómo reaccionar, después me dio por poner metros de distancia entre nosotros y salir huyendo como una niña asustada. Busqué a mis padres en la cocina, pero como no los vi me fui ami habitación y comencé a arreglar con premura el desastre dejado en la mañana. No obstante, mis pensamientos estaban en ese hombre de cabello color ébano, trataba de pensar en otras cosas, pero no podía desviar mis pensamientos de él, estos insistían en permanecer allí. Suspiré con añoranza y justo en ese momento entró mi madre. —¿Y ese suspiro? ¿Cómo te fue en el trabajo?—Giré mi rostro, extendí la vista a mi madre, q