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CAPÍTULO 2. ASCENSO REPENTINO

Terminé el día de trabajo sin más contratiempos, sin embargo, no pude dejar de observar durante todo el día, para ver si aparecía nuevamente el abogado que me había ayudado con la máquina fotocopiadora. Cuando salí a almorzar, mientras iba al baño, al momento de llevar algunos documentos a otros abogados del departamento, mas no pude verlo.

Al parecer no estaba asignado allí, suspiré con impotencia al darme cuenta del gran deseo de volver a verlo. Esa voz me afectó más de lo imaginable. Todo en él parecía interesante, tenía un porte demasiado regio, era simpático, daba la impresión de ser un caballero, el príncipe azul tal y como los cuentos infantiles de mi niñez. 

Cuando estaba recogiendo mis cosas, llamaron de la oficina Recursos Humanos, debía presentarme a la brevedad posible. No pude evitar sentirme nerviosa, comencé a temblar ¿Para qué me llamarían? ¿Se habrán dado cuenta de mi despilfarro de papel por un pequeño error? Realmente no lo creía, porque el hermoso dio su palabra, de que ese sería nuestro secreto, no me acusaría, pues tenía cara de cumplir con su palabra, sonreí como una tonta y subí al departamento de Recursos Humanos.

Al llegar, la secretaria anunció mi llegada, pasándome con la jefa de personal, al verme la mujer me miró  de pies a cabeza de una forma para nada agradada, eso fue muy extraño, porque ella fue muy amable conmigo, el día de la entrevista, pero ahora, parecía la antítesis de esa persona y yo estaba desconcertada.

—Disculpe licenciada,  ¿Usted ha mandado a llamarme? Alguien me informó, por eso estoy aquí. Discúlpeme, no tenía intenciones de incordiarla, haciéndola esperar—pronuncié en tono de disculpa tratando de apaciguar la molestia de la mujer, aunque no tenía idea de porque estaba así.

Preocupada por mi futuro laboral cuando apenas estaba empezando me atreví a preguntar »¿Acaso hice algo para causar su molestia?

—No vengas a fingir desconocimiento. Conozco a las mujeres como tú, se la dan de inocentes para provocar deseos en los hombres con sus caritas de ingenuas terminan atrapándolos, pero te voy a advertir algo, aquí en esta empresa eres más que una advenediza, no tienes idea dónde te estás metiendo.

«No eres la mujer capaz de atrapar a Enrico, es demasiado hombre para una chica como tú. Cuando aquí estamos varias mujeres, con experiencia, capaces de complacerle todos los caprichos en la cama. No va a ser una mujer insignificante como tú quien lo logre atrapar. Cuando tú estabas naciendo. Hace mucho él había estado con su primera mujer. En cambio tú, dudo mucho hayas tenido tu primera experiencia. Eres demasiado insípida.

Sentí mi rostro sonrojarse, al escucharla hablar abiertamente de ese tema frente a mí, una extraña, aparte ella era de más edad, por eso me pareció un gesto infantil, combinado con la actitud de una mujer celosa, sin embargo, no tenía la mínima idea de las razones de su rabia, menos aún comprendía a lo cual se refería. Estaba totalmente desconcertada, así se lo hice saber.

—Discúlpeme, licenciada, no sé el porqué de su comportamiento para conmigo, no conozco a ningún Enrico. Tampoco estoy interesada en atrapar a nadie, solo vine a cumplir con el trabajo y crecer profesionalmente. Ese ha sido el único objetivo al solicitar mi empleo acá.

—Eres realmente muy buena mintiendo. Si no conociera la verdad, terminaría enredada en tus artimañas. Te voy a advertir algo muchachita, no te pases de lista, porque te aseguro, todo tarde o temprano terminará volteándose en tu contra, no te olvides, la moneda tiene dos rostros y Enrico, no es ese caballero que te está haciendo creer —pronunció la mujer enfadada.

Yo seguía sin entender, mantenía ese semblante en mi rostro, no tenía ni puta idea de las palabras de esa mujer, ni siquiera sabía quién era ese Enrico, aunque, no quise insistir en mi inocencia, porque definitivamente cuando alguien está negado a conocer la verdad, no existía forma de sacarlo de su error. Para conocer de razones, debías querer hallarlas.

No tuve otra opción, sino mantenerme en completo silencio, esperando terminara de expresar todos sus sentimientos de odio, no obstante, dejé de prestarle atención, porque esa cantarina me fastidiaba, parecía a mi madre reprendiéndome por algo, por ello mi cerebro estaba programado para desconectarme frente situaciones así. Solo volví a prestarle atención cuando la mujer molesta me señaló la puerta.

—Disculpe, puede repetirme las últimas palabras, no la escuché bien —pedí sin un ápice de vergüenza, porque después de todo era esa ella quien debía sentirla, por todas esas locuras pronunciadas, me pareció muy poco profesional de su parte. Además, sus palabras hasta ese momento carecían de sentido para mí.

— ¡Cómo si no lo supieras! Solo quieres obligarme a repetirlo. Pero lo haré, por ahora tienes las de ganar, aunque te puedo asegurar, eso no será siempre así, algún día señorita Tabata, vas a pagar esta burla en mi contra — “¡Dios mío! Definitivamente esta mujer está totalmente desquiciada”, lo cual pensé, era una lástima porque me había agradado mucho durante la entrevista, no obstante, toda esa dulzura se evaporó—, mañana te esperan en la presidencia, trabajarás allí de asistente.

— ¿Yo? ¿En presidencia? —No podía creer sus palabras, ¿Estaría bromeando? No parecía, es más esas eran las razones por las cuales esa mujer estaba cabreada, sin embargo, no pude evitar esbozar una sonrisa de satisfacción.

— Si en presidencia. ¡Ahora sal de mi oficina! Me desagrada ver el tamaño de tu hipocresía, como si no lo supieras. Debiste acudir a los trucos más antiguos para manipular la situación a tu favor —ante sus palabras quedé consternada, mas inmediatamente recordé, la envidia siempre tiene el  efecto de sacar lo peor de la gente.

Salí de la oficina de la jefa de Recursos Humanos contenta, porque tome la decisión de no dejarme perturbar por las malas influencias de las personas a mí alrededor. Comencé a dar saltos de alegría cuando salí, parecía una niña a quien le habían dado un juguete nuevo, estaba tan feliz, ni por un momento pensé, las razones por las cuales me asignaron a un lugar tan importante, cuando no tenía la formación, ni la experiencia requerida, hasta tiempo después, cuando la vida se había convertido en un infierno.

Caminé al ascensor, cuando la puerta se abrió, lo vi allí, a Ric. El mismo hombre, que en horas de la mañana me ayudó en la fotocopiadora y a quien había esperado ver durante todo el día.

—Hola—saludé con timidez.

El hombre solo sonrió sin responder palabra alguna, me miró de pies a cabeza, posando su vista en mis curvas mucho más tiempo del requerido, eso me puso nerviosa y como mecanismo de protección coloqué la cartera frente a mi cuerpo.

Él sostuvo mi mano por un momento, mientras expresaba con voz ronca—. No tienes porque temer de mí, todo lo contrario, voy a hacerte todos tus sueños realidad. De ahora en adelante, todo tus deseos lo pondré a tus pies —subió su mano, acarició mi mejilla, mirándome con deseo.

Entretanto, sentí el corazón palpitarme enloquecido en mi pecho, ante el contacto de ese hombre, quien causaba mi atracción de una manera irremediable, como la luz a la polilla. Para mi buena suerte, el ascensor llegó a planta baja, aproveché esa oportunidad para salir corriendo, porque Ric producía una dualidad de sentimientos en mí.

Por una parte, tenía deseos de conocerlo, estar con él, pero a la vez sentía  un leve temor al tenerlo cerca. Y aunque sus facciones eran duras, dando un aspecto de no ser tolerante, en las dos oportunidades cuando coincidimos, se había comportado muy galante conmigo. Definitivamente eso alteraba mis sentidos haciéndome desearlo más, pensé mientras caminaba con premura a la parada del bus, tratando de apaciguar esos sentimientos.

"Las apariencias engañan la mayoría de las veces; no siempre hay que juzgar por lo que se ve". Molière.

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