Había visto a las mujeres ponerle el puntapié a Tabata, eso me molestó sobremanera, por eso estaba allí estaba pendiente de las respuestas de las mujeres mientras las miraba desafiante. Ellas solo se miraban entre sí con sus rostros pálidos imagino producto de la angustia ocasionada el haber sido descubiertas por mí, aunque de sus bocas no salía el mínimo ruido, al parecer la impresión de haber visto mi expresión de completo enfado, las hizo perder sus facultades vocales.
Nuevamente les volví a exigir una explicación — ¿Entonces? ¿Cuántas horas vamos a pasar aquí esperando ustedes se dignen a responder una simple pregunta? La paciencia realmente no es una de mis virtudes.
Después de un par de minutos, cuando vieron mi insistencia, e intención de no desistir al interrogatorio, no les quedó otra opción, sino la de hablar, al parecer Becca era su defensora. Ella creía que por ser mi amante, iba a aceptar de buenas a primera sus argumentos.
Sin embargo, resultó estar afectada por mi actitud, cuando pronunció con voz temblorosa.
—Enrico, verás, no tienes por qué molestarte. Nadie está atacando a esta jovencita… Fue solo un simple accidente.
—¡No fue un accidente!—pronuncié cabreado—. Yo vi cuando Laurence le puso el pie, ustedes también la vieron, no traten de negarlo. Les voy a advertir, espero esta sea la última vez, que hagan algo así en contra de alguien en esta empresa, pero sobre todo no las quiero cerca de Tabata, no se les ocurra hacerle daño, es más deberán cuidarla, porque si algo le llegase a pasar, así no sean ustedes las causantes, voy a responsabilizarlas, tomaré las grabaciones e interpondré una demanda en contra de ustedes por agresión ¿Caspisci?
Sin esperar respuestas de las tres mujeres, ingresé al área de la oficina donde vi a Tabata sentada con sus rodillas extendidas, estaba herida, le salía sangre, haciendo un gesto de dolor, eso me preocupó, por ello terminé acercándome a ella; sin preguntarle su estado, la levanté en brazos como si pesara como una pluma y empecé a caminar hacia la oficina, bajo la protesta de la chica.
—¿Qué haces hombre? ¡Bájame! ¡Por Dios! ¿Qué van a pensar todos? Eso dará lugar a intensificar los ataques en mi contra—manifestó Tabata con mortificación
—Deberían entender lo contrario, no volverte a hacer objeto de sus maldades. En cuanto a lo demás, me tienen sin cuidado sus pensamientos, nadie debe cuestionarme porque este lugar es mío, nadie va a decirme cómo comportarme, por eso hago como deseo, a ti tampoco debería importarte sus opiniones. Además, te estoy ayudando porque no puedes caminar así.
La llevé al interior del despacho, cuando ingresamos me di cuenta, como Tabata miraba todo con curiosidad, empecé a ver a los lados como tratando de adivinar la impresión que le daría mi oficina.
La oficina era amplia con una decoración moderna. Los colores preponderantes eran blanco y negro, con unos grandes ventanales, los cuales permitían observar una agradable vista de la ciudad, con mobiliarios ergonómicos, un área al extremo de una esquina decorada con un sofá rinconera grande en color blanco, una mesa de vidrio en el centro, el cual le profería carácter al lugar, según decían el mimo reflejado por mí.
Ella siguió observando, mientras yo permanecía atento a sus expresiones, la senté en el sofá mientras entraba en una de las puertas ubicadas al lado izquierdo de mi despacho donde estaba el baño, me lavé las manos con agua y jabón, luego de un par de minutos saqué un kit de primeros auxilios, regresando a donde ella estaba.
Me acerqué a ella arrodillándome en el suelo, saqué un trozo de gasa, lo cubrí con agua oxigenada, comencé a desinfectarle las heridas provocadas en ambas rodillas. Después cubrí otra con alcohol, también se lo apliqué, ante un gesto de lamento de Tabata, no pude evitar preguntarle:
—¿Te duele?
—Arde. Por favor ¿Pudieras dejar de limpiarme ya?
Interrogó la joven con una mirada de excitación, eso causó una gran satisfacción en mí, solté la gasa con la cual la limpiaba, comencé a acariciar sus rodillas de manera circular, mientras el deseo en mí crecía y no estaba dispuesto a apartarla hasta estar completamente satisfecho.
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Estaba como hipnotizada, porque no solo sentía el ardor producido por el líquido en mi herida, sino también otro tipo de ardor presente, instalado en la parte baja del vientre, provocando nuevamente esas pulsaciones en mi vagina, las cuales se hacían presentes cuando tenía a Ric cerca y ahora se intensificaron cuando empezó a acariciarme alrededor de mis rodillas.
Después el hombre fue subiendo sus manos por encima de mis rodillas, comenzó a acariciarme lentamente en el interior de mis muslos. Ese gesto produjo un cúmulo de sensaciones en mí, a tal extremo que la respiración empezó a entrecortarse, sentí como un fuego se agitaba en mi interior. Un gemido salió de mis labios, inconscientemente intenté cerrar mis piernas, pero Enrico me lo impidió.
Él me observaba fijamente, yo sentía el rubor en mis mejillas, lo observaba con la misma intensidad, mis labios entreabiertos, con todo el cuerpo entumecido por el deseo, bajé la vista por el resto de su cuerpo, no pude evitar ver en su pantalón un destacado bulto, haciéndome humedecer más.
Enrico subió su mano hasta llegar a mis pantis, la cual apartó, comenzó a tocar mi húmedo botón. Mis pensamientos ya estaban nublados por ese inmenso deseo devorador, me abrió más las piernas, empezó a abrirse paso en el interior de mis pliegues.
Quería con ansias extinguiera ese deseo, sentía como mi vagina era devorada por la pasión, ansiaba quitara ese ardor en mí, me comencé a contornear al ritmo marcado por Enrico con sus dedos, cuando estaba a punto de llegar al orgasmo, él sacó su mano, yo emití un gritito de protesta. Él llevó a mi camisa sus manos y empezó a soltar cada uno de los botones, dejando al descubierto el brasier.
Llevó su boca a mis senos, comenzó a succionarlos por encima de la tela, volviéndome más loca del deseo, pero al parecer eso no era suficiente para él y habló con voz ronca:
—Deseo tenerlos en mi boca, muero por chuparlos, morderlos, succionarlos —subió la prenda apartándola hacia arriba, descubriendo mis pechos siguió hablando —, ¡por Dios! Son hermosos, aperlados, con esos orgullosos pezones sonrosados, están erectos porque están tan deseosa como yo. Quiero estar dentro de ti, llenarte completamente con mi polla hasta hacerte gritar de deleite, moverme mientras me la aprietas —decía sonriendo complacido.
Sin perder más tiempo acercó su boca caliente a mi pezón, extrajo su lengua, con la punta recorrió el contorno, llenándolos de caricias, mientras yo estaba derretida ante su toque.
Sentí como un líquido fluía a borbotones de mi interior, deseaba profundizara sus caricias, para mí era una necesidad, quería apagara, ese ardiente fuego acumulado en el centro de mi sexo, el cual amenazaba con consumirme abrasadoramente. Sin pensarlo, agarré una de sus manos, la dirigí nuevamente entre mis piernas, para que continuara tocándome allí.
De la boca de Rick salió un sonido gutural, después se convirtió en una sonrisa.
Él me recostó en el mueble, luego se subió, se sentó a horcajadas encima de mí, flexionando sus rodillas en el sofá a cada lado del cuerpo, para evitar aplastarme con su peso. Sacó su mano de donde yo la había introducido, la metió debajo de mi trasero, elevó un poco mis caderas para tener más facilidad de friccionar su pene contra mi pelvis, era la sensación más gloriosa experimentada, le producía un calor desesperante. Lo necesitaba dentro de mí, sin pensar más, comencé a llenar la oficina con mis suaves gemidos, mientras Ric me miraba enfebrecido por el mismo deseo, el cual nos dominaba a los dos.
“Sigue con tu mente lo que buscas, como si ya lo hubieras encontrado.” Viola Davis- Amma.
Estaba feliz, sonreía complacido de haberla identificado, porque definitivamente Tabata era la mujer perfecta para mí, justo como la había imaginado, no podía haber escogido mejor, la quería en mi vida. No perdería oportunidad en tenerla, porque yo lo deseado lo obtenía y esta mujer se me antojaba, así de simple.Ella era muy sensible a mis caricias, se derretía en mis brazos, como un cubo de hielo con lo caliente del sol. Era ingenua, no obstante, a la vez es atrevida, esa combinación era enloquecedora. Quería más de Tabata, friccioné con mayor ímpetu mi sexo contra su pelvis, mientras ella mantenía los ojos cerrados, jadeando totalmente subyugada a mí, abierta a todos mis deseos, a todo cuanto quisiera hacerle.Despegué un poco el torso de su cuerpo para observarla, divisé esos atractivos senos, vo
No pude evitar observar a mi amigo con enfado, en ese momento entendí el contenido de la frase “La confianza da asco” en definitiva era así, porque eso estaba sucediendo Quién carajo se creía, para venir a darme ultimátum a mí. Me importaba un carajo el enamoramiento de Becca para conmigo, ella servía de amante, jamás de esposa, estaba sub calificada para ese puesto, mi esposa debía ser una mujer como Tabata, eso estaba decidido, no admitía ninguna discusión. Así se lo dejé claro.—Déjame dejarte algo claro Jacco, aunque no tengo porque darte explicaciones lo haré solo por esta vez. No amo a tu hermana, si ella me ama es un sentimiento unilateral, solo de su parte, porque no tengo ningún otro interés en Becca, sino sexual, aunque si te soy sincero ya ni eso provoca.»Además no puedes llam
Cuando escuchamos la voz de mi padre ambos dimos un brinco. Yo estaba demasiado nerviosa, mis piernas comenzaron a temblar, estuve a punto de desmayarme, si no es por los brazos de Enrico, quien me sujetó y susurró al oído, brindándome tranquilidad. —Tranquila, no tengas miedo, déjame a mí hablar con tu padre para explicarle —pronunció en un tono de voz ronca, la cual me hizo sentir un hormigueo en todo el cuerpo. Me quedé parada a un lado de Enrico, mientras este conversaba con mi padre. —Buenas tardes, señor, mucho gusto, soy Enrico Colombo, el jefe de su hija —manifestó extendiendo su mano. Él se quedó viéndola como si se tratara de una alimaña venenosa, eso me hizo sentir un tanto avergonzada. —No tengo el mínimo interés en conocerlo, solo quiero una explicación: ¿Qué hace con mi hija? Es usted un hombre hecho y derecho, en cambio Tabata es apenas una jovencita. No sé cuáles sean su
Con mi rodilla en el suelo, al mejor estilo romántico le pedí se casará conmigo, mientras ella me observaba con sus ojos abiertos de par en par por la sorpresa, estaba seguro de su respuesta, jamás se negaría a mi petición. Durante estas tres semanas la había aprendido a conocer, sé cuánto le encantaban esas tonterías románticas, era una chica ingenua aún creía en príncipes azules, en finales felices. Como ella me encantaba, estaba dispuesto a hacer todo eso para conquistarla.Tabata se levantó de su asiento, corrió a abrazarme. Yo me levanté del suelo, la alcé fundiéndome en un profundo beso, enseguida sentí mi pene erguirse deseoso por estar con ella, había aguantado demasiado, eran tres semanas de abstinencia intentado estar con un par de mis amantes, aunque, sus atributos no lograron ni siquiera excitarme, solo qu
CAPÍTULO 10. ANILLO ARROJADOLa observaba, sin poder ocultar mi propósito con ella, estaba ardiendo de deseo, ya no quería contenerme, en un principio tenía intenciones de esperar hasta estar casados para poder disfrutar de las mieles de su cuerpo, pero la tentación había llegado a un punto del no retorno, no podía resistirme. Sin pérdida de tiempo, le solté el brasier dejando sus blanquecinos senos expuestos a mi vista, eran tan tentadores como lo habían sido la primera vez de verlos, tan igual a unas deliciosas y jugosas frutas maduras.De manera delicada y seductora, pasé la yema de mis dedos por sus aréolas, ella fijó su mirada en mí con ojos delirantes, su cuerpo temblaba, sus labios entre abiertos, a la expectativa, demostraban cuanto estaba siendo dominada por el intenso deseo sexual, me acerqué m&
Aún seguía asombrado de la actitud de Tabata, me preguntaba ¿De dónde carajos le había salido semejante carácter? Moví la cabeza con incredulidad, pensé sería más sumisa, maleable, pero al parecer tenía algo de rebeldía, pese a ello, eso no tenía importancia para mi, estaba equivocada si creía podía salir de mi vida cuando quisiera.La escogí, y no tenía ninguna intención de renunciar a ella, porque nunca desistía de lo mío. A Tabata, la marqué como de mi propiedad, desde el mismo momento cuando observé su silueta luchando con la fotocopiadora, ese día la escogí, eso no admitía discusión.Apreté el anillo con fuerza en la palma de mi mano derecha, mientras sostenía el volante con la izquierda, tratando de apaciguar mi profundo enojo, sin perder la v
El repique de dos celulares nos abstrajo de esa burbuja creada entre Enrico y yo, teníamos una conversación bastante excitante, luego de nuestro encuentro apasionante, me sentía vibrante, mis emociones estaban a flor de piel, mi deseo se acrecentó a niveles sorprendentes, a decir verdad, quería probar todo con él, se imaginaba como era sentir su sexo en esa parte donde había tenido su lengua, pero sin dolor, el rostro se me sonrojó antes esos pensamientos tan atrevidos.Nuestros móviles no dejaban de timbrar, ambos decidimos al mismo tiempo tomarlos para atender las llamadas, no sin antes arreglar la parte superior del vestido, porque aún mis pechos habían estado descubiertos. Después, ambos tomamos caminos opuestos. No observé la pantalla, por lo cual no sabía a quién encontraría al otro lado de la línea, hasta escuchar la voz enojada de mi pad
La observé fijamente, esperando su respuesta, por un momento sentí temor ¿Qué haría si me decía que debíamos esperar?, por nada del mundo eso serviría a mi propósito; en ese instante no pude dejar de sentir remordimiento por haberle hecho semejante proposición, aunque mi finalidad, era mostrarle un contraste entre la presión ejercida por sus padres contra ella y mis ganas de complacerla, esperaba de corazón pudiera salir airoso de la situación en la cual terminé metiéndome, por intentar ser el perfecto caballero digno de admiración por parte de ella.No me di cuenta de estar conteniendo la respiración hasta escucharla decir las palabras más esperadas, las cuales sentí hicieron volver mi alma al cuerpo.—No voy a retrasar nuestra boda, nos casaremos dentro de dos días, no permitiré a mis padres manipularme, ¿Acaso crees no me he dado cuenta de su plan? Buscan presionarme, diciendo no los volveré a ver para que termine cediendo ante sus demandas