CAPÍTULO 10. ANILLO ARROJADO
La observaba, sin poder ocultar mi propósito con ella, estaba ardiendo de deseo, ya no quería contenerme, en un principio tenía intenciones de esperar hasta estar casados para poder disfrutar de las mieles de su cuerpo, pero la tentación había llegado a un punto del no retorno, no podía resistirme. Sin pérdida de tiempo, le solté el brasier dejando sus blanquecinos senos expuestos a mi vista, eran tan tentadores como lo habían sido la primera vez de verlos, tan igual a unas deliciosas y jugosas frutas maduras.
De manera delicada y seductora, pasé la yema de mis dedos por sus aréolas, ella fijó su mirada en mí con ojos delirantes, su cuerpo temblaba, sus labios entre abiertos, a la expectativa, demostraban cuanto estaba siendo dominada por el intenso deseo sexual, me acerqué m&
Aún seguía asombrado de la actitud de Tabata, me preguntaba ¿De dónde carajos le había salido semejante carácter? Moví la cabeza con incredulidad, pensé sería más sumisa, maleable, pero al parecer tenía algo de rebeldía, pese a ello, eso no tenía importancia para mi, estaba equivocada si creía podía salir de mi vida cuando quisiera.La escogí, y no tenía ninguna intención de renunciar a ella, porque nunca desistía de lo mío. A Tabata, la marqué como de mi propiedad, desde el mismo momento cuando observé su silueta luchando con la fotocopiadora, ese día la escogí, eso no admitía discusión.Apreté el anillo con fuerza en la palma de mi mano derecha, mientras sostenía el volante con la izquierda, tratando de apaciguar mi profundo enojo, sin perder la v
El repique de dos celulares nos abstrajo de esa burbuja creada entre Enrico y yo, teníamos una conversación bastante excitante, luego de nuestro encuentro apasionante, me sentía vibrante, mis emociones estaban a flor de piel, mi deseo se acrecentó a niveles sorprendentes, a decir verdad, quería probar todo con él, se imaginaba como era sentir su sexo en esa parte donde había tenido su lengua, pero sin dolor, el rostro se me sonrojó antes esos pensamientos tan atrevidos.Nuestros móviles no dejaban de timbrar, ambos decidimos al mismo tiempo tomarlos para atender las llamadas, no sin antes arreglar la parte superior del vestido, porque aún mis pechos habían estado descubiertos. Después, ambos tomamos caminos opuestos. No observé la pantalla, por lo cual no sabía a quién encontraría al otro lado de la línea, hasta escuchar la voz enojada de mi pad
La observé fijamente, esperando su respuesta, por un momento sentí temor ¿Qué haría si me decía que debíamos esperar?, por nada del mundo eso serviría a mi propósito; en ese instante no pude dejar de sentir remordimiento por haberle hecho semejante proposición, aunque mi finalidad, era mostrarle un contraste entre la presión ejercida por sus padres contra ella y mis ganas de complacerla, esperaba de corazón pudiera salir airoso de la situación en la cual terminé metiéndome, por intentar ser el perfecto caballero digno de admiración por parte de ella.No me di cuenta de estar conteniendo la respiración hasta escucharla decir las palabras más esperadas, las cuales sentí hicieron volver mi alma al cuerpo.—No voy a retrasar nuestra boda, nos casaremos dentro de dos días, no permitiré a mis padres manipularme, ¿Acaso crees no me he dado cuenta de su plan? Buscan presionarme, diciendo no los volveré a ver para que termine cediendo ante sus demandas
Me sentía obnubilada frente a los acontecimientos, fue como si de repente hubiese surgido una claridad en mi mente, por un momento no pude evitar preguntarme ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Me estaré precipitando? ¿Tendrían razón mis padres?En el instante de responder a las preguntas del oficiante, las palabras se quedaron atascadas en la garganta, de repente un súbito miedo surgió en mi interior, a decir verdad tuve ganas de salir corriendo. Cuando pensé responder de manera negativa, sentí la mano de Enrico en la mía, giré la vista hacia él, mirándome con una apacible sonrisa, acercó su boca al oído y habló en un suave murmullo audible solo para mí.—¿Qué pasa amor? ¿Ya no te quieres casar conmigo? —Al ver su rostro mortificado le respondí afirmativamente.
Estaba inquieto, no quería dejar a Tabata sola por mucho tiempo, mientras estuviese en Milán debía cuidar con quien conversaba, no quería llevarme ninguna sorpresa, aún estando casados podía salir huyendo a donde sus padres y presentar una anulación del matrimonio, por eso para no correr riesgo, decidí irnos al día siguiente a Nápoles.Había sido un poco frío con ella luego de la boda, pero estaba muy enojado porque estuvo a punto de dejarme embarcado, no tenía intenciones de casarse conmigo, si no dejarme en mal frente a toda esa gente y por nada del mundo podía permitirle hacer de mí un hazmerreír.Los minutos corrían, ella seguía sin aparecer, aunque tampoco había transcurrido tanto tiempo, no podía dejar de preocuparme y más cuando vi a Rebecca y a Laurence ir detrás de ella, eso no aug
El miedo me invadía como una oscura sombra arropándome, no podía creer lo que estaba sucediendo. Enrico besaba mi piel con agresividad, parecía un loco, sentí el gran pene erecto en el muslo; Mi vista se nubló al instante producto de las lágrimas, un par de días atrás eso me hubiese complacido y hasta excitado, mas en este momento solo sentía terror, deseaba que se detuviera, intentaba detenerlo, no obstante, su fuerza y tamaño eran superiores al mío. Por un momento creí se detendría, pues parecía muy tomado, sin embargo, no lo hizo, era imposible controlarlo.La angustia bullía en mi interior como una fuerza imparable, lo golpeaba con mis puños cerrados, pero, era como si estuviese hecho de plomo o de cualquier otro material pesado.—¡Por favor Enrico! ¡No! —exclamé aterrada—. No puedes
Abrí mis ojos al sentir los rayos de sol en mi rostro, estos se habían colado por la ventana cayéndome directamente. Giré la vista a mí alrededor, no recordaba haber caminado hasta la cama, ni siquiera sabía cómo había llegado a ese lugar. Inspeccioné la habitación con curiosidad, tratando de identificar dónde estaba, sin embargo, todo era nuevo ante mis ojos, no creo haber estado nunca en ese lugar. Cuando intenté incorporarme a la cama, sentí un intenso dolor en la vagina, enseguida los recuerdos de lo sucedido, se colaron como una intensa ola en mis pensamientos, arrasando con la frágil tranquilidad, por un momento logré olvidarlo, pero lamentablemente todo terminó haciéndose visible en la mente, no pude evitar el gimoteo surgido de mi boca. Era tanto el sufrimiento, falta de ánimo que terminé dejándome caer otra vez en la cama, fue imposible retener las lágrimas surgidas de mis ojos, pues todo lo sucedido se repetía de manera recurre
La furia bullía en mi interior como un mar embravecido, sentía una profundo rabia por esa mujer, la tomaba con fuerza mientras buscaba dirigir sus ojos a los míos, no lo podía creer ¿cómo fue capaz de hacerme esto? Me convirtió en un ser despreciable frente a mi esposa.—¿Ahora si tienes miedo? Pues debiste tenerlo en el momento cuando decidiste drogarme. ¡¿Qué buscabas?! ¿Acaso pensaste acabar con mi matrimonio antes de empezarlo? ¿Esperabas qué Tabata me dejara? ¡Eres una estúpida! A mí no puede dejarme quien quiere. Eso que has hecho no te lo voy a perdonar, voy a hacer de tu vida una porquería —expresé halándole con fuerza los cabellos entretanto las lágrimas brotaban de sus ojos.—Por favor Enrico, no me hagas daño. ¡Cálmate! Vas a lastimarme. Yo te amo, po