El miedo me invadía como una oscura sombra arropándome, no podía creer lo que estaba sucediendo. Enrico besaba mi piel con agresividad, parecía un loco, sentí el gran pene erecto en el muslo; Mi vista se nubló al instante producto de las lágrimas, un par de días atrás eso me hubiese complacido y hasta excitado, mas en este momento solo sentía terror, deseaba que se detuviera, intentaba detenerlo, no obstante, su fuerza y tamaño eran superiores al mío. Por un momento creí se detendría, pues parecía muy tomado, sin embargo, no lo hizo, era imposible controlarlo.
La angustia bullía en mi interior como una fuerza imparable, lo golpeaba con mis puños cerrados, pero, era como si estuviese hecho de plomo o de cualquier otro material pesado.
—¡Por favor Enrico! ¡No! —exclamé aterrada—. No puedes
Abrí mis ojos al sentir los rayos de sol en mi rostro, estos se habían colado por la ventana cayéndome directamente. Giré la vista a mí alrededor, no recordaba haber caminado hasta la cama, ni siquiera sabía cómo había llegado a ese lugar. Inspeccioné la habitación con curiosidad, tratando de identificar dónde estaba, sin embargo, todo era nuevo ante mis ojos, no creo haber estado nunca en ese lugar. Cuando intenté incorporarme a la cama, sentí un intenso dolor en la vagina, enseguida los recuerdos de lo sucedido, se colaron como una intensa ola en mis pensamientos, arrasando con la frágil tranquilidad, por un momento logré olvidarlo, pero lamentablemente todo terminó haciéndose visible en la mente, no pude evitar el gimoteo surgido de mi boca. Era tanto el sufrimiento, falta de ánimo que terminé dejándome caer otra vez en la cama, fue imposible retener las lágrimas surgidas de mis ojos, pues todo lo sucedido se repetía de manera recurre
La furia bullía en mi interior como un mar embravecido, sentía una profundo rabia por esa mujer, la tomaba con fuerza mientras buscaba dirigir sus ojos a los míos, no lo podía creer ¿cómo fue capaz de hacerme esto? Me convirtió en un ser despreciable frente a mi esposa.—¿Ahora si tienes miedo? Pues debiste tenerlo en el momento cuando decidiste drogarme. ¡¿Qué buscabas?! ¿Acaso pensaste acabar con mi matrimonio antes de empezarlo? ¿Esperabas qué Tabata me dejara? ¡Eres una estúpida! A mí no puede dejarme quien quiere. Eso que has hecho no te lo voy a perdonar, voy a hacer de tu vida una porquería —expresé halándole con fuerza los cabellos entretanto las lágrimas brotaban de sus ojos.—Por favor Enrico, no me hagas daño. ¡Cálmate! Vas a lastimarme. Yo te amo, po
Salí de la habitación de Tabata un tanto irritado al ver su actitud, ¿Acaso no se daba cuenta de lo insignificante que era? Una chica tonta con solo un buen cuerpo, ingenua y crédula, no la escogí de esposa precisamente por su astucia, sino porque desde el momento de conversar con ella, estuve seguro de poder manejarla a mi antojo y aun cuando en ese momento pensé, me serviría para aplacar mis deseos sexuales, allí si me había equivocado, pues no resultó, sino una insignificante mojigata, carente de libido.Golpeé con rabia e impotencia un jarrón de flores encontrado a mi paso, debía enseñarle de una vez, a que no estaba dispuesto a estar con una mujer en una relación platónica, eso no era lo mío, además, en las últimas horas no dejaba de pensar, quizás si ella se hubiese entregado a mí en su oportunidad, no habr&iacu
Sé que había quedado en hacer las cosas diferentes, en tratar de conquistar a Tabata con atenciones, pero simplemente su actitud me cabreaba, cuando logré acercarme a ella, la toqué, sentí su cuerpo tensarse, en el rostro reflejó una profunda agonía y esa situación me sobrepasó, no entiendo porque sigue acusándome de manera persistente cuando le explique las razones por las cuales ocurrieron las cosas.Y ahora pretende rechazarme cuando me le acerco, solo está considerando sus necesidades, sin pensar en un solo instante en las mías, soy un hombre, para mí el sexo es de suma importancia, si no lo consigo de mi esposa, entonces voy a buscarlo en la calle, entonces no tiene ningún derecho a quejarse.Su actitud provocó un trato duro de mi parte, pues quería terminara accediendo a mis atenciones, no obstante, aún tenía un
Observar de nuevo ese tipo de reacción de su parte, cuando desde hacía mucho tiempo atrás no la había tenido, causó un Shock en mí, sin embargo, para él fue como un signo de culpabilidad, me brincó encima, tomándome de la nuca y presionándome con fuerza, moviendo mi cabeza repetidamente hacia abajo con violencia, mientras exigía una explicación.—¡¿Dónde demonios estabas y con quién?! —Manifestó, mientras su rostro se teñía de carmesí.Yo estaba anonadada, no podía reaccionar, la impresión, más las lágrimas rodando por mis mejillas, el miedo, lograron paralizarme en su totalidad. Intente hablar, mas fue como si mi garganta se hubiese cerrado, aunque quería, no podía emitir ninguna palabra, solo unos lastimeros sollozos escaparon de mi boca.<
Enrico ColomboLa rabia ardía en mi interior como un voraz incendio, desde el momento cuando llegué, cada hecho me demostraba que tal vez las palabras pronunciadas por Becca y la información suministrada eran ciertas, fue esa una de las razones por las cuales decidí adelantar el viaje a la casa de Nápoles, sin siquiera avisarle a Tabata, quería comprobar por mi mismo cuanto de verdad había en lo expresado por esa mujer.Durante estos tres meses habíamos estado bien, ella se veía feliz, y a decir verdad, yo estaba bastante cómodo con la relación, no hay nada que me gustara más como el tenerla cerca, observarla, aunque al mismo tiempo paradójicamente, sentía unas inmensas ganas de dominarla, de verla vulnerable ante mí, tal vez algo no estaba bien, pues la mayor excitación para mí, era verla humillada y maltra
Tabata BelliniRealmente no pensaba decirle del embarazo, pero el rostro siniestro no dejaba lugar a dudas de cuáles eran sus intenciones en ese momento, más cuando sentí sus manos en la garganta presionando fuertemente alrededor de mi cuello, observé sus ojos saltones, su respiración pesada y el descontrol, me vi muy cerca de la muerte, no tuve otra alternativa, sino tratar de evitar la furia contándole con la verdad.Al verlo estático, como si no hubiese escuchado repetí mis palabras.—¡Estoy embarazada! Por eso no puedes hacerme daño, porque estoy esperando un hijo tuyo —manifesté limpiando mis lágrimas, sintiendo como mi cuerpo temblaba producto de los nervios provocado por su violencia.Sin embargo, su reacción no fue como la esperaba, en el rostro n
ENRICO COLOMBOEstuve a punto de propinarle una nueva bofetada, sin embargo, al dirigir mi vista a su mano observé la prueba de embarazo, se la arrebaté y vi el resultado, pese a no haber duda sobre su estado, no pude evitar preguntarle.—¿Estás embarazada? —ella me observó con odio quedándose en silencio, ignorando por completo mi pregunta.Su semblante y forma de mirarme, causaron una gran incomodidad, quería bajarle a los golpes esa mirada retadora, no obstante, no podía golpearla porque como estaba embarazada de mi hijo debía cuidarla. Aunque Amarantha era la niña de mis ojos, como todo hombre soñaba con tener un varón, pues sería quien seguiría mis pasos, heredaría mi patrimonio, mi nombre y podía continuar con la tradición profesional de los Colombo. Sería un pre