Enrico Colombo
La rabia ardía en mi interior como un voraz incendio, desde el momento cuando llegué, cada hecho me demostraba que tal vez las palabras pronunciadas por Becca y la información suministrada eran ciertas, fue esa una de las razones por las cuales decidí adelantar el viaje a la casa de Nápoles, sin siquiera avisarle a Tabata, quería comprobar por mi mismo cuanto de verdad había en lo expresado por esa mujer.
Durante estos tres meses habíamos estado bien, ella se veía feliz, y a decir verdad, yo estaba bastante cómodo con la relación, no hay nada que me gustara más como el tenerla cerca, observarla, aunque al mismo tiempo paradójicamente, sentía unas inmensas ganas de dominarla, de verla vulnerable ante mí, tal vez algo no estaba bien, pues la mayor excitación para mí, era verla humillada y maltra
Tabata BelliniRealmente no pensaba decirle del embarazo, pero el rostro siniestro no dejaba lugar a dudas de cuáles eran sus intenciones en ese momento, más cuando sentí sus manos en la garganta presionando fuertemente alrededor de mi cuello, observé sus ojos saltones, su respiración pesada y el descontrol, me vi muy cerca de la muerte, no tuve otra alternativa, sino tratar de evitar la furia contándole con la verdad.Al verlo estático, como si no hubiese escuchado repetí mis palabras.—¡Estoy embarazada! Por eso no puedes hacerme daño, porque estoy esperando un hijo tuyo —manifesté limpiando mis lágrimas, sintiendo como mi cuerpo temblaba producto de los nervios provocado por su violencia.Sin embargo, su reacción no fue como la esperaba, en el rostro n
ENRICO COLOMBOEstuve a punto de propinarle una nueva bofetada, sin embargo, al dirigir mi vista a su mano observé la prueba de embarazo, se la arrebaté y vi el resultado, pese a no haber duda sobre su estado, no pude evitar preguntarle.—¿Estás embarazada? —ella me observó con odio quedándose en silencio, ignorando por completo mi pregunta.Su semblante y forma de mirarme, causaron una gran incomodidad, quería bajarle a los golpes esa mirada retadora, no obstante, no podía golpearla porque como estaba embarazada de mi hijo debía cuidarla. Aunque Amarantha era la niña de mis ojos, como todo hombre soñaba con tener un varón, pues sería quien seguiría mis pasos, heredaría mi patrimonio, mi nombre y podía continuar con la tradición profesional de los Colombo. Sería un pre
TABATA BELLINIAl salir el médico de la habitación sus recriminaciones no tardaron en llegar, si pensé no poder odiar más a Enrico, en ese momento lo supe, aún él no había dado lo peor de sí.—¡Eres una descarada! ¿Lo intentaste abortar? Dime ¿Qué hiciste para dañarlo? Porque si ese niño salió enfermo, ¡La única responsable eres tú! —Ante sus palabras, solo apreté mis puños con fuerza a un lado de mi cuerpo, como me mantuve en silencio, su enojo creció, vociferó más, al punto de tomarme por los hombros y sacudirme. No pude contenerme más, expresé mi molestia burlándome de su actitud.—Para ser según, un hombre preparado, eres un ignorante. Primero, jamás haría algo para lastimar a
DONATTO RUSSOLa miraba incrédulo, me parecía increíble ¿Cómo Catalina era capaz de hacer semejante pantomima? Había sido ella misma quien se había lastimado, por subirse encima de mi mientras me atacaba, solo fue un auto reflejo, buscaba la manera de evitar su ataque. Cuando me giré, ella cayó, golpeándose la frente, aunque conociéndola, lo más probable es que se haya lanzado a propósito para lastimarse.Intenté acercármele para revisarle la herida y saltó histérica.—No te me acerques, ni se te ocurra. Ya verás, como te irá, tú nunca vas a poder conmigo, ni siquiera con todo el poder de los Russo ¿Sabes por qué? Eres demasiado gentil y la gente como tú es fácil de pisotear —sonrió con malicia.Sin
ENRICO COLOMBOSalí de la oficina a recoger a mi hija, el mismo día cuando supe del problema con el cual había nacido el niño, no pude soportar la noticia y regresé con ella a Roma, también me había traído a Rebecca, ella pensó era para vivir juntos darle un puesto en los tribunales, pero en realidad la traje para ponerla a cuidado de Amarantha mientras yo trabajaba.Al principio ella no quería aceptar mi propuesta, hasta terminar convenciéndola, por otra parte, la niña no le gustaba quedarse con ella, por lo cual al principio debía dejarla llorando, sin embargo, cuando los días fueron pasando se fue acostumbrando, mas si se notaba más silenciosa, no reía mucho y su rostro siempre tenía una expresión triste.No me gustaba verla de esa manera, porque esa niña para m&ia
Tabata BelliniMe quedé observándolo desafiante, mientras él no podía ocultar su expresión de asombro, por un momento se mantuvo en silencio, hasta reaccionar segundos después.—¿Piensas tendré miedo de ti? ¡Eres tan ilusa! No me hagas reír por tu estupidez. Si hasta ahora no has sido capaz de denunciarme no lo harás nunca. Además, ahora estoy en un tribunal penal y dentro de no mucho tiempo seré designado magistrado ¿Crees puedes ser un enemigo competente para un hombre como yo? —inquirió con burla.—Por defender a mi hijo soy capaz de hacer cuanto sea necesario. De enfrentarme al mundo entero, él y su hermana son el impulso, la energía en mi vida, por protegerlos poco me importa enfrentarme al mismísimo diablo si es necesario —espeté
Tabata BelliniEra increíble el descaro de este hombre, nunca terminaría de sorprenderme, no podía creer estaría otra vez sometida a sus constantes maltratos, por un momento, tuve la tentación de insultarlo, hacerle saber con todas y cada una de las palabras mi desprecio, sin embargo, recordé a mi amiga, la única persona quien me había ayudado a superar un poco estos turbios momentos. Debía ser inteligente y ganar tiempo, por eso terminé conteniéndome.—¿Es eso lo que quieres volver conmigo? —movió la cabeza afirmativamente mientras enmarcaba mi rostro con sus manos, tragué la bilis por el asco producido por su cercanía—. Está bien, pero no te será fácil, primero tu tratamiento, segundo debes enamorarme, cautivarme, tampoco tratarás de obligarme a estar contigo, deberás corteja
Donatto RussoEstaba en la oficina, revisando y firmando unos documentos. Últimamente esta era mi rutina, desde hacía un par de semanas cuando terminé separándome de Catalina, por eso me quedaba trabajando hasta tarde, de esa manera estaría desocupado los fines de semana, para pasar tiempo con mi hijo, no obstante, para poder verlo era una lucha titánica con ella. Decidí marcharme, aunque la casa era una herencia familiar, la dejé allí por no causar ningún cambio drástico en la rutina de Marino.En ese momento, timbró el celular, se trataba de una llamada de la directora del colegio de mi hijo.—Buenas tardes, señor Russo, nadie ha venido a buscar al niño…—De inmediato le impedí continuar hablando.—Buenas tardes, señora Martelli ¿Qué dice? ¿