CAPÍTULO 17. ¿TIENES MIEDO? ¡ES BUENO QUE LO TENGAS!
Abrí mis ojos al sentir los rayos de sol en mi rostro, estos se habían colado por la ventana cayéndome directamente. Giré la vista a mí alrededor, no recordaba haber caminado hasta la cama, ni siquiera sabía cómo había llegado a ese lugar. Inspeccioné la habitación con curiosidad, tratando de identificar dónde estaba, sin embargo, todo era nuevo ante mis ojos, no creo haber estado nunca en ese lugar. Cuando intenté incorporarme a la cama, sentí un intenso dolor en la vagina, enseguida los recuerdos de lo sucedido, se colaron como una intensa ola en mis pensamientos, arrasando con la frágil tranquilidad, por un momento logré olvidarlo, pero lamentablemente todo terminó haciéndose visible en la mente, no pude evitar el gimoteo surgido de mi boca. Era tanto el sufrimiento, falta de ánimo que terminé dejándome caer otra vez en la cama, fue imposible retener las lágrimas surgidas de mis ojos, pues todo lo sucedido se repetía de manera recurre
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