Hazel
Planté mi firma en el documento que oficialmente me devolvía mi soltería, volvía a ser Hazel Loughty la hija de mi padre y la que no se dejaba desmoronar por nadie. De reojo pude ver cómo él tomaba el lápiz inseguro de hacerlo, después de una lucha de varias semanas que se hicieron infinitamente largas por fin se consiguió lo que quería.Emmett no recibiría nada de mi parte por haber cometido adulterio, ninguno de mis bienes serían tocados por sus manos y mucho menos por la próxima mujer que ostentara una baratija en su mano.Al concluir con las firmas se nos dio el documento que me liberaba de cualquier atadura con Emmettt Wright, sentí la palmada de ánimo de mi hermano, quien era mi abogado y quien se había encargado de todo el proceso.—¡Bienvenida a la soltería! —mi amiga me abrazó con efusividad al salir de la oficina del juez —esto tenemos que celebrarlo.—Claro que si —sonreí pasando mi vista a Celine que iba entrando por el pasillo para lanzarse a los brazos de mi ex esposo y besarlo descaradamente.—Es una zorra —siseó mi amiga con malestar —¿tú madre apoya esto?—Claro que no —contesté haciendo un ademán para salir de la zona y alejarnos de ellos.—Yo de tú madre también me divorciaba de su padre. ¡Arg! Cómo odio a ese viejo, no sé qué vio tú madre en él.—Suenas como mi padre —reí cuando mi hermano nos alcanzó y frunció el ceño al escuchar la opinión de mi amiga hacia nuestro padrastro.Al salir del juzgado una horda de periodistas aguardaba por mí en la entrada, había sido noticia en toda la ciudad de mi repentino divorcio y las especulaciones de mi infiel esposo. No me había tomado la molestia de cubrirlo y fui sincera al declarar con quien me había traicionado.—Hazel, cuéntanos, ¿te has divorciado ya? —preguntó una al tiempo que colocaba mis exclusivos lentes de sol.—Si, vuelvo a ser Hazel Loughty —contesté con orgullo, la mujer duela de la cadena hotelera más importante del continente y que comenzaba a expandirme en parte de Europa y Asia. Las cifras en mi cuenta bancaria subiendo en cantidades con cada segundo que pasaba.El divorcio no una a impedirme seguir creciendo, a diferencia del efecto que solía tener en otras mujeres a mí no me iba a deprimir y encerrarme en mi casas llorar a mares por un hombre que no me respetó y tampoco me amó.—¡Felicidades! Siempre es buena noticia cuando nos deshacemos de los parásitos que nos consumen —comentó una periodista que le hizo estar completamente de acuerdo con ella.—No lo pudiste haber dicho mejor.—Hazel, después de esto, ¿le darás otra oportunidad al amor?—Por ahora, me dedicaré a tiempo completo en mis negocios y en hacerlos crecer. Pero tampoco es algo que descarto por completo, tal vez después encuentro a alguien que si esté a mi altura —llevé mi palma a la coronilla de mi cabeza indicando a qué altura me refería ocasionando una horda de risas.—Eres una mujer hermosa y exitosa, estoy segura que encontrarás a alguien a tu altura y no sólo por la estatura sino con el mismo grosor de billetera —volvió a decir la misma periodista haciéndome sonreír.—Que conste que lo has dicho tú —reí continuando mi camino a una de las camionetas que me esperaba, me despedí de los periodistas para entrar seguida de mi amiga y mi hermano que subió en la parte delantera.—Uff, eso fue mejor de lo que pensé —comentó ella abrazándome con fuerza —mi chica valiente.Ella había sido testigo de lo difícil que había sido para mí este proceso, por mucho que tratara de ocultarlo con ella no pude. Mi corazón ardía en llamas por el dolor de la traición, trataba de que esto no afectara mi vida diaria pero cuando llegaba a mi habitación y la soledad me embargaba, todos mis miedos y mis temores salían a la luz.—¿Dónde te llevamos?—Al hotel —saqué mi móvil cuando este comenzó a vibrar, seguramente mi madre para saber lo sucedido —por cierto, ¿has puesto en venta la casa?—Si, desde ayer está a la venta. Estamos en espera de un comprador.Asentí mirando el remitente, no era mi madre sino un viejo amigo que desde hace mucho no veía.—Caden —sonrió llevando un mechón de mi cabello hacia atrás —que sorpresa.—He escuchado que te has divorciado al fin —soltó una pequeña risita —y esa es una excusa perfecta para que esta noche ahora cura tus penas. Estoy en la ciudad y me gustaría verte, espero que no salgas con pretextos porque en nuestro grupo la depresión por un amor que no vale la pena no tiene lugar en nosotros.—De hecho, con Lilly estábamos planeando ir a tomar unos tragos, puedes unirte a nosotras.—Perfecto. Las estaré esperando en mi club con pases VIP, tengo entendido que estarán unos amigos míos, será bueno que los conozcan.Reí—No creo tener ánimo para ello pero veremos qué tan buenos están.—Ninguno tan bueno como yo, he de decirte. Bien linda, vente preciosa y demuéstrale al mundo que Hazel Loughty no le llora a perdedores.Confirmé nuestra asistencia convenciéndome con eso último. Era exactamente lo que iba a demostrar a todos y a mi misma, no me iba a doblegar por el dolor que conllevaba un divorcio repentino y tampoco la traición del hombre que amaba. No merecía la pena, la vida era tan corta como para estar llorándole a un hombre.Le comenté a Lilly del plan de Caden y estuvo de acuerdo, al final mi hermano también se uniría a nosotras para "cuidarnos". Las dos sabíamos que no era así, siempre terminaba marchándose con la primer mujer que le coqueteara.Antes de llegar al hotel nos detuvimos en una tienda exclusiva para buscar nuestros atuendos y lucir perfectas esta noche, bebería y coquetearía con un hombre sexi que estuviese a mi altura. Olvidaría las noches que pasé con Emmett y al final solo sería un mal recuerdo.Me repetía eso tantas veces en el día para poder creerme las palabras y concentrarme en otra cosa. Pero esa espinita ensartada en mi corazón no salía, sus palabras que lograron debilitarme por no haber sido una buena esposa y culpada por su infidelidad.Un día antes de firmar el divorcio él había llegado a lo oficina en el hotel para decirme todo lo que se había callado este tiempo.—¿Qué esperabas que sucediera, Hazel? ¿Que esperara toda la vida que mi esposa se desocupara cinco minutos y se dignase a verme? ¡Hace más de cinco meses que no te toco!—¿Me estás culpando de tu infidelidad, es eso? —había preguntado con indignación.—En cierto punto, tú me orillaste a esto, me descuidaste, te desaparecías por semanas y volvías sólo dos días y cuando quería intimar contigo salías con tus patéticas excusas de "estoy casada, otro día" o "ahora no, Emmett". ¿Qué clase de esposa fuiste? Lo único que te importaba era el dinero, no miras más allá de eso.Me había levantado de mi silla y parado frente a él, encarándolo por ser un cobarde y decirme hasta ahora aquellas cosas por las que siempre estuvo inconforme.—¿Y crees tú que todos los gastos en tus membresías en clubes prestigiosos, los viajes, los autos y la casa salían por arte de magia? Para disfrutar eso hay que trabajar más allá de ocho horas, más allá de tu pequeño puesto de gerente. Todos tus lujos salían de mi billetera y así te atreves a venir a reclamarme y decirme que fui una mala esposa.»Te di todo, te ayudé a terminar tus estudios, a conseguir un buen trabajo y así es como me lo pagas. Te acostaste con ella en mi cama —recalqué el "mi" —la llevaste a mi casa, la tomaste entre mis sábanas, te burlaste de mi y le contaste todo a ella. ¿Y aún así crees que yo soy la mala?Solté una carcajada cargada de ironía y de dolor, era el colmo ser acusada de ser el fracaso de la relación después de que me haya visto la cara de tonta. Después de todo lo que le di.—No te mereces el amor que te tenía, ni el apoyo que te di. Sólo eres una rara traicionera y ahora volverás a estar donde nunca debiste salir.—Quiero la casa —pidió con absoluto descaro que me indignó —al menos déjame eso. Me lo merezco, viví más ahí que tú.—Vete a la m****a, Emmett. Porque de mi no vas a tener ni un sólo dólar más —sonreí —y esos autos que tienes, son míos, así que ni uno de ellos te podrás llevar. Ahora lárgate por dónde entraste y no vuelvas a buscarme más.Lo vi marcharse de mi oficina y me aseguré de que nunca más lo volviera a hacer. Mi vida cambiaría para mejor, superaría todo el dolor que me envenenaba por dentro y haría crecer más mi imperio para que supieran que en ningún momento me arrepentía de haber preferido mi trabajo antes de mi fracasado matrimonio.Brillaría sola como siempre lo hice.Hazel Dejar el pasado atrás y las personas que lo conforman puede ser una de las decisiones más difíciles de la vida, dolorosas y que pueden llenarte de heridas, de inseguridades y desconfianza. Pero era preferible a seguir sufriendo por no ser suficiente para esa persona, sabiendo que si te falló una vez lo hará toda la vida. «Puedes con esto, Hazel. Tu siempre has podido» me dije ante el reflejo del espejo, había maquillado mi rostro cubriendo las enormes bolsas debajo de mis ojos. Forcé una sonrisa tratando de practicar el gesto para mostrar que todo estaba bien conmigo, que nada podría afectarme y que mi corazón era una cúpula de hielo. Dejé salir el aire retenido mirándome una última vez enfundada en un vestido color plata que brillaba con la gran cantidad de cristales que colgaban de él. Estaba lista para ir a divertirme y olvidar el desastre que era mi vida, o lo que decían que era. Tomé mi bolso saliendo de la habitación del hotel donde llevaba hospedándome estas últimas s
HazelAl subir al auto no pude evitar volver a pegar mis labios en los suyos, dejándome llevar por mis propios instintos, nunca había estado con alguien que no fuese mi ex esposo y de alguna manera aquella aventura se sentía peligrosa e indebida, como si estuviese a punto de traicionar a alguien cuando no era así. De algún modo no terminaba de asimilar que estaba divorciada. Las grandes manos de aquel sensual y ardiente hombre tomaron mis piernas, acariciándolas con dureza, haciéndome arder por completo. Un pequeño jadeo salió de mi boca al sentir su deliciosa lengua jugar con la mía, introduciéndome en aquella pelea de disfrute, de gozar los placeres que nos proporcionaban nuestros cuerpos. La voz de la razón me decía que no cayera en aquella trampa que imponía el despecho, pero otra parte sólo me incitaba a seguir y disfrutar mi sexualidad sin sentir remordimiento alguno. Ya no le debía fidelidad y explicaciones a nadie, sólo me debía a mi misma, tomaría lo que quería y en ese mo
Arvid Las puertas de mi oficina se abrieron de golpe, una menuda mujer entraba furiosa lanzando los documentos que le hice llegar esta mañana y lanzarlos sobre el escritorio. Su rostro que en años pasados lucía pacífico se había vuelto amargado por lo sucedido hace unos meses, la buena vida se le hacía acabado y no estaba dispuesto a soltarle nada más. —¿Qué crees que estás haciendo, pequeño Arvid? —soltó entre dientes, llamándome de aquella forma que odiaba con cada parte de mi ser, despertando mis demonios al recordar mis días más oscuros y la razón por la que la odiaba tanto —He sido la esposa de tu padre durante años, tengo tanto derecho a esa empresa como tú y no puedes quitármelo ahora. —Parece que él olvidó cambiar su testamento e incluirte en él, Saanvi —sonreí recostándome sobre él respaldar de la silla, despreocupado por darle una merecida lección después de tantos años —y no deberías quejarte tanto, después de todo se te pasará una pensión por los siguientes cinco años.
Hazel La simplicidad de las cosas muchas veces era maravillosa, como disfrutar del atardecer desde la azotea de un gran edificio en la Gran Manzana, dejando que el aire azote mi cabello y una refrescante Margarita en mis manos. Sin preocupaciones, sin que nadie esté reclamando por un tiempo que no tengo y que en lugar de darme apoyo sólo me... ¡Maldición! «¿Por qué todos mis pensamientos terminaban en el mismo punto? ¿Por qué la traición de ese bastardo seguía taladrando mi mente? ¿Por qué el corazón era tan estúpido?». Mi momento de paz se vio afectado por la dirección de mis pensamientos pero es que la ira de haber estado tanto tiempo con alguien, siendo ciega cuando sólo me clavaban navajas en la espalda. Sacudí mi cabeza ante la frustración del tema, ante lo reciente que estaba el asunto de mi separación y por mucho que creyera que estoy superándolo en realidad no lo hago. Sólo doy un paso para retroceder dos, la aventura de una noche que creí me serviría para distraer mi mente,
Hazel Llegué a la empresa de mi padre encaminándome al ascensor y marcar el último piso. Mi relación con él era bastante buena tanto en lo personal como en lo laboral, antes de hacer cualquier negocio que consideraba bastante importante me pedía opiniones y estar presentes en la firma de estos. Así como también yo hacía lo mismo con respecto a las decisiones importantes de los hoteles.Al entrar a su oficina sonreí recibiendo un abrazo de su parte. —¿Cómo estás, cariño? —preguntó con preocupación, escrutando cada parte de mi rostro en busca de un indicio de dolor. —Mejor que nunca, padre —sonreí restándole importancia al asunto, ignorando el hecho de que mi corazón se sentía oprimido con el asunto tan reciente —No hay nada que tu hija no pueda superar. Sonrió nuevamente revolviendo mi cabello yendo a sentarse de nuevo a su silla tras el escritorio. —Eso es, mi pequeña. Te lo he dicho muchas veces, ningún hombre merece tus lágrimas, ni siquiera yo. Asentí sentándome frente a él,
ArvidAlguna de las cosas que me parecían sensuales en una mujer era lo seguras que se mostraban de sí mismas, siendo consientes del impacto que causaban en los hombres. Hazel era una mujer impresionante en cuanto a físico, su cuerpo curvy que llamaba a mis manos a tocarla, a explorar cada parte de él y saciarme de todo. Sentía tanta hambre por aquella mujer, por mostrarle los placeres que le ofrecía el sexo desenfrenado, podía notar lo inexperta que estaba en el tema y por alguna razón me encantaba la idea de ser yo quien la llevase a ese mundo tan poco explorado por ella. Quería inducirla a lo carnal, a estar con alguien sin necesidad de un vínculo amoroso y no salir dañado en el intento. El dolor que ella cargaba era muy obvio para mi, bastaba con mirarla más de cinco minutos para ver a través de la muralla que intentaba poner entre sus emocione, para que estos no la dominaran por completo. Poco entendía de los vínculos amorosos, nunca llegué a entablar nada con nadie, he tenido
Hazel Tomé una calada de aire tratando de tranquilizar mi nerviosismo, mirando fijamente al ascensor en espera de que este se abriese y encontrarme de nuevo con aquel hombre que me tenía apretando mis piernas deseosa de ser tocada y de ser poseída como nunca. Entré abrí mis labios cerrando mis ojos pensando en cómo recibirlo, después de unos segundos me moví para servirme un trago de whisky y sentarme en un sillón individual cruzándome de piernas, sintiéndome sexi en aquel atuendo que había comprado para sorprender a Emmett y que ahora lo haría para impresionar a otro. Mentiría si dijera que eso no me ponía más caliente de lo que estaba, me habían visto con él y era obvio que ya estaba al tanto de que no me había encerrado a llorar por el término de nuestro matrimonio sino que estaba gozando lo que no pude en estos años atrás. Bebí un trago en el momento en que las puertas metálicas se abrieron dejándolo pesar, sonreí poniéndome de pie para ir a su encuentro, sus ojos parecían dos
Hazel —No, definitivamente no —lancé el quinto babydoll sobre la cama, ninguno me parecía lo suficiente bueno para mostrar lo que de verdad quería. Eran muy "recatados" y tampoco quería que me recordara lo que quería desechar de mi memoria. Con fastidio tomé el móvil entrando a una tienda en línea para buscar un conjunto que fuera mejor de lo que tenía en mi armario, quería verme sexi y apetecible para él. Mordí mi labio inferior al encontrar uno en color rojo con moñitos como pezoneras. Era justo lo que quería, lo pedí y mientras tanto me di una ducha para preparar mi piel para que estuviese suave y reluciente. Después de eso peiné mi cabello en una coleta y maquillé mi rostro pintando mis labios de rojo intenso, definiéndolos para resaltarlos más su grosor. Mientras los pintaba cerré mis ojos por unos segundos recordando lo que había tenido entre ellos hace unas horas, presioné mis piernas sintiendo mi humedad, quería probarlo de nuevo, prenderme de él hasta saciarme por completo.