Mis ojos picaron por soltar las lágrimas que estaba conteniendo, mi corazón rompiéndose en pequeños fragmentos ante la imagen asquerosa que estaba contemplando. No podía creerlo, la persona con la que conviví cinco años de mi vida me había traicionado de la forma más baja. Yacía con mi hermanastra en mi propia cama, sin sentir vergüenza por haber apuñalado mi confianza y por un instante pensé «¿qué hice mal para merecer esto?»Con el dolor del mundo y aprovechando que todavía no reparaban en mi presencia saqué mi móvil para grabarlos y asegurarme de tener las pruebas suficientes para no cederle ninguna pequeña parte de mis posesiones. No iba a obtener nada de lo que con esfuerzo trabajaba mientras él se revolcaba con Celine en mi ausencia. Harta de seguir viéndolos, cerré con fuerza la puerta caminando lejos de mi habitación hasta la sala en el primer piso, sirviéndome una copa de vino en lo que ellos bajaban o tenían el descaro de continuar sin importarles nada. No me sorprendería,
Hazel Planté mi firma en el documento que oficialmente me devolvía mi soltería, volvía a ser Hazel Loughty la hija de mi padre y la que no se dejaba desmoronar por nadie. De reojo pude ver cómo él tomaba el lápiz inseguro de hacerlo, después de una lucha de varias semanas que se hicieron infinitamente largas por fin se consiguió lo que quería. Emmett no recibiría nada de mi parte por haber cometido adulterio, ninguno de mis bienes serían tocados por sus manos y mucho menos por la próxima mujer que ostentara una baratija en su mano. Al concluir con las firmas se nos dio el documento que me liberaba de cualquier atadura con Emmettt Wright, sentí la palmada de ánimo de mi hermano, quien era mi abogado y quien se había encargado de todo el proceso. —¡Bienvenida a la soltería! —mi amiga me abrazó con efusividad al salir de la oficina del juez —esto tenemos que celebrarlo. —Claro que si —sonreí pasando mi vista a Celine que iba entrando por el pasillo para lanzarse a los brazos de mi e
Hazel Dejar el pasado atrás y las personas que lo conforman puede ser una de las decisiones más difíciles de la vida, dolorosas y que pueden llenarte de heridas, de inseguridades y desconfianza. Pero era preferible a seguir sufriendo por no ser suficiente para esa persona, sabiendo que si te falló una vez lo hará toda la vida. «Puedes con esto, Hazel. Tu siempre has podido» me dije ante el reflejo del espejo, había maquillado mi rostro cubriendo las enormes bolsas debajo de mis ojos. Forcé una sonrisa tratando de practicar el gesto para mostrar que todo estaba bien conmigo, que nada podría afectarme y que mi corazón era una cúpula de hielo. Dejé salir el aire retenido mirándome una última vez enfundada en un vestido color plata que brillaba con la gran cantidad de cristales que colgaban de él. Estaba lista para ir a divertirme y olvidar el desastre que era mi vida, o lo que decían que era. Tomé mi bolso saliendo de la habitación del hotel donde llevaba hospedándome estas últimas s
HazelAl subir al auto no pude evitar volver a pegar mis labios en los suyos, dejándome llevar por mis propios instintos, nunca había estado con alguien que no fuese mi ex esposo y de alguna manera aquella aventura se sentía peligrosa e indebida, como si estuviese a punto de traicionar a alguien cuando no era así. De algún modo no terminaba de asimilar que estaba divorciada. Las grandes manos de aquel sensual y ardiente hombre tomaron mis piernas, acariciándolas con dureza, haciéndome arder por completo. Un pequeño jadeo salió de mi boca al sentir su deliciosa lengua jugar con la mía, introduciéndome en aquella pelea de disfrute, de gozar los placeres que nos proporcionaban nuestros cuerpos. La voz de la razón me decía que no cayera en aquella trampa que imponía el despecho, pero otra parte sólo me incitaba a seguir y disfrutar mi sexualidad sin sentir remordimiento alguno. Ya no le debía fidelidad y explicaciones a nadie, sólo me debía a mi misma, tomaría lo que quería y en ese mo
Arvid Las puertas de mi oficina se abrieron de golpe, una menuda mujer entraba furiosa lanzando los documentos que le hice llegar esta mañana y lanzarlos sobre el escritorio. Su rostro que en años pasados lucía pacífico se había vuelto amargado por lo sucedido hace unos meses, la buena vida se le hacía acabado y no estaba dispuesto a soltarle nada más. —¿Qué crees que estás haciendo, pequeño Arvid? —soltó entre dientes, llamándome de aquella forma que odiaba con cada parte de mi ser, despertando mis demonios al recordar mis días más oscuros y la razón por la que la odiaba tanto —He sido la esposa de tu padre durante años, tengo tanto derecho a esa empresa como tú y no puedes quitármelo ahora. —Parece que él olvidó cambiar su testamento e incluirte en él, Saanvi —sonreí recostándome sobre él respaldar de la silla, despreocupado por darle una merecida lección después de tantos años —y no deberías quejarte tanto, después de todo se te pasará una pensión por los siguientes cinco años.
Hazel La simplicidad de las cosas muchas veces era maravillosa, como disfrutar del atardecer desde la azotea de un gran edificio en la Gran Manzana, dejando que el aire azote mi cabello y una refrescante Margarita en mis manos. Sin preocupaciones, sin que nadie esté reclamando por un tiempo que no tengo y que en lugar de darme apoyo sólo me... ¡Maldición! «¿Por qué todos mis pensamientos terminaban en el mismo punto? ¿Por qué la traición de ese bastardo seguía taladrando mi mente? ¿Por qué el corazón era tan estúpido?». Mi momento de paz se vio afectado por la dirección de mis pensamientos pero es que la ira de haber estado tanto tiempo con alguien, siendo ciega cuando sólo me clavaban navajas en la espalda. Sacudí mi cabeza ante la frustración del tema, ante lo reciente que estaba el asunto de mi separación y por mucho que creyera que estoy superándolo en realidad no lo hago. Sólo doy un paso para retroceder dos, la aventura de una noche que creí me serviría para distraer mi mente,
Hazel Llegué a la empresa de mi padre encaminándome al ascensor y marcar el último piso. Mi relación con él era bastante buena tanto en lo personal como en lo laboral, antes de hacer cualquier negocio que consideraba bastante importante me pedía opiniones y estar presentes en la firma de estos. Así como también yo hacía lo mismo con respecto a las decisiones importantes de los hoteles.Al entrar a su oficina sonreí recibiendo un abrazo de su parte. —¿Cómo estás, cariño? —preguntó con preocupación, escrutando cada parte de mi rostro en busca de un indicio de dolor. —Mejor que nunca, padre —sonreí restándole importancia al asunto, ignorando el hecho de que mi corazón se sentía oprimido con el asunto tan reciente —No hay nada que tu hija no pueda superar. Sonrió nuevamente revolviendo mi cabello yendo a sentarse de nuevo a su silla tras el escritorio. —Eso es, mi pequeña. Te lo he dicho muchas veces, ningún hombre merece tus lágrimas, ni siquiera yo. Asentí sentándome frente a él,
ArvidAlguna de las cosas que me parecían sensuales en una mujer era lo seguras que se mostraban de sí mismas, siendo consientes del impacto que causaban en los hombres. Hazel era una mujer impresionante en cuanto a físico, su cuerpo curvy que llamaba a mis manos a tocarla, a explorar cada parte de él y saciarme de todo. Sentía tanta hambre por aquella mujer, por mostrarle los placeres que le ofrecía el sexo desenfrenado, podía notar lo inexperta que estaba en el tema y por alguna razón me encantaba la idea de ser yo quien la llevase a ese mundo tan poco explorado por ella. Quería inducirla a lo carnal, a estar con alguien sin necesidad de un vínculo amoroso y no salir dañado en el intento. El dolor que ella cargaba era muy obvio para mi, bastaba con mirarla más de cinco minutos para ver a través de la muralla que intentaba poner entre sus emocione, para que estos no la dominaran por completo. Poco entendía de los vínculos amorosos, nunca llegué a entablar nada con nadie, he tenido