Capítulo 3

Hazel

Al subir al auto no pude evitar volver a pegar mis labios en los suyos, dejándome llevar por mis propios instintos, nunca había estado con alguien que no fuese mi ex esposo y de alguna manera aquella aventura se sentía peligrosa e indebida, como si estuviese a punto de traicionar a alguien cuando no era así. De algún modo no terminaba de asimilar que estaba divorciada.

Las grandes manos de aquel sensual y ardiente hombre tomaron mis piernas, acariciándolas con dureza, haciéndome arder por completo. Un pequeño jadeo salió de mi boca al sentir su deliciosa lengua jugar con la mía, introduciéndome en aquella pelea de disfrute, de gozar los placeres que nos proporcionaban nuestros cuerpos.

La voz de la razón me decía que no cayera en aquella trampa que imponía el despecho, pero otra parte sólo me incitaba a seguir y disfrutar mi sexualidad sin sentir remordimiento alguno. Ya no le debía fidelidad y explicaciones a nadie, sólo me debía a mi misma, tomaría lo que quería y en ese momento sólo deseaba olvidarme de todo en los brazos de aquel ardiente hombre.

Mi respiración era acelerada, con cada segundo el ritmo de nuestras bocas iba en aumento, los toqueteos dejaron de ser inocentes y nos atrevimos a más. Culpaba al alcohol por sacar aquel lado que no conocía de mi, una sensual y descarada Hazel.

—Dime lo que deseas, preciosa, y te lo daré —ronroneó en mi oído, tomando el lóbulo de mi oreja entre sus labios, con sus manos sujetando mis caderas mientras permanecía sentada sobre su regazo totalmente a su disposición.

—A ti, te quiero a ti toda la noche —jadee moviéndome, incitándolo a seguir tocándome en los lugares adecuados hasta que el auto se detuvo dejándonos frente a mi hotel —ven —bajé de su regazo componiendo mi cabello antes de salir y encontrar a más paparazzis sacando fotos del momento en que salía tomada de la mano de Arvid.

«¿Quién es él, Hazel? ¿Es tu nueva conquista? ¿Tan pronto olvidaste a tu ex esposo?» eran algunas de las preguntas, seguida de algunas opiniones que me tenían sin cuidado «¡Lo que es capaz de hacer una mujer despechada! ¡Está tratando de llamar la atención! ¡Es una zorra!» No me importaba como me tildaran, muchas veces la sociedad estaba llena de machistas y misóginos que tildaba a una mujer de "puta" por disfrutar de su sexualidad libremente. En cambio a los hombres los alababan por tener a una o más mujeres a su merced.

No me molesté en contestar ninguna de las preguntas y continué mi camino al interior del hotel con la cabeza en alto, sin verme avergonzada por dar a conocer que me iba a tirar a aquel hombre tan imponente y atractivo, la fantasía de cualquier mujer hetero.

—¿Tendrás problema con eso? —preguntó y hasta en ese momento noté su acento un tanto extraño, un poco marcado con respecto a la "r". «¿De dónde era aquel semental?»

—No —me encogí de hombros entrando al ascensor —estoy acostumbrada a estos comentarios. De igual manera no le debo explicaciones a nadie, soy una mujer oficialmente divorciada.

Solté una pequeña risita tambaleándome un poco y siendo sujetada por sus manos.

—Cuidado —volví a reír cruzando mis brazos alrededor de su cuello, inclinándome y tirando de su cabeza para alcanzar sus labios y rozarlos con los míos. Nuestras respiraciones se mezclaron, mi corazón latía acelerado por la adrenalina que sentía, un leve temblor en mis piernas sintiendo la ansiedad de tener esa noche loca de la qué tal vez me arrepentiría al siguiente día pero tan necesaria como respirar.

Sus manos me alzaron, sorprendiéndome al verme con las piernas alrededor de sus caderas con sus manos sobre mis glúteos y caminando conmigo de esta manera fuera del ascensor que me dejaba directamente en la suite donde me estaba hospedando. Mis labios buscaron la piel de su cuello, llenándolo de besos y lametazos, extasiada de imaginarme lo grandioso que sería estar con él.

Me depositó sobre la cama y se quedó un momento contemplándome de una forma tan intensa que me hizo sentir desnuda aún estando vestida, haciéndome estremecer por completo. Había olvidado la última vez que me sentí tan deseada, que un hombre tuviese tantas ganas de adentrarse en mi cuerpo tantas veces se le fuera posible y los ojos de Arvid me prometían algo tan intenso, tan feroz y ardiente que olvidaría hasta mi nombre.

Tomando iniciativa propia le levanté para deslizar el vestido hasta que fallera al suelo, caminando fuera y sonriéndole con coquetería mientras sus ojos me devoraban completa y los míos desviándose a cierta parte de su anatomía descubriendo lo mucho que lo prendía.

—¿Te gusta lo que vez, Arvid? —me acerqué peligrosamente a él, poniendo las manos sobre su pecho y mirándolo a los ojos, fundiéndome en ese azul tan hermoso y brillante.

—Si —su voz era demasiado gruesa que hizo aumentar mi deseo, relamí mis labios pérdida en él, en su cuerpo.

—¿Y por qué no lo tomas? —lo tenté queriendo apartarme cuando sus manos me volvieron a sujetar con fuerza y sus labios se prendieron de los míos besándome con tanto salvajismo que me sentí perdida con el frenesí, llevándome unos cuantos segundos para seguirme el ritmo.

—Está noche te mostrare lo placentero que puede ser el infierno, Hazel —susurró contra mi boca desgarrando la prenda íntima y lanzándome a la cama, provocándome una sonrisa que fue borrada por sus besos más intensos que los anteriores —haz tentando al diablo, preciosa y te haré arder como ningún otro pudo hacerlo.

.....

Me detuve frente al espejo del baño permaneciendo completamente desnuda, tocando mis labios con suavidad y cerrando mis ojos por unos segundos, evocando los recuerdos de la noche anterior y cayendo en un éxtasis profundo que me hizo desear volver a repetirlo.

Jamás había sentido tanta pasión, algo tan desmedido que me hiciera gritar de placer hasta que mi garganta ardiera, retorcerme en las sábanas bajo su cuerpo presa de la lujuria que me dominaba, jadeando y gimiendo sin inhibición.

Una noche de pasión con ese hombre que parecía el pecado encarnado bastó para olvidarme de las noches mediocres que viví al lado de mi ex marido, para sentir que no conocía en lo absoluto del placer hasta entonces.

Un pequeño jadeo abandonó mis labios abriendo mis ojos de nuevo y observando las marcas sobre mi cuerpo, las que no harían que olvidara la noche anterior por nada del mundo, las que me harían querer buscarlo y repetirlo una y otra vez hasta que mi cuerpo se sintiera eternamente complacido.

—¡Dios! ¿Qué me está pasando? —hable para mi misma al sentir mis mejillas encenderse. Esta mañana había abandonado la habitación antes de que él despertase, huyendo para no tener que enfrentarme a él y sufrir el incómodo momento de "esto no volverá a repetirse". Aunque me hubiera gustado darle las gracias por darme la mejor noche de mi vida.

Con pensamientos calientes pasé el resto del día, sintiéndome pérdida y en una pequeña nube que mi amiga se encargó de bajarme cuando vino a buscarme para escuchar todos los detalles, que obviamente no le daría.

—¿Intercambiaron número? —preguntó alzando las cejas de arriba abajo.

—No, lo único que sé es que es el hombre más sexi y atractivo que he conocido en mi vida, y son muchos, eh.

Ella rió asintiendo.

—¿Será amigo de Caden?

—No lo creo, no estaba en su mesa —estaba segura que no lo había visto ahí, con su hermosura era difícil que pasara desapercibido —de todas maneras da igual.

—¿Cómo que da igual? —exclamó mi amiga levántense indignada —Me has dicho que el hombre te ha dado el mejor polvo de tu vida y me dices que te da igual no saber quien es.

—Si no me lo dijo fue por una razón muy obvia, no quiere que lo busque y mucho menos que le llame. Sólo fue cosa de una noche, Lilly.

—¡Ahg! Cómo digas, Hazel —se volvió a sentar tomando su limonada y succionando de la pajilla mientras me veía de mala manera.

Cuando lo dejé sólo en la habitación tuve una pequeña esperanza que me dejara una nota o algo que me hiciera saber que hice bien mi parte, que no había estado tan mal y no era una frígida como me lo habían dicho muchas veces en estas últimas semanas.

Fue una gran desilusión no encontrar nada, ni una sola prenda olvidó y no dejó dicho nada en recepción. El hombre parecía importarle poco volver a saber de mí y eso estaba bien, así no tendría que confundir las cosas.

«Sólo fue una aventura de una noche, Hazel. Olvídalo»

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