Hazel Entré a una tienda tratando de distraer mi mente en otra cosa que no fuera la imagen mental de ellos dos felices mientras yo luchaba con todas mis fuerzas para no hundirme en el dolor que había causado aquella traición. Era fuerte, si, pero seguía siendo humana y las acciones de los demás también me dañaban. Mis ojos escocían por contener las lágrimas que amenazaban con salir preguntándome si realmente había tan mala para que alguien sintiese que no era suficiente. Aspiré aire repetidas veces en el vestidor, me miré al espejo repitiéndome que yo era más que esto, que las inseguridades no eran parte de mi y que Emmett no valía ni una sola lágrima más de mi parte. Que me olvidara de los sueños que teníamos juntos, de la idea de poder crear una familia cuando él ya estaba creando otra. «Sólo soy yo contra el mundo» me dije a mi misma dando por terminada la pequeña crisis que logró alterar mis nervios. Me probé el vestido de seda en color rojo, de tirantes y muy corto, de adherí
Hazel Exhalé el aire que contenía para no soltar un gemido delante del servicio y avergonzarme por completo, de pie ante una imponente mesa de comedor y mirando de la silla al hombre que me sonreía con una malicia innata. No sabía cómo soportaría aquella dulce tortuga por tanto tiempo si ahora mismo quería lanzármele encima, lo anhelaba desesperadamente y no podía ocultarlo. —Siéntate, Cherry —instó cuando me tardé más de lo debido, mordiéndome mi labio inferior me senté con cuidado, mis párpados pesaban y mi boca quería entreabrirse para soltar pequeños jadeos. Disimulé cualquier gesto placentero cuando el servicio estaba presente, no sabía cómo este lugar podría ser más discreto que la suite de mi hotel. —Retírense —ordenó sentándose a la cabecera de la mesa, guardando el móvil y volviendo la mirada a mi rostro, seguramente a la espera de que soltara algún gemido. Simulé tranquilidad tomando el tenedor para probar la comida en mi plato que olía delicioso. —Mmm —saboree la suav
Hazel Sonrío maliciosa al ver a través de los cristales a Celine caminando confiada por los pasillos de la agencia de modelaje donde acababa de audicionar, se sentía en las nubes al pensar que su sueño se haría realidad pero causada diversión arruinar un poco sus sueños como ella colaboró para arruinar mi vida. Tenía contactos y con solo quererlo ella estaba fuera de las agencias, por eso mismo me encontraba aquí luego de tener una charla amistosa con la dueña de la agencia. Podría ser aborrecible lo que estaba haciendo por jugar con los sueños de alguien más pero no olvidaba las palabras cargadas de veneno que salieron de su boca cuando le tendí la mano, cuando quise que se superara y me pagó de aquella forma. —¿Es ella? —preguntó Loren colocándose a mi lado. —Si, con este pequeño favor estará saldada la deuda —le guiñé un ojo girándome a ella.—Aunque no te debiera te haría ese favor, es poco común que tú pidas algo como eso. Lo que me hace concluir que la chica hizo algo muy mal
Hazel Sus labios envolviendo los míos me tenían hipnotizada, sus manos tocando mi cuerpo y descubriendo el objeto que yacía dentro de mi intimidad, dándole carta blanca para que lo encendería y comenzara esa dulce tortura. Me aferraba a sus hombros sin querer dejar de besarlo, sintiéndome en la gloria al sentir su aroma masculino, un hombre que me ponía a arder con una sola mirada. Sentí si lingual invadiendo mi cavidad bucal, apretando mis glúteos y azotándolos con fuerza como me gustaba. Ahogaba mis gemidos en su boca, mis caderas se movían en contorno a su ingle y su potente miembro punzando por sobre la tela fue lo que necesité para soltar su boca y descender a su cuello, pecho y torso, pasaba la lengua por su piel mientras sus ojos seguían cada movimiento, mis manos bajando el cierre de su bragueta y sacando lo que mi boca tanto deseaba, relamí mis labios ante lo potente que estaba, dura como me gustaba. —Préndete, preciosa —instó con la voz ronca enviando cientos de descargas
Arvid Detuve el auto frente al edificio del hotel de la mujer que me acompañaba de copiloto, eran entrada la madrugada, faltaban pocas horas para el amanecer y por eso me había ofrecido a traerla. —Gracias —sonrió inclinándose para tomar mis labios de forma demandante. —Si no bajas ahora volveré a follarte, Cherry —susurré contra su boca tomando todo mi autocontrol para no tomarla de la cintura y colocarla sobre mi regazo. —No me molestaría pero tengo que trabajar mañana y quedan muy pocas horas de descanso —se apartó pasando su palma delicadamente por mi pecho y torso —ten una buena noche, Arvid. Tomé su mano cuando estuvo a punto de salir del auto, deteniéndola y mirándola con deseo descarado. Algo que notaba que le gustaba. —¿Qué harás el fin de semana? —pasé mis ojos por el escote sabiendo que solo bastaba tirar de la cinta y quedaría completamente desnuda. —No tengo planes, ¿por qué? —Te vendré a recoger el sábado temprano, te llevaré a un lugar. Una gran sonrisa se ensa
Hazel —Esta me parece bien —miré a mi alrededor —es la que más se adecua a mi, es lo suficientemente espaciosa para una sola persona. —Ni siquiera te he dicho el precio. —No importa, la quiero —respondí segura saliendo al pequeño jardín trasero donde había una piscina y verde césped. Llevábamos todo el día buscando una casa, estaba cansada de estar en el hotel y quería un lugar más reservado para mis encuentros con Arvid, también estaba cansada de estar tan expuesta al ojo público, necesitaba un respiro.La casa era de dos pisos, su diseño moderno con grandes cristales oscuros así como todo el color que predominaba en ella, no era muy grande, pero si lo suficiente espaciosa para una sola persona. Constaba de dos habitaciones, cada una con un baño propio y uno en el primer piso, una cocina y comedor unidos, una pequeña sala y un estudio. Sin contar con el bonito jardín, se sentía acogedor, mucho más que mi antigua casa. —Que preparen los documentos para mañana firmarlos —le ordené
Hazel El jet aterrizó en la paradisíaca isla, según me había comentado en el viaje eran ocho hectáreas con palmeras exuberantes y dos playas de arena blanca. La fresca brisa agitó mi cabello cuando bajé, maravillada observé el lugar que se sentía como estar en un paraíso, todo estaba perfectamente cuidado, el pasto verdoso y las grandes palmeras meciéndose con el viento.—Es hermoso —le comenté mientras caminábamos al pequeño auto de golf que nos esperaba para llevarnos a la gran mansión. —No tanto como tú —sentí mis mejillas encenderme, me sentía caliente después de un momento fogoso en la habitación de su jet, mis piernas ardían por su toque y porque terminara lo que había comenzado. Tomé su mano cuando me la ofreció para ayudarme a subir, el lugar era perfecto para olvidarse del mundo y para no querer volver a salir de ahí. —Ya sé cuál será mi siguiente compra innecesaria muy necesario —él sonrió de medio lado sentándose a mi lado y ordenando que nos llevaran a la mansión. —Pu
Hazel Dimos un recorrido en uno de los coches de golf, el lugar era impresionante y el rugido de las olas la melodía más hermosa. La playa me daba paz y lograba relajarme y olvidarme de todas mis frustraciones. Claro estaba que el hombre a mi lado era la razón principal para mi tranquilidad. Nos detuvimos en una zona lejos de la mansión y donde no había personal a la vista, unas grandes palmeras brindaban algo de sombra, se movían al compás de la brisa al igual que mi cabello. Bajé sin esperarle y caminé en silencio hasta la orilla para mojar mis pies en el agua, fijando mis ojos en el inmenso azul. —¿Sucede algo? —preguntó a mi oído, rodeando con sus brazos mi cintura y pegando mi espalda a su pecho. —No, es solo que... —guardé silencio.—¿Qué cosa? —Olvídalo —sacudí la cabeza —no quiero llenarte de mis problemas, así como tampoco quiero que pienses que soy una frustrada que supera el pasado. —¿Por qué asumes esas cosas? Sólo dilo, Cherry. Dejé salir un suspiro y toqué su mano