Hazel Una sonrisa boba se deslizó por mis labios cuando desperté aquella mañana, la luz del sol filtrándose por las cortinas y esa sensación en mi pecho que me atrevía a decir que era felicidad. Perezosa me deslicé de la cama, cogí la camisa negra de botones sin molestarme en ponerme nada más salí de la habitación en su búsqueda. La prenda olía a él, terriblemente exquisito. El personal en aquella casa era poco, lo cual lo hacía más cómodo, nunca había sido de mi comodidad estar rodeada de tanta gente, me hacía sentir un tanto inútil. Siempre disfruté de preparar mi propio desayuno y ordenar mi desastre. Continué caminando hasta la planta baja, saliendo a la parte trasera de la casa encontrándole en una mesa del jardín, con una taza humeante a su lado y su mirada en su iPad. Sonreí, tanto él como yo nos era imposible desconectar del todo de nuestros negocios.—Buenos días —canturree llegando a su lado, sentándome en sus piernas y recargando mi cabeza en su hombro. —Buenos días pr
HazelEl restaurante que había reservado James era el mejor de la ciudad, solíamos venir todos los domingos cuando aún estaba casada con mi padre y éramos una familia "normal". —No sé cómo me convenciste de venir a este lugar —dije al salir del auto y encontrarlo en la entrada ofreciéndome su brazo para entrar juntos. —Tranquila, no pasará nada. Ni él se creía semejante mentira, lo más lógico era que el almuerzo solo fuera con mi hermano y conmigo pero conocía a madre y a su estúpido marido que no perdían la oportunidad de estar en lugar como aquellos. Gozando de un lujo que ellos no podían dárselo. Casi me detuve en seco cuando nos guiaban a nuestra mesa, Celine estaba ahí y junto a ella Emmett. Mi respiración dejó de ser regular, la mirada asesina que le dediqué a mi madre que aún no era consciente de nuestra presencia. —Le dije que no los invitara —siseo James —. Ese hijo de puta tiene el descaro de sentarse en mi mesa...—Es mamá, no sabe decirle que no. El repiqueteo de mis
Arvid Desde la ventanilla del auto la observaba embelesado, estaba sentada en una de los viejos bancos del parque de aquel pueblecito al que su madre la había arrastrado, con un libro en su mano y con la otra descansaba su barbilla. Quería conocerla, quería saber cómo era su vida en aquella casa, si la trataban bien, quería saber todo de ella y mucho más, quería sacarla de ese pueblo de mierda. Ella estaba destinada a la grandeza, no a esto. Si bien con su madre terminamos mal, eso no le daba el derecho de ocultármelo, de llevarla al lugar más remoto del mundo y fingir que esa niña no llevaba mi sangre. Desde que vi su fotografía no dudé ni un segundo que no fuera mía, tenía algunos de mis rasgos, ni siquiera necesitaba una prueba de paternidad para que me confirmara lo que ya sabía.Decidido, abrí la puerta del auto y bajé, caminé con paso decidido acercándome a ella que se despedía de su grupo de amigos con una amabilidad muy característica de su madre. Los nervios comenzaron a ap
Mis ojos picaron por soltar las lágrimas que estaba conteniendo, mi corazón rompiéndose en pequeños fragmentos ante la imagen asquerosa que estaba contemplando. No podía creerlo, la persona con la que conviví cinco años de mi vida me había traicionado de la forma más baja. Yacía con mi hermanastra en mi propia cama, sin sentir vergüenza por haber apuñalado mi confianza y por un instante pensé «¿qué hice mal para merecer esto?»Con el dolor del mundo y aprovechando que todavía no reparaban en mi presencia saqué mi móvil para grabarlos y asegurarme de tener las pruebas suficientes para no cederle ninguna pequeña parte de mis posesiones. No iba a obtener nada de lo que con esfuerzo trabajaba mientras él se revolcaba con Celine en mi ausencia. Harta de seguir viéndolos, cerré con fuerza la puerta caminando lejos de mi habitación hasta la sala en el primer piso, sirviéndome una copa de vino en lo que ellos bajaban o tenían el descaro de continuar sin importarles nada. No me sorprendería,
Hazel Planté mi firma en el documento que oficialmente me devolvía mi soltería, volvía a ser Hazel Loughty la hija de mi padre y la que no se dejaba desmoronar por nadie. De reojo pude ver cómo él tomaba el lápiz inseguro de hacerlo, después de una lucha de varias semanas que se hicieron infinitamente largas por fin se consiguió lo que quería. Emmett no recibiría nada de mi parte por haber cometido adulterio, ninguno de mis bienes serían tocados por sus manos y mucho menos por la próxima mujer que ostentara una baratija en su mano. Al concluir con las firmas se nos dio el documento que me liberaba de cualquier atadura con Emmettt Wright, sentí la palmada de ánimo de mi hermano, quien era mi abogado y quien se había encargado de todo el proceso. —¡Bienvenida a la soltería! —mi amiga me abrazó con efusividad al salir de la oficina del juez —esto tenemos que celebrarlo. —Claro que si —sonreí pasando mi vista a Celine que iba entrando por el pasillo para lanzarse a los brazos de mi e
Hazel Dejar el pasado atrás y las personas que lo conforman puede ser una de las decisiones más difíciles de la vida, dolorosas y que pueden llenarte de heridas, de inseguridades y desconfianza. Pero era preferible a seguir sufriendo por no ser suficiente para esa persona, sabiendo que si te falló una vez lo hará toda la vida. «Puedes con esto, Hazel. Tu siempre has podido» me dije ante el reflejo del espejo, había maquillado mi rostro cubriendo las enormes bolsas debajo de mis ojos. Forcé una sonrisa tratando de practicar el gesto para mostrar que todo estaba bien conmigo, que nada podría afectarme y que mi corazón era una cúpula de hielo. Dejé salir el aire retenido mirándome una última vez enfundada en un vestido color plata que brillaba con la gran cantidad de cristales que colgaban de él. Estaba lista para ir a divertirme y olvidar el desastre que era mi vida, o lo que decían que era. Tomé mi bolso saliendo de la habitación del hotel donde llevaba hospedándome estas últimas s
HazelAl subir al auto no pude evitar volver a pegar mis labios en los suyos, dejándome llevar por mis propios instintos, nunca había estado con alguien que no fuese mi ex esposo y de alguna manera aquella aventura se sentía peligrosa e indebida, como si estuviese a punto de traicionar a alguien cuando no era así. De algún modo no terminaba de asimilar que estaba divorciada. Las grandes manos de aquel sensual y ardiente hombre tomaron mis piernas, acariciándolas con dureza, haciéndome arder por completo. Un pequeño jadeo salió de mi boca al sentir su deliciosa lengua jugar con la mía, introduciéndome en aquella pelea de disfrute, de gozar los placeres que nos proporcionaban nuestros cuerpos. La voz de la razón me decía que no cayera en aquella trampa que imponía el despecho, pero otra parte sólo me incitaba a seguir y disfrutar mi sexualidad sin sentir remordimiento alguno. Ya no le debía fidelidad y explicaciones a nadie, sólo me debía a mi misma, tomaría lo que quería y en ese mo
Arvid Las puertas de mi oficina se abrieron de golpe, una menuda mujer entraba furiosa lanzando los documentos que le hice llegar esta mañana y lanzarlos sobre el escritorio. Su rostro que en años pasados lucía pacífico se había vuelto amargado por lo sucedido hace unos meses, la buena vida se le hacía acabado y no estaba dispuesto a soltarle nada más. —¿Qué crees que estás haciendo, pequeño Arvid? —soltó entre dientes, llamándome de aquella forma que odiaba con cada parte de mi ser, despertando mis demonios al recordar mis días más oscuros y la razón por la que la odiaba tanto —He sido la esposa de tu padre durante años, tengo tanto derecho a esa empresa como tú y no puedes quitármelo ahora. —Parece que él olvidó cambiar su testamento e incluirte en él, Saanvi —sonreí recostándome sobre él respaldar de la silla, despreocupado por darle una merecida lección después de tantos años —y no deberías quejarte tanto, después de todo se te pasará una pensión por los siguientes cinco años.