¡Hola! Bienvenidos a otra aventura intensa. Las actualizaciones funcionarán del siguiente modo: un capítulo diario de lunes a viernes, los sábados y domingos no habrán debido a que serán mis días de descanso. Si por algún motivo no actualizo en los días pactados es por motivos de fuerza mayor, no porque no quiera hacerlo. Con todo claro, nos leemos mañana.
Hazel Mis ojos no se apartaban de los suyos, estaba disfrutando tanto de aquel nuevo rol que todavía era desconocido para mi pero no dejaba de encantarme, de descubrir una nueva versión qué tal vez siempre existió pero nunca la exploté por vivir restringida con alguien que prefería buscar el placer en otras y no en su esposa. —Mmm —saboreé mis labios cuando hubo acabado, recargándome sobre sus piernas para levantarme y depositar un largo beso que me hizo temblar de nuevo —que delicia —mordisquee su labio inferior antes de apartarme y caminar desnuda hasta donde yacía mi bata. —Si, que delicia —repitió mientras sus ojos parecían quemarme con la intensidad en ellos. Me senté en la silla frente a él sonriéndole con inocencia y señalé la comida frente a nosotros. —Será mejor empezar antes de que se nos enfríe, ¿no lo crees? —le guiñé un ojo destapando y plato que olía delicioso con el manjar servido. Mi estómago rugió de hambre y salivé ante la necesidad de probar bocado. —Pensé que
Hazel Salí de sala de reuniones en la empresa de padre después de tratar con nuevos inversionistas para la expansión de otros lugares, subí al ascensor revisando que todavía estuviera a tiempo de llegar a casa de madre para la fiesta de su cumpleaños. La reunión se había extendido más de lo planeado y madre me había llenado el buzón de mensajes preguntándome a qué hora llegaba. Hice una mueca, era tarde y no me daría tiempo de cambiarme, aunque no lucía mal con mi traje celeste de corte recto pero era demasiado elegante para la pequeña fiesta en su jardín. La pequeña caja de regalo yacía dentro de mi bolso por lo que sin ninguna preocupación entré al auto que aparcaron frente a mi. Dejé mi bolso en el asiento de copiloto y conduje adentrándome en el tráfico de la ciudad que se ponía pesado a esta hora, tardaría más en llegar y tendría que escuchar los reclamos de cómo daba más prioridad a mi trabajo que a mi familia, madre era demasiado hiriente cuando se molestaba y seguramente no
Hazel Entré a una tienda tratando de distraer mi mente en otra cosa que no fuera la imagen mental de ellos dos felices mientras yo luchaba con todas mis fuerzas para no hundirme en el dolor que había causado aquella traición. Era fuerte, si, pero seguía siendo humana y las acciones de los demás también me dañaban. Mis ojos escocían por contener las lágrimas que amenazaban con salir preguntándome si realmente había tan mala para que alguien sintiese que no era suficiente. Aspiré aire repetidas veces en el vestidor, me miré al espejo repitiéndome que yo era más que esto, que las inseguridades no eran parte de mi y que Emmett no valía ni una sola lágrima más de mi parte. Que me olvidara de los sueños que teníamos juntos, de la idea de poder crear una familia cuando él ya estaba creando otra. «Sólo soy yo contra el mundo» me dije a mi misma dando por terminada la pequeña crisis que logró alterar mis nervios. Me probé el vestido de seda en color rojo, de tirantes y muy corto, de adherí
Hazel Exhalé el aire que contenía para no soltar un gemido delante del servicio y avergonzarme por completo, de pie ante una imponente mesa de comedor y mirando de la silla al hombre que me sonreía con una malicia innata. No sabía cómo soportaría aquella dulce tortuga por tanto tiempo si ahora mismo quería lanzármele encima, lo anhelaba desesperadamente y no podía ocultarlo. —Siéntate, Cherry —instó cuando me tardé más de lo debido, mordiéndome mi labio inferior me senté con cuidado, mis párpados pesaban y mi boca quería entreabrirse para soltar pequeños jadeos. Disimulé cualquier gesto placentero cuando el servicio estaba presente, no sabía cómo este lugar podría ser más discreto que la suite de mi hotel. —Retírense —ordenó sentándose a la cabecera de la mesa, guardando el móvil y volviendo la mirada a mi rostro, seguramente a la espera de que soltara algún gemido. Simulé tranquilidad tomando el tenedor para probar la comida en mi plato que olía delicioso. —Mmm —saboree la suav
Hazel Sonrío maliciosa al ver a través de los cristales a Celine caminando confiada por los pasillos de la agencia de modelaje donde acababa de audicionar, se sentía en las nubes al pensar que su sueño se haría realidad pero causada diversión arruinar un poco sus sueños como ella colaboró para arruinar mi vida. Tenía contactos y con solo quererlo ella estaba fuera de las agencias, por eso mismo me encontraba aquí luego de tener una charla amistosa con la dueña de la agencia. Podría ser aborrecible lo que estaba haciendo por jugar con los sueños de alguien más pero no olvidaba las palabras cargadas de veneno que salieron de su boca cuando le tendí la mano, cuando quise que se superara y me pagó de aquella forma. —¿Es ella? —preguntó Loren colocándose a mi lado. —Si, con este pequeño favor estará saldada la deuda —le guiñé un ojo girándome a ella.—Aunque no te debiera te haría ese favor, es poco común que tú pidas algo como eso. Lo que me hace concluir que la chica hizo algo muy mal
Hazel Sus labios envolviendo los míos me tenían hipnotizada, sus manos tocando mi cuerpo y descubriendo el objeto que yacía dentro de mi intimidad, dándole carta blanca para que lo encendería y comenzara esa dulce tortura. Me aferraba a sus hombros sin querer dejar de besarlo, sintiéndome en la gloria al sentir su aroma masculino, un hombre que me ponía a arder con una sola mirada. Sentí si lingual invadiendo mi cavidad bucal, apretando mis glúteos y azotándolos con fuerza como me gustaba. Ahogaba mis gemidos en su boca, mis caderas se movían en contorno a su ingle y su potente miembro punzando por sobre la tela fue lo que necesité para soltar su boca y descender a su cuello, pecho y torso, pasaba la lengua por su piel mientras sus ojos seguían cada movimiento, mis manos bajando el cierre de su bragueta y sacando lo que mi boca tanto deseaba, relamí mis labios ante lo potente que estaba, dura como me gustaba. —Préndete, preciosa —instó con la voz ronca enviando cientos de descargas
Arvid Detuve el auto frente al edificio del hotel de la mujer que me acompañaba de copiloto, eran entrada la madrugada, faltaban pocas horas para el amanecer y por eso me había ofrecido a traerla. —Gracias —sonrió inclinándose para tomar mis labios de forma demandante. —Si no bajas ahora volveré a follarte, Cherry —susurré contra su boca tomando todo mi autocontrol para no tomarla de la cintura y colocarla sobre mi regazo. —No me molestaría pero tengo que trabajar mañana y quedan muy pocas horas de descanso —se apartó pasando su palma delicadamente por mi pecho y torso —ten una buena noche, Arvid. Tomé su mano cuando estuvo a punto de salir del auto, deteniéndola y mirándola con deseo descarado. Algo que notaba que le gustaba. —¿Qué harás el fin de semana? —pasé mis ojos por el escote sabiendo que solo bastaba tirar de la cinta y quedaría completamente desnuda. —No tengo planes, ¿por qué? —Te vendré a recoger el sábado temprano, te llevaré a un lugar. Una gran sonrisa se ensa
Hazel —Esta me parece bien —miré a mi alrededor —es la que más se adecua a mi, es lo suficientemente espaciosa para una sola persona. —Ni siquiera te he dicho el precio. —No importa, la quiero —respondí segura saliendo al pequeño jardín trasero donde había una piscina y verde césped. Llevábamos todo el día buscando una casa, estaba cansada de estar en el hotel y quería un lugar más reservado para mis encuentros con Arvid, también estaba cansada de estar tan expuesta al ojo público, necesitaba un respiro.La casa era de dos pisos, su diseño moderno con grandes cristales oscuros así como todo el color que predominaba en ella, no era muy grande, pero si lo suficiente espaciosa para una sola persona. Constaba de dos habitaciones, cada una con un baño propio y uno en el primer piso, una cocina y comedor unidos, una pequeña sala y un estudio. Sin contar con el bonito jardín, se sentía acogedor, mucho más que mi antigua casa. —Que preparen los documentos para mañana firmarlos —le ordené