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Ángel
Ángel
Por: Yei
El juego del destino.

Ángel, obsesión, amor y traición. 

Volumen 1.

En una noche húmeda y cubierta por neblina y bruma, un joven salió ebrio de un club nocturno. Su auto se encontraba estacionado al otro lado de la carretera, y entre tambaleo y mareos, el joven caminó y buscó dentro de sus bolsillos las llaves del Ferrari, y justo cuando estaba por abrir la puerta del auto, una hermosa mujer lo sujetó del brazo y al voltearlo le dijo; —“Mi amor, estás aquí”. ¡Tengo frío, no me siento bien! Ángel se quedó atónito cuando la mujer lo besó; sin embargo, aquella jovencita se desvaneció en sus brazos. 

Al día siguiente, Ángel despertó y vio a la dama que dormía a su lado. En realidad ella se encontraba de espalda y por un momento quiso tocarla y voltearla, pero en cuanto vio que ella portaba una sortija de bodas, se abstuvo de hacerlo y huyó del lugar.

—¿Qué hice? Se preguntó al sentarse tras el volante, una vez que se puso en marcha recordó un poco de lo acontecido la noche anterior.

—La llevé a ese hotel y, cuando reaccionó, ella me besó y se desvistió. ¡Dios, esto es confuso! —Ok, fui débil, lo admito. Se cuestionaba el joven y continuó intentando recordar. 

—Me perdí en su exquisita piel blanca, su boca fue el comienzo de todo y sus besos ardientes bajaron por mi cuello. ¿Cómo negarme a ella? Si al tocar su entrepierna se estremeció toda y lanzó un gemido que me hizo perder la cordura, «oh, dulce mujer, tu cuerpo es mi templo». Un ángel necesita uno. Al recordar eso, el joven sonrió, la mujer había apagado la luz y, por más que quisiera, solamente recordaría lo que vi a través de sus siluetas. 

—Sus piernas dibujaban dos montañas, y me perdí en medio de ellas, probar su cuerpo, me hizo pensar en si ella es la indicada, quería más y más. Sádicos y exquisitos movimientos extendieron nuestra noche, una noche que parecía no acabar, entre más la hacía mía, más me suplicaba que no te dejará. En ese momento el joven estacionó a un lado de la carrera. Su mente era un torbellino de pensamientos y preguntas.

Pero, ¿era a mí que me lo estaba pidiendo? ¿Pensaba realmente en mí? ¿De verdad era a mí que se entregaba? ¿O deseaba que yo fuera otro hombre? No lo puedo creer, me dejé llevar por la lujuria y la pasión, puedo describir a la mujer perfecta, pero no lo haré, porque no sé quién es. 

Por más que el joven intentará no pensar, el olor de aquella mujer se quedó grabado en su mente. Después de un rato, sacudió la cabeza y con ironía se dijo. 

Mi nombre es Ángel Roquefeller. La verdad es que no sé por qué me dieron ese nombre, “no lo merezco”, no es lo que soy. Pero si de algo estoy seguro es de que puedo hacer lo que sea, si ella es el amor de mi vida, hasta me convertiría en su amante.

— Yo, Ángel Roquefeller jugando a ser amante, qué ironía, un hombre como yo en esta posición. En ese momento, el joven decidió volver y de camino se decía. —No me importa quién sea su esposo, haré que se quite ese anillo. Se dijo decidido. Ángel ha probado mil veces el pecado carnal, pero es la primera vez que una mujer logra robarle el aliento. No obstante, al llegar a la habitación, Ángel no encontró a nadie. Las mucamas del hotel ya habían hecho la cama, y ninguna de ellas vio a la chica. 

—¡Señor, nosotras llegamos hace diez minutos, y no había nadie! 

¡De pie en la entrada, Ángel apretó los _ puños y sacó su teléfono! El tono del teléfono repicó varias veces y cuando fue atendido, Ángel rugió como una bestia. —¡Nixon, ven aquí de inmediato, te quiero ya en el hotel Empire, necesito una orden para obtener las grabaciones de este lugar! 

—¡Como usted lo ordene su señoría! Del otro lado, Nixon se burló de su amigo, pero su osadía no le duró mucho. 

—¡Nixon, si no estás aquí en cinco minutos haré que quiten tu licencia de abogado, así perderás esa risita! Evidentemente, Ángel no está de humor como para aguantar las burlas de su amigo. 

*****

Dos meses después. 

En la quinta de la familia Miller, todos se preparaban para festejar el primer aniversario de Melany y Fabricio. 

Melany tiene 23 años, cabello negro y ojos color miel, ese día ella llegó agotada, pues viajo desde la ciudad solamente para festejar su aniversario, en ese momento, la joven se encontraba en su alcoba y mientras se probaba el vestido que usaría esa noche, la madre de Fabricio entró sosteniendo una caja en sus manos.

—¡Hija, te traje algo que creo que te puede ser muy útil para hoy! En ese momento, los ojos de Melany Hilton, se posaron sobre el obsequio y sonrió al preguntar. 

—“¿Eso es para mí?”, madre, en verdad te lo agradezco mucho. 

Micaela, la madre de Fabricio, sonrió por compromiso, y con sarcasmo e ironía contestó. 

¡Quizás con esto sí logres excitar a mi hijo! Esas palabras iban llenas de veneno, e ironía. ¡Necesitamos pronto un heredero! Agregó Micaela, antes de sacar de la caja, un hermoso conjunto de lencería; era rojo intenso y, por lo visto, no dejaba nada a la imaginación. 

—“Te lo agradezco, muchas gracias, madre”. La humildad de Melanie era notoria, cualquier regalo o detalle lo aceptaba con gusto. 

—Suegra, le juro que lo usaré esta noche, espero darte pronto esa noticia que tanto quieres escuchar. 

Melany no logró percatarse de las malas intenciones de su suegra, y eso se debió a qué se tocó el vientre. Ella ya cargaba al tan esperado heredero, pero quería que Fabricio sea el primero en enterarse de la noticia. 

****

Lejos de los Miller, en la habitación de un hotel, una hermosa chica salió de la ducha envuelta en una toalla. 

—¡Mi vida, olvidé el vestido, me lo puedes pasar, por favor! 

De inmediato, Fabricio se levantó de la cama y agarró el vestido, luego sonrió con picardía. ¿Lo quieres? Entonces, ven y me lo quitas de las manos. —¡Eres insaciable! Contestó la joven, al dejar caer la toalla, luego envolvió sus brazos alrededor del cuello de Fabricio y le suplicó con dulzura. —¡Hazme tuya una vez más! Al morderse el labio con tal sensualidad, Fabricio volvió a caer en las garras de la provocadora mujer, y sus cuerpos se volvieron uno solo. —¿Dime qué tienes que no te puedo dejar? Le preguntó el hombre, mientras poseía a la joven. Desde que conoció a Susi, se volvió adicto a su cuerpo, la cogía una y otra vez y no saciaba su deseo. 

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