Ella está muerta.

 La chica temblaba de miedo y titubeó al hablar, pues Fabricio suele ser agresivo.  Melany sintió pena de que le hiciera daño a Ángel, después de todo fue quien la salvó en la mañana. 

Mientras ella daba su versión, los hombres de Ángel llegaron y se posaron justo detrás de él. 

—¡Señor! Efraín, el capataz de la hacienda de los Roquefeller, llegó al rescate de su jefe. No iba solo, lo acompañaban los guardaespaldas de Ángel. 

En ese momento, ellos también desenfundaron sus armas, su deber era proteger a su jefe. 

—¡Roquefeller, no creas que me intimidas! Te perdonaré solamente porque la salvaste. Dijo Fabricio al colocar una chaqueta en los hombros de su esposa. 

Mientras que Ángel, observó esa escena, lo que dijo la chica era mentira. Él la vio caminar hacia el mar, y todos los hechos le dejan ver que ella no quería vivir, además, ella misma le reclamó por haberla salvado. 

—¡Tienen cinco minutos para salir de mi propiedad, de lo contrario no responderé! Advirtió con prepotencia. Ángel estaba ahí para defender a su madre, por ende, miró a todos y continuó. — Por cierto, enséñale a su esposa los límites de tu hacienda, no es la primera vez que la veo por aquí, al igual que a tus hombres que les gusta entrar a robar. Tras dar esa advertencia, Ángel se volteó y levantó su sombrero. 

Por otro lado, Melany se sujetaba los hombros debido al frío. ¿Él es Ángel Roquefeller? Ella recordó la advertencia que le había hecho hace unas horas, le dijo que se fuera antes de que llegara Ángel Roquefeller. 

Como de costumbre, Fabricio ignoró la pregunta y le dijo. 

—¡Cariño, vamos, no debiste salir así! Fabricio se la llevó abrazada, y todo por aparentar frente a Ángel.

Mientras que Melany caminaba despacio y recordó el porqué decidió terminar su vida. 

Después de que Fabricio la dejara sola en la habitación, ella corrió tras él y le gritó en medio de todos los invitados. 

—¡Si no quieres a tu hijo, tampoco me quieres a mí, desapareceré de tu vida, si eso es lo que deseas, nunca más te volveré a molestar! Luego salió corriendo de la celebración. Al principio, Fabricio creyó que mentía, y la dejó hacer la rabieta, pero minutos después salió y ella ya no estaba por ningún lado. Al preguntarle a los peones, ellos le dijeron que se había ido en dirección a la finca de los s Roquefeller.

La razón por la que ella siempre iba a ese lado de la playa, es porque ahí murió su amigo, o mejor dicho su amor, él desapareció frente a sus ojos y nunca encontraron el cuerpo de Miguel. 

Pero eso ella se lo guardó en el corazón, nunca ha hablado con Fabricio sobre el, esa noche, ella quiso hacer lo mismo que hizo ese joven, desaparecer en el mar. 

Por otro lado, Ángel volvió al establo y lo hizo para hablar con su amigo Aníbal, el viejo peón de la hacienda. 

—¡Hola Aníbal! Dijo al darle una botella de ron, Luego caminó un poco más y acarició su caballo. 

—¡Esa chica, volvió a cruzar la propiedad, la acabo de salvar, de morir ahogada! Creo que la estoy conociendo, ella es una mentirosa! Esta noche, la miré muy bien, y no sé por qué, pero me recuerda mucho a mi primer amor. Casi diría que es ella. 

—¿Crees en la reencarnación? Preguntó el hombre de avanzada edad y con voz ronca. 

—Ángel sacudió la cabeza y negando, dijo. Es imposible, “Ella está muerta” Ángel desconoce el nombre de la esposa de Fabricio, pero ¿Será que es mera coincidencia de que se parezcan?

Don Aníbal, si ella estuviera con vida para mí, sería igual. La amé, es cierto, pero ella nunca se atrevió a volver. Me abandonó en el mar, casi muero por su culpa.

—¡Joven Ángel, no te confundas, cuando las almas están destinadas, ni la misma muerte puede separarlo! Dicen que más sabe el diablo por viejo, que por diablo, y Aníbal ha visto muchas cosas, las cuales ha tenido que callar. Miguel Ángel es el nombre de ese chico, pero poco después del accidente, obligó a todos a decirle solamente Ángel. 

Tras ese incidente, decidió enterrar al dulce e ingenuo Miguel, después de ese día, su carácter cambió y se convirtió en el frío hombre que es ahora. El despiadado Ángel. 

Don Aníbal, por favor, no las comparemos, esta vieja es maleducada, parece una niña rica que solamente sabe ofender, además… Ángel se detuvo al pensar que había sido testigo de las mentiras de la mujer 

—Ella era diferente, sencilla, amable y la dulzura se desbordaba hasta en su voz. En ese momento, Ángel le dio su vaso a Aníbal y luego se fue a duchar. 

Mientras que en la hacienda del al lado, Fabricio arrastró nuevamente a Melany del brazo. —¡Suéltame, me lastimas! Ella sacudió el brazo e intentó soltarse. 

—¡Melany, no me provoques, cómo pusiste ir a esa propiedad, Ángel es despiadado, no lo conoces, él no dudará en traspasar una bala en tu cabeza! ¿Acaso eres idiota?

Ellos discutían arriba, cerca de las escaleras, y la ropa de Melany todavía destilaba agua. 

—¡Entiende, no conozco bien este lugar, lamento mucho haberte metido en problemas, no lo volveré a hacer! A continuación, la joven sacudió el brazo con mucha más fuerza, y comenzaron a forcejear. Ella jalaba para su lado mientras que Fabricio la sostenía con fuerza, de pronto la mirada del hombre cambió y le preguntó. ¿Qué pasará si te suelto? 

Sin dudarlo, Fabricio aflojó su agarre, ella se fue hacia atrás y resbaló debido a lo mojado del suelo. 

—¡Melany, no…! El hombre solamente bromeaba, sin embargo, la vio rodar escaleras abajo, y por más que quiso detenerla no lo logró. 

—¡Melany! Auxilio… Exclamaba el hombre al ver el charco de sangre al pie de la escalera. ¿Será cierto que no fue su intención que ella terminase así? Eso solamente Fabricio lo sabe. 

—El hombre bajó a toda prisa y al querer levantarla, se percató de que su esposa también tenía sangre en el vestido. 

—¡No puede ser! Llamé una ambulancia. 

—Melany, por favor, perdóname, esto fue mi culpa. El hombre se dio cuenta de que era su error, él la sujetó fuerte y cuando aflojó sus dedos, ella jaló el brazo con fuerza y terminó cayendo. 

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