El amor y la obsesión.

13 Al abrirse, Fabricio salió y no le permitió ni siquiera asomarse. —¡Mi amor, estabas aquí, lo siento, estaba en el baño, arreglándome para salir, no te escuché! El hombre fingió sorpresa, y supo cómo distraerla.

–¡Vamos juntos a casa! Contestó la joven…

—¡Fabricio!, estuve pensando, siempre te quejas de que no sé cocinar, así que quiero tomar un curso de cocina, prepararé los mejores platos para ti.

Ante esas palabras, el hombre se detuvo y la interrumpió. —¡No, tú no naciste para la cocina, todo lo quemas y tu comida, nadie la puede comer, es mala idea! Si quieres gastar tu tiempo, no sé, busca un gimnasio. Termina tu carrera, te ruego que no te metas a la cocina. Evidentemente, este hombre es machista hasta los huesos, y en lugar de apoyarla le quita el ánimo.

Minutos después, la joven subió al auto con desilusión, había imaginado que él se pondría feliz, pero fue todo lo contrario.

Durante el camino, Melany no dijo ni una sola palabra, el hombre tampoco lo hizo, ni siquiera
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