—¡Odio que escuchen mis asuntos privados!

20 No lo haré, pero debemos agilizar el divorcio antes de que ella se dé cuenta e intervenga a favor de ese parásito.

Asintiendo, la joven arrastró la maleta hasta el estacionamiento, por otro lado, Melany llegó al edificio Feller con una gran jaqueca.

—¡¿No debí tomar tanto, quien en su sano juicio toma entre semana! Se reprocha al apoyar la cabeza en el escritorio. —¡Soy una estúpida! Aparte, ni siquiera logré lo que quería, Fabricio me volvió a decepcionar. Soy un fracaso de mujer. Por lo vista, Melany se subestima, no tiene confianza en ella misma.

Esa mañana el tiempo pasó volando, Ángel llegó al edificio hasta después del mediodía. ¡Señor! La secretaria, como siempre, corría para seguirle el paso de su jefe.

—¡Llamó el señor, Marcos Bustamante! Dice que le urge saber la fecha que asignará para su reunión.

—¡También llamarón los fotógrafos, dicen que necesita que le haga llegar la dirección exacta del lugar donde desea grabar!

Justo en ese instante, Ángel se detuvo y la sec
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