Usted no quería a mis papás.

21 Mientras la observaba, Ángel dejó salir un nombre de su boca. —¡Miguel!

—¿Miguel, señor? Quiere que llame a alguien, dime el apellido y lo buscaré en la agenda.

—En tu memoria deberías buscar— Ángel murmuró esto último. Pero al ver que ella no reaccionó al escuchar el nombre, se sentó a la orilla del escritorio y dijo.

—Tenía un amigo que se llamaba Miguel, pero un día desapareció de la nada, se esfumó como el humo en el viento.

—Entiendo, señor, pero ya le di mi palabra, no sé nada, es más. ¿De qué estábamos hablando? Recuerdo que me pidió su café, aquí está, y ahora me retiro, iré a llamar al señor Bustamante, y a los publicistas.

Ella fingió una sonrisa y salió de inmediato, mientras que Ángel la vio desaparecer a través del cristal. —¿Es una cabeza hueca? Dios de la que me salvaste, muchas gracias por quitarla de mi camino… simplemente, no podría con esa tonta.

En ese momento, Ángel miró la taza de café y recordó el momento en que ella lo puso en ese lugar, pero hubo algo e
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