Sal por las buenas.

No me mientas, creí que éramos amigas; sin embargo, te guardas cosas para ti. Al detenerse, la joven secretaria señaló a su jefe y añadió.

Ves esa sonrisa, la tiene desde que llegaste a la compañía, claro, ahora se nota más, además, te tiene custodiada como si fueras un tesoro. Ella habló con los brazos cruzados y fingiendo malestar.

—¡Lo siento mucho, es solo que ya viste, no se puede confiar en nadie, mi mejor amiga me traicionó! Melany le pasó el brazo por el hombro y ambas siguieron juntas hasta una mesa.

Mientras tanto, Sully hizo una espectacular entrada, su dominante presencia atrae miradas a donde quiera que va, y ese día no fue la excepción.

Oh, oh… mira quién es… Lucrecia cambió radicalmente su rostro.

—¡No sé quién sea esa señora! ¿Pero, esa es Lizbeth? Un grupo de distinguidos caballeros le quitaba visibilidad a Melany.

—¡No la soporto! Te juro que desearía que alguien la desapareciera de la faz de la tierra, es tan irritante. Lucrecia descargó la frustración y el ma
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