Allegra subió furiosa a la cubierta, donde sabía que encontraría a Duncan.
Llevaba la misma ropa del día anterior y el cabello recogido de manera descuidada en un rodete, con las mejillas coloreadas de la misma ira y pisando fuerte.
Era la primera hora de la mañana, y el clima estaba perfecto para pescar, echarse quizá al agua a bucear o disfrutar del paisaje, pero iba a hacer que la devolviera a tierra quisiera o no. La noche anterior había cometido el error de creer que era el mismo Duncan que había conocido antes y con el que podía hablar razonablemente y negociar la devolución de la Chrystal, pero había comprobado que no era así.
Al contrario, había salido herida a niveles que él no se alcanzaba a imaginar.<
Las siguientes semanas estuvieron llenas de mucha actividad. Allegra se quedó en la mansión para estar pendiente de cada cosa que sucediera. Evitar los recuerdos del pasado que el estar allí le producía era ya una tontería, ella se las había arreglado para hacer unos nuevos recuerdos en el yate, sitio del que estaba segura jamás en la vida volvería a pisar. El tiempo de conciliación dado por la juez se había vencido, era hora de actuar, y la mera expectativa la llenaba de desasosiego. Los abogados contratados por Haggerty para defender a la Chrystal no eran cualquier cosa, y estaban escarbando en el pasado de Duncan cualquier prueba que lo hiciera quedar como un bárbaro desleal y aprovechado, pero si bien habían hallado pruebas contundentes de que era certero y a veces agresivo en sus estrategias, no encontraron nada que lo hicieran quedar como
Duncan iba a toda velocidad en su Audi.Sabía que aquello no era muy sensato, y que estaba abusando de la buena suerte, pero no era capaz de desacelerar.Ella había quedado llorando, y él había tenido que aferrarse a toda la ira que estaba sintiendo para no retractarse e ir y abrazarla y consolarla.Y eran los momentos en que más se odiaba a sí mismo. Ella no había tenido ningún pesar por su hermano cuando sacó a relucir lo de su pasado, y él, idiota y mil veces idiota, se compungía cuando la veía llorar, aunque se lo mereciera.Se aferró al volante y trató de normalizar su respiración.Allegra aún lo af
¿Cuántas horas habían pasado? Se preguntó Duncan. ¿Diez? ¿Veinte?Todo seguía obscuro. Sólo alguien abría de vez en cuando una puerta metálica a su derecha y le dejaba al alcance un plato de comida, que quién sabe cómo iba a comer, pues tenía las manos esposadas a la espalda. Tal vez esperaban que se precipitara sobre el plato como un perro, pero hasta ahora no les había dado el gusto.Llegaría el momento en que estuviera famélico y perdiera la dignidad, pero mientras tanto, iba a luchar.Nadie había venido a explicarle por qué estaba allí. Nadie había venido para decirle que habían pedido rescate por él a su familia, o que pretendían que modificara
La puerta metálica se abrió, y Duncan movió levemente la cabeza huyendo de la luz. Sus ojos se habían acostumbrado a la obscuridad.—¿Lo has entendido ahora?Al escuchar la voz se tensó. Luego se echó a reír, sin humor.—Tú, maldito anciano.Haggerty dio unos pasos avanzando hacia el que en el pasado fue su pupilo. Duncan seguía en la misma posición: de rodillas, con la espalda doblada hacia el frente y la cabeza apoyada en el suelo.—No podía ser de otro modo. Dime, ¿me habrías escuchado si te digo que Allegra nunca te engañó? ¿Que fue tan víctima como tú? ¿
La casa Richman no era realmente una casa, era una mansión.No demasiado grande ni ostentosa, pero sí cómoda y con signos de ser habitada.Seguramente esta sí tenía las cien habitaciones de las que él se había burlado, y según lo que sabía, la casa era propia, no alquilada como hacían algunos millonarios famosos. Él la había reconstruido, prácticamente, luego de haberla comprado en un remate. En las revistas habían mostrado todo el proceso de reconstrucción y rediseño de aquella mansión, y si no era más grande que la suya, sí era más moderna, más práctica y pensada para una familia.Se había anun
Duncan abrió los ojos y vio a Allegra.Oh, bien, ahora estaba delirando.Allegra estaba allí, más hermosa que nunca, y lo miraba a los ojos con mil preguntas en su mirada. Él, tan débil como estaba, sólo atinó a sonreír. Alzó una mano hacia ella y acarició una de sus aterciopeladas mejillas.—Tan hermosa.—Lo mismo decía yo –farfulló ella, y él frunció el ceño.—Debo estar muy enfermo, si te traje aquí con mi imaginación.—No sé si con tu imaginación, pero sí que estoy atrapada aquí —Dun
Allegra despertó con una extraña sensación. Había algo fuera de lugar allí, alguien la tenía abrazada, como cuando…Como cuando despertaba abrazada a Duncan.Oh, diablos, ¿qué era toda esa locura?Se movió lentamente, y se encontró con que, efectivamente, estaba abrazada a Duncan.Cerró sus ojos y recordó de golpe. Había ido hasta allí para preguntarle qué demonios buscaba con eso de devolverle la empresa a cambio de nada, para luego quedar encerrada en su habitación gracias a Nicholas. Luego descubrió que él estaba enfermo, y por tanto, en una actitud más comprensiva, y después, cediendo a su orden de dormir una sie
Cuando llegaron al video que ambos habían visto cuatro años atrás, ella se puso en pie dirigiéndose al televisor. Al ver sus intenciones, él la detuvo.—¡Ese maldito! –Exclamó Allegra en un grito de aflicción—. ¡En cuanto lo vea lo mataré! ¡Esta vez te juro que no fallaré y lo mataré!—Ya, ya. Lo encontraremos y le haremos pagar.—¡Pero mira lo que me hizo! ¡Por su culpa! ¡Por su egoísmo!Duncan la abrazó fuertemente.Ella empezó a llorar de nuevo y él no dejó de abrazarla, masajearle la espalda y consolarla. Él también sintió