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Duncan iba a toda velocidad en su Audi.

Sabía que aquello no era muy sensato, y que estaba abusando de la buena suerte, pero no era capaz de desacelerar.

Ella había quedado llorando, y él había tenido que aferrarse a toda la ira que estaba sintiendo para no retractarse e ir y abrazarla y consolarla.

Y eran los momentos en que más se odiaba a sí mismo. Ella no había tenido ningún pesar por su hermano cuando sacó a relucir lo de su pasado, y él, idiota y mil veces idiota, se compungía cuando la veía llorar, aunque se lo mereciera.

Se aferró al volante y trató de normalizar su respiración.

Allegra aún lo af

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