Cuando el abuelo de Joseph enfermó de gravedad, Joseph había hablado con los dueños de los hoteles Larsson y renunció al restaurante, pero como él era el chef insignia de todos los restaurantes Välsmakande se comprometió a quedarse hasta encontrar su sucesor, y ya había rechazado a muchos.
Ahora es necesaria su salida inmediata, su abuelo había muerto, nadie en el trabajo lo sabía, pero eso lo tenía muy mal.
Buenos días, sean bienvenidos a la lectura del testamento de Lorenzo Rinaldi, por favor tomen asiento —exclamó el abogado en voz alta.
Joseph se sentía indigno de su destino, pero sabe que es su responsabilidad.
Alfredo su hermano menor se acercó a él y le ofreció ayuda para buscar una silla.
—Estoy bien, yo puedo solo —inquirió molesto, Alfredo mostró sus palmas en rendición y se alejó.
Finalmente arrimando las sillas de adelante Joseph pudo sentarse y sin darse cuenta frota su muslo izquierdo tratando de mitigar el dolor.
Su abuela pone su mano en la de él, sus ojos son tristes, acaban de enterrar a su esposo, solo dos años después de la muerte de su hijo y nuera.
El día que cambió la vida de Joseph.
Joseph dejó de escuchar al abogado dictando la lista de propiedades y disposición de las mismas recordando aquel trágico día, él iba en camino a su fiesta de compromiso conduciendo, sus padres iban con él y un ebrio los chocó.
El abogado se aclaró la garganta pidiendo atención.
—Con permiso de doña Aurora y los dos únicos nietos del occiso Lorenzo Rinaldi, leeré lo concerniente a la presidencia del grupo empresarial Rinaldi, estipulado por él mismo:
—La presidencia es una carga pesada y yo necesité a mi esposa, sin ella simplemente no hubiera podido encargarme del grupo empresarial Rinaldi.
Desde hace muchas generaciones el primogénito tiene esta responsabilidad, pero a partir de mí le anexo una condición.
Mi nieto Joseph Andrea Rinaldi, deberá estar casado y tener al menos un hijo para poder ser presidente, para ello pongo un máximo de seis meses desde mi salida del cargo para cumplir con el requisito.
Si Joseph se niega a cumplir con esta condición, entonces la presidencia irá a su hermano Alfredo Francesco Rinaldi.
— ¡¿Qué significa esto?! —Preguntó Aurora indignada al abogado— ¿Cuándo mi marido hizo este cambio?
—Abuela, yo puedo tomar la presidencia —objetó Alfredo que no podía disimular su emoción—, igual siempre he trabajado en el grupo empresarial, no como Joseph que se mantuvo en su cocina y nada le importa el grupo empresarial…
Joseph estaba sorprendido, desde que tiene uso de razón sabía que como primogénito le llegaría el momento de ser CEO de las empresas de la familia, pero ahora su abuelo se lo prohíbe por ser soltero.
Se mantiene en silencio y hubiera podido aceptarlo, pero la disposición de su hermano de hacerlo quedar como un irresponsable con su familia lo hicieron analizar la situación desde otra perspectiva.
— ¿Tienes muchas deudas Alfredo? —preguntó Joseph mirando fijamente a su hermano menor.
— ¡Qué! ¿De-de… qué hablas? —objetó Alfredo tartamudeando.
—Conozco a los dueños del casino Fortuna. Sé que te endeudaste, ¿quién crees que pagó tu deuda? Eres un imbécil…
Alfredo dio un paso atrás, no se esperaba que Joseph estuviera enterado de sus problemas de juego, mucho menos que hubiera pagado una deuda.
—No sé de qué hablas…
—Alfredo, ¿es eso cierto? —Preguntó Aurora espantada—. Cómo es posible, Joseph, debiste decirme.
—Abuela, es un malentendido obviamente, lo que pasa es que Joseph se cree mejor que yo y solo quiere ridiculizarme.
—Tú no necesitas ayuda para eso… —espetó Joseph con sorna.
—Al menos yo estoy casado y no tengo años languideciendo por una mujer y con la culpa de matar a nuestros padres —exclamó Alfredo de forma violenta.
— ¡Cállate Alfredo! —gritó Aurora espantada por la crueldad de Alfredo, pero este no está dispuesto a callar.
—Si Joseph no se hubiera descuidado en la carretera, si no hubiera dado la vuelta en la intersección, mi papá y mi mamá no hubieran muerto y ahora sería mi padre quién recibiría la presidencia del grupo empresarial.
Joseph estaba furioso, o más de lo normal, es su estado permanente.
—Y entonces tú seguirías siendo un bueno para nada en casa de nuestros padres, de casino en casino botando el dinero que nunca has sabido ganarte.
—Ya basta Joseph —le reprendió Aurora.
—Mi abuelo confiaba en mí y por eso me dejó la presidencia —espetó Alfredo subiendo la cabeza orgulloso.
—Mi abuelo jamás te dejaría a ti al frente del grupo empresarial, él sabía que eres un pelele inútil, estoy seguro que alguna artimaña hiciste para poner esa absurda condición en el testamento.
Alfredo encaró a Joseph, ambos eran de la misma estatura, pero a Alfredo se le notaba como la bebida y la abundante comida le empezaba a deformar su aspecto.
— ¡Demuéstralo! —espetó furioso.
— ¡Santa Madre de Dios!, ustedes son hermanos, no enemigos —Aurora mortificada se metió en medio de sus nietos.
—No te quedarás con la presidencia —sentenció Joseph.
Alfredo se echó a reír.
—No puedes hacer nada. No estás casado, mucho menos tienes un hijo, eres un amargado despreciable que ninguna mujer tolera, por eso Chloe te abandonó.
Joseph levantó el bastón con intención de golpear a su hermano, que restriega el dedo en la llaga, al recordar el abandono de su prometida cuando más la necesitaba.
— ¡Es suficiente!… —exclamó Aurora con autoridad, acabo de enterrar a mi esposo, ustedes son lo único que me queda.
Joseph necesitaba alejarse de allí, sin despedirse de los abogados salió de la oficina.
Aurora mira a su nieto menor que ahora sonríe muy satisfecho.
—Alfredo, no quiero pensar que hiciste trampa para pasar por encima de tu hermano —expresó Aurora cuando Joseph salió.
—Yo no hice nada abuela, estoy tan sorprendido como ustedes, pero podrías disimular que Joseph es tu favorito.
—Él no es mi favorito, si estoy más pendiente de él es porque está solo y me necesita, tú tienes a tu mujer y los niños.
—Y en ellos debo pensar, venderé el grupo empresarial.
Aurora abrió mucho los ojos muy mortificada.
—No puedes hacer eso ¡Alfredo, te has vuelto loco!
—Ya caducamos, abuela, el mundo cambió pospandemia, lo artesanal es aburrido.
—No permitiré que destruyas el grupo empresarial —dictaminó Aurora muy molesta— Es el legado de muchas generaciones.
—No pienso quedarme en la bancarrota por conservar un legado, así que acostúmbrate a la idea, porque ahora será mi potestad.
Aurora suspiró y se fue a paso rápido detrás de Joseph.
En cuanto se montaron en el auto con el chofer de Aurora pudieron conversar.
—Joseph, debes conseguir una esposa y un hijo…
Por su parte Paola estaba concentrada en la elaboración de sus tres platos para la cena que se anexarían al menú del servicio a la par que llevaba su obligación del día.
Los dos chef que competían con ella por el puesto le advirtieron que no podía dejar de hacer su trabajo acostumbrado, que sería hacer trampa.
—Yo me lo busco por tonta —rezongaba Paola, como siempre hablando sola mientras trabajaba—. ¿Cómo saldré de esta? “Yo no doy segundas oportunidades” dijo en mofa engrosando la voz refiriéndose a Joseph—. Pues el langostino gruñón no puede echarme por tener una hija, quizás lo haga por no tener niñera, ¡Se positiva! él entenderá.
Con uno por ciento de probabilidad y noventa y nueve por ciento fe continuó trabajando dispuesta a desafiar la orden del chef, pero su teléfono se iba a reventar de tanto vibrar en silencio con llamadas y mensajes, escapó de la cocina para atender.
Paola al ver quien era bufó con rabia, era el padre de su hija.
— ¿Qué quieres Wilmer? —Contestó Paola de mala gana.
***Qué arisca, antes era tu bombón —Expresó burlesco Wilmer con voz seductora.
— ¡No tengo nada que hablar contigo!...
***Qué hay de mi hija, me hace mucha falta.
Eso a Paola le dio más rabia.
—Eres un canalla, a ti jamás te ha interesado mi hija.
Wilmer chasqueó la lengua.
***Pues ahora me importa ¿cómo la ves? Y tú la sacaste del país sin mi permiso.
—Ante la ley mi hija no es nada tuyo.
*** ¿La ley? ¿Olvidas quién es la ley? —Se burló Wilmer con una risotada—. Si no quieres que te busque Interpol me conseguirás quinientos mil dólares.
— ¿Interpol? No puedes denunciarme por llevarme a mi propia hija.
***Sabes muy bien porque puedo denunciarte, y claro que será la Interpol quien te arrastre de regreso, perderás a tus amigas y a las monjitas de tu querido orfanato cuando sepan lo que hiciste.
Paola siente su corazón desbocado, está llena de culpa, Wilmer la tiene en sus manos desde hace tiempo, pero ahora sencillamente está exigiendo un imposible.
— Yo no tengo esa cantidad y ni en sueños puedo conseguirla.
***Vamos Paola, te codeas de millonarios, pide un préstamo…
—Ya te doy todo lo que puedo, a duras penas me alcanza para vivir.
***Tú estás conmigo en esto Paola, eres mi cómplice no lo olvides, te permito vivir en Europa, pero todo tiene un precio cariño.
Paola sentía que su corazón se saldría de su pecho.
—Tú me engañaste, tú eres el delincuente y no yo…
***Paola, necesito dinero o iremos a prisión mi padre y yo, un primo cayó y amenaza con delatarnos.
— ¡Pues a ver qué haces, porque yo no puedo ayudarte!
*** ¡Si no me ayudas me encargaré que caigas conmigo y que mueras en prisión; y la niña no irá a tu adorado orfanato, se quedará con mi familia!
Paola tuvo que despegar su celular de la oreja, Wilmer gritaba desesperado.
—Por favor Wilmer…
El pitido en la línea le indicó a Paola que Wilmer había finalizado la llamada.
Sintió un horrible vacío en el estómago.
« ¿Cómo se supone que conseguiré ese dinero?» Pensó Paola desesperada.
Joseph no podía creer lo que le pedía su abuela. — ¿Abuela, te has vuelto loca? Aurora viuda de Rinaldi era una mujer dura, altiva y con una arrogancia innata que Joseph había heredado de ella. —Igual necesitas una esposa. —Ni siquiera quiero casarme y tener un hijo además, eso es demasiado… —No sé qué pasaba por la mente de Lorenzo cuando puso esa condición, ¡Alfredo quiere vender todo! —Exclamó Aurora aún conmocionada. —Te duele que se pierdan las empresas —Inquirió Joseph con ironía. — ¡Claro que me duele que se pierdan las empresas! Mucho luché con tu abuelo por ellas. — ¿Y si es cierto y el abuelo no quiso que yo heredara porque piensa que soy el culpable de la muerte de mis padres? —Eso es ridículo, fue un accidente, Alfredo no debió decir lo que dijo, pero tú fuiste muy hiriente con él también. —Mi abuelo no estaba contento conmigo —le indicó Joseph muy seguro. —Tu abuelo quería que olvidaras a Chloe y rehicieras tu vida. Él te amaba —pronunció
—No puede ser debe existir la manera, Alfredo habló tan seguro que quizás ya tenga un comprador —exclamó Aurora preocupada. —No lo dudes —contestó Joseph—, estoy seguro que esto él lo planeó, manipuló a mi abuelo o falsificó de alguna manera el testamento. — Si se puede probar hay impugnaciones que han sido aprobadas cuando se demuestra mala fe con el occiso —aclaró el abogado esperanzado. —Mi abuelo estuvo muy enfermo, quizás se puede alegar vulnerabilidad por su condición —aventuró Joseph. Cristian hizo una mueca, no estaba convencido. —Sí podría hacerlo, pero abriría la puerta al abogado de tu hermano para que alegue que tampoco puedes tomar la presidencia por tu vulnerabilidad… — ¿Perdón? ¿Qué tiene que ver mi condición física? —Inquirió Joseph molesto. —No me refiero a eso, me refiero a tu vulnerabilidad mental —masculló Cristian. Joseph quería estrellar el bastón en la cabeza de Cristian. — ¡Yo no soy un demente! —Increpó Joseph furioso. —Pero es
—Recojan todo, cerraremos temprano —ordenó Joseph al resto que lo miraban muy serios, todos le tenían aprecio a Paola, pero nada podían objetar, Joseph era el amo y señor de la cocina. El chef competencia de Paola se mantuvo alejado de Joseph por supuesto. Joseph caminó hacía su abuela y ambos fueron de vuelta con Cristian. —Joseph, esa muchacha estaba muy mal —expresó Aurora conmovida, Joseph hace un gesto restando importancia. —Es muy problemática, no es el fin de su carrera, ella regresará al restaurante que dirigía en Venezuela, no veo por qué tanto drama. —Pero se le ve desesperada, quizás tiene deudas… —Ella no es una criatura desvalida, abuela, es cercana a los dueños y toda la familia Larsson, por ellos consiguió el empleo, porque obviamente es una irresponsable. —Pero si la despiden también del restaurante de su país… —Aunque le dieran la espalda que no creo que lo hagan, ella es incluso amiga de la esposa de Robert Mendoza, el dueño de Ranch Cold.
Joseph salió corriendo del restaurante, no le dio explicaciones a Pierre. Llegó al hospital, ubicó a su abuela y a Silvia la esposa de su hermano que desesperada lo había llamado. — ¿Qué ocurrió? —Preguntó al ver a su cuñada con la cara hinchada de tanto llorar. —Lo consiguieron en la calle en la madrugada golpeado —explicó Aurora. —Lo golpearon brutalmente cerca de un casino, ya no sé qué hacer con Alfredo —se lamentó Silvia. Joseph suspiró sintiéndose culpable, cuando pagó la deuda de Alfredo, el dueño del casino Fortuna le advirtió que al ser expulsado del Fortuna buscaría otros casinos y habían lugares donde podrían matarlo. Y si Diego Coppola lo decía debía ser cierto, aunque los Coppola eran ilustres hombres de negocios sin deudas con la ley, se rumoraba que eran poderosos mafiosos. La pobre Silvia estaba muy mortificada, aunque Alfredo fuera un sinvergüenza era su esposo y ella lo amaba. —Ha ido acabando con todas las joyas, incluso las cadenas d
— ¡Pero qué demonios! —Exclamó Joseph avergonzado y quiso bajar de la camilla, pero cuando intentó afincar la pierna izquierda se fue al suelo. Paola de inmediato lo ayudó a levantarse. — ¿Dígame qué hace aquí? ¿Me está acosando? —Inquirió Joseph altanero. — ¡No!, busco al doctor Harold Reynolds, él es el doctor de mi hija. Joseph se apoyó en el hombro de Paola más de lo que quería, su pierna dolía horrores. Paola era fuerte y lo toleró con entereza, ayudándolo a subir a la camilla. — ¡Y simplemente pasa adelante! —vociferó Joseph iracundo sin creerle nada—, ¡acaso afuera no está la inútil que según organiza a los pacientes!, ¿qué quiere usted de mí que me persiguió hasta aquí? — ¡Afuera no había nadie! —Respondió Paola igualando su tono de voz—, ¡llamé y usted dijo adelante, creí que era el doctor! Yo no quiero nada de usted, ¡no me hacen falta sus gritos! — ¡Pásame los pantalones! —ordenó Joseph. Fue entonces cuando Paola vio la deformidad en la pierna de J
— ¿Qué? —Paola se echó a reír —. ¿Me está pidiendo matrimonio? —preguntó Paola convencida de que está dormida y tiene un extraño sueño de esos que no tienen el más mínimo sentido. Joseph rascó su nuca y se ve rojo como un camarón. —Permítame explicarle, lo que le propongo es un matrimonio por conveniencia, será beneficioso para ambos. Paola cada vez entiende menos lo que le dice Joseph y para ella la única conclusión lógica es que se está burlando de ella. — ¿Eso no es lo que hacen los reyes para juntar sus fortunas?, porque se equivocó de chica. —Obviamente no quiero casarme con usted por sus riquezas —mira a su alrededor con su acostumbrado desdén—. Debería estar agradecida con mi propuesta —completó con altanería. Paola abrió la boca y alzó las cejas y rio irónica. — ¿Más o menos por qué debería estar agradecida? Aguantarlo no es nada fácil como jefe no digamos como marido —Paola entrecerró los ojos—. Chef Joseph ¿Es acaso esa su manera de enamorar a una c
A la mañana siguiente después del almuerzo Joseph estaba en su oficina organizando su trabajo como gerente del restaurante y tocaron a la puerta. — ¡Adelante! La puerta fue abierta por Paola. —Chef Joseph, vine por mi paga. Joseph observó a Paola, por supuesto no tenía el uniforme del restaurante y ahora podía notar que la miseria no solo estaba en su casa, también en la ropa que usa, barata y ancha, para colmo acorde a una mujer mayor y de color mostaza, la hacía ver más gorda que con el entallado delantal negro. Sin embargo ella tiene la cara en alto, mostrando orgullo y soberbia. Joseph hizo un gesto de desagrado y asintió con la cabeza para que entrara. Paola se sentó frente al escritorio y esperó en silencio. Joseph buscó la chequera del restaurante y llenó el pago de una semana y lo puso frente a ella sin decir una palabra. Paola vio el monto. —Chef, yo tenía que estar aquí por un mes más. Joseph la miró y cruzó los brazos. —Pero no trabajará
Joseph jamás se sintió tan humillado en la vida, ni siquiera cuando lo abandonó Chloe a quién amaba con locura, al menos ella lo rechazó en privado, pero Paola había literalmente corrido a vomitar. Para Joseph era claro que ella le tenía asco. —Felicitaciones Joe —dijo Diego dándole la mano mostrándose más tranquilo—, de seguro es un error. Joseph no sabía qué decir, pero aceptar una felicitación le parecía mal, aunque Diego sabía que era por conveniencia el matrimonio. Rebeka que es una joven vivaracha y amable le dio un beso en la mejilla. —Se lo traían escondidito, pero ni tanto, porque Johana siempre le dijo a Paola que entre ustedes había mucha tensión sexual y Paola lo negaba —bromeó Rebeka. Joseph no entendía a qué se refería Rebeka, pero los Larsson y los Mendoza eran familia, Rebeka conocía muy bien a las amigas de Paola porque ella era cercana a las labores de colaboración al orfanato donde creció Paola. — ¿Te refieres a Johana, la esposa de Robert