—Recojan todo, cerraremos temprano —ordenó Joseph al resto que lo miraban muy serios, todos le tenían aprecio a Paola, pero nada podían objetar, Joseph era el amo y señor de la cocina.
El chef competencia de Paola se mantuvo alejado de Joseph por supuesto.
Joseph caminó hacía su abuela y ambos fueron de vuelta con Cristian.
—Joseph, esa muchacha estaba muy mal —expresó Aurora conmovida, Joseph hace un gesto restando importancia.
—Es muy problemática, no es el fin de su carrera, ella regresará al restaurante que dirigía en Venezuela, no veo por qué tanto drama.
—Pero se le ve desesperada, quizás tiene deudas…
—Ella no es una criatura desvalida, abuela, es cercana a los dueños y toda la familia Larsson, por ellos consiguió el empleo, porque obviamente es una irresponsable.
—Pero si la despiden también del restaurante de su país…
—Aunque le dieran la espalda que no creo que lo hagan, ella es incluso amiga de la esposa de Robert Mendoza, el dueño de Ranch Cold.
Robert Mendoza era un joven empresario de renombre mundial dueño de Ranch Cold comercializaba alimentos congelados y el grupo empresarial Rinaldi también se dedicaba al rubro de alimentos.
Aurora dejó de caminar y abrió mucho los ojos.
— ¿Estás jugando? —Inquirió.
—Claro que no, ¿por qué lo haría? Son como hermanas, crecieron juntas en el orfanato de Venezuela por el que cada año voy a preparar el banquete para la gala de beneficencia.
—Joseph espera un momento ¿Acaso entiendes que nuestro grupo empresarial se levantaría con una sociedad con Ranch Cold?
—Sí, puede ser, aunque es bien sabido que Robert Mendoza es renuente a tener socios.
Joseph continuó caminando, pero Aurora tomó su brazo impaciente.
—Joseph, con Robert Mendoza necesitamos una entrada, él es un empresario que no se sienta a conversar con cualquiera y solo podría asociarse con familiares.
—Después del escándalo de lo que ocurrió con su último socio, no lo culpo, tengo entendido que quiso matarlo y está en una prisión de España.
—Joseph no debiste despedir a la chica que podría acercarte a Robert Mendoza —espetó Aurora muy obvia.
Joseph no lo veía así.
—Si debo conversar con Robert Mendoza lo lograré, no te preocupes —trató Joseph de calmar a su abuela sin éxito.
— ¡Acabas de despedir a la cuñada de Robert Mendoza! No te acepatará jamás como socio ahora.
Llegaron de nuevo a la mesa con Cristian.
— ¿Todo bien? —preguntó el abogado.
—Nada de qué preocuparse afortunadamente, pero pudo ser mucho peor —le informó Joseph.
Joseph tomó el vaso con agua que había quedado en la mesa y temblaba ligeramente.
—Te veo exaltado —le dijo Cristian en voz baja.
— ¡Maldición Cristian!, no necesito camisa de fuerza, deja de insinuar que estoy loco.
— ¡Claro que estás loco! —Enfatizó Aurora—, ¡Tenías a la mujer perfecta para que fuera tu esposa y la despediste!
Joseph la miró como si le hubiera salido una tercera cabeza.
—Cuando dije que estabas senil lo dije bromeando, ahora veo que es cierto, no piensas con claridad, abuela.
—Nunca estuve más clara en mi vida —espetó Aurora y mirando a Cristian enumeró con sus dedos—. La chica trabaja con él, tiene una hija, obviamente es madre soltera, se ve desesperada, es amiga, no… Amiga no, como hermana de la esposa del empresario que necesitamos para superar la crisis en las empresas…
— ¿Se refiere a la chef bonita? —Preguntó Cristian admirado y feliz de conceder razón a Aurora.
Joseph rodó los ojos.
—Ni siquiera la viste y ya das por sentado que es bonita —espetó Joseph mirando a Cristian, ni quería hablar con su abuela.
—Sí, es muy bonita —salió Aurora en defensa de Paola—, una mujer joven, alta, fuerte y con autoridad, un poco desaliñada, pero bueno… —Joseph veía hacia arriba implorando por intervención divina—. Qué lástima que Joseph no la dejó que le diera una bofetada a ese hombre que asustó a su pequeña.
—Solo imaginar que a esa niña pudo haberle caído la loza encima o algo caliente —comentó Joseph y negó con la cabeza—, ni porque a veces parece que trabajo con niños estoy preparado para ser padre.
Aurora estaba muy molesta.
—No puedo creer que no estuvieras consciente de ella Joseph.
—Cómo no iba a estar consciente de ella si es un grano en el culo —acotó Joseph y se dirigió a Cristian—. Entonces Cristian ¿Crees que puedas conseguir alguna forma de evadir la cláusula del matrimonio y el hijo?
Cristian negó con la cabeza.
—No hay posibilidad Joseph, tu hermano tiene hijos, tiene esposa, él cumple con la cláusula y tú no, es todo.
—Entonces no hay nada que hacer.
—Pero Joseph, no estás pensando correctamente —insistió Aurora.
—Abuela no quiero una esposa y menos un hijo.
Al otro día Joseph entró a la cocina sin su acostumbrada filipina, eso indicaba que no se quedaría, la fila de chefs delante del equipo de ayudantes y detrás del equipo de confianza de Joseph lucía vacío sin Paola.
—Ustedes dos pueden recoger sus cuchillos y largarse de mi cocina —exigió Joseph antes de dar los buenos días a los chefs que quedaban en competencia.
El chef malintencionado que perjudicó a Paola dio un paso al frente, Joseph notó que tenía un ojo morado.
—Pero ¿por qué nos despide chef? No nos da la oportunidad de dirigir el servicio a nosotros.
Joseph caminó hacia él y lo miró cara a cara.
—Eres tan patético que no entendiste que ayer estaban despedidos, que gracias a la chica que perjudicaste tuvieron una oportunidad y entonces aquel se fue a su hora acostumbrada y tú te dedicaste a sabotearla, el reto no fue alcanzado, están fuera.
El otro chef indignado también tenía que expresar su incomodidad.
—Nadie me dijo que tenía que quedarme, era su reto, no el mío.
Joseph negó con la cabeza.
— ¡Imbéciles! Ella les dio la oportunidad de continuar, debieron ayudarla por el bien de ustedes mismos, este es un trabajo de equipo, pero muy felices consideraron que era una tonta. ¡Lárguense de mi cocina, he dicho!
Los chefs se fueron rezongando tirando los delatares negros al suelo, a Joseph no podía importarle menos, se dirigió al resto.
—Me ausentaré un par de días, Pierre queda a cargo.
Joseph caminó fuera de la cocina y su sub chef lo siguió.
—Puedo hablar contigo antes de que te vayas.
—Claro que sí, Pierre.
Joseph tenía varias posadas en Italia, todos eran negocios de pueblo, a menos y que los turistas amaban, mostraban lo mejor de Italia, iba a extenderse a París cuando ocurrió el accidente, ya tenía todo listo, incluyendo un excelente chef francés.
Pierre Bonnet, le demostró su lealtad quedándose con Joseph en Milán como su sub chef, fue él quien se encargó del restaurante mientras Joseph se recuperaba de su accidente y no podía quedarse como el chef principal porque ya había comprado el que sería su primer restaurante.
Joseph abrió la puerta de su oficina y Pierre entró detrás de él.
—Me pediste ayuda para encontrar tu reemplazo, acepté porque te debo mucho. Debes elegir a Paola —acotó Pierre sin lugar a dudas.
— ¿A quién te refieres? —Preguntó Joseph perplejo.
Joseph no le prestaba atención a los nombres de ninguno, solo sabía los de su equipo más cercano.
—A Paola Salazar, no te hagas el tonto, la talentosa chef que botaste ayer.
— ¿Te refieres a la irresponsable que puso en riesgo al restaurante con una enorme demanda anoche? —Inquirió Joseph sin dar crédito.
—Paola lo hacía estupendamente bien ayer, está preparada, es inteligente, se crece bajo presión, no encontrarás un chef más brillante y perfecta para este restaurante.
Joseph se recostó en su escritorio, soltando el bastón para cruzar los brazos, observó a Pierre con las cejas alzadas.
— ¡Mamma mia!, te conquistó la gordita buscapleitos.
Pierre se rascó la nuca e hizo un gesto de contrariedad.
—No seas tan patán Joseph, no le digas así.
Joseph se echó a reír.
—Pierre, ella es un condenado desastre, aunque reconozco que tiene talento...
—Entonces tráela de vuelta, hiciste bien en despedir a esos dos imbéciles.
— ¿Fuiste tú quien le puso el ojo morado al idiota que la saboteó?
Pierre sonrió de lado.
—Claro que fui yo, por su culpa no veré más a Paola.
—Deberías buscarla, invítala a salir antes de que regrese a Venezuela.
—La invité a salir varias veces, siempre me rechazó…
Joseph dejó de prestarle atención cuando vio que la esposa de Alfredo lo llamaba a su celular.
Paola estaba recogiendo todas sus cosas en maletas, no era mucho, pero ya no podía seguir viviendo en Milán, le había llegado el momento de perderse en el sistema y vivir ilegal, no tenía manera de corresponder al chantaje de Wilmer, mucho menos a la cifra absurda que pretendía que Paola le consiguiera.
A Emily no la envió al colegio, tenía intención de partir de inmediato.
«Cómo fue que llegué a esto»
Paola creció en el orfanato Sagrada Familia en Valencia, Venezuela. Este era dirigido por monjas.
Siempre fue una chica tímida acomplejada por ser grande, prefería quedarse en la cocina que compartiendo con sus compañeras.
Cuando conoció a Wilmer y este mostró interés en ella, Paola se creyó ser la chica más afortunada del mundo, ya que Wilmer podía conseguir a mujeres más bellas y con clase y la había elegido a ella.
Wilmer era policía y su padre jefe de la policía, tenían dinero e influencias.
Pero la verdadera razón por la que Wilmer se acercó a ella era en realidad siniestra.
Tanto Wilmer como su padre eran corruptos, parte de sus negocios ilícitos era el tráfico de personas, Paola se convirtió en su enlace para acceder a chicas ingenuas del orfanato.
Paola sumida en sus pensamientos descuidó a Emily un instante.
Emily quería tomar un juguete que quedó en lo alto de un armario y sin decirle nada a Paola lo escaló.
El mueble vacío se le vino encima.
— ¡Emily! —Gritó Paola al escuchar el golpe y levantó el mueble llena de miedo.
La niña no se movía y de su cabeza salía sangre, Paola desesperada llamó a emergencias.
Joseph salió corriendo del restaurante, no le dio explicaciones a Pierre. Llegó al hospital, ubicó a su abuela y a Silvia la esposa de su hermano que desesperada lo había llamado. — ¿Qué ocurrió? —Preguntó al ver a su cuñada con la cara hinchada de tanto llorar. —Lo consiguieron en la calle en la madrugada golpeado —explicó Aurora. —Lo golpearon brutalmente cerca de un casino, ya no sé qué hacer con Alfredo —se lamentó Silvia. Joseph suspiró sintiéndose culpable, cuando pagó la deuda de Alfredo, el dueño del casino Fortuna le advirtió que al ser expulsado del Fortuna buscaría otros casinos y habían lugares donde podrían matarlo. Y si Diego Coppola lo decía debía ser cierto, aunque los Coppola eran ilustres hombres de negocios sin deudas con la ley, se rumoraba que eran poderosos mafiosos. La pobre Silvia estaba muy mortificada, aunque Alfredo fuera un sinvergüenza era su esposo y ella lo amaba. —Ha ido acabando con todas las joyas, incluso las cadenas d
— ¡Pero qué demonios! —Exclamó Joseph avergonzado y quiso bajar de la camilla, pero cuando intentó afincar la pierna izquierda se fue al suelo. Paola de inmediato lo ayudó a levantarse. — ¿Dígame qué hace aquí? ¿Me está acosando? —Inquirió Joseph altanero. — ¡No!, busco al doctor Harold Reynolds, él es el doctor de mi hija. Joseph se apoyó en el hombro de Paola más de lo que quería, su pierna dolía horrores. Paola era fuerte y lo toleró con entereza, ayudándolo a subir a la camilla. — ¡Y simplemente pasa adelante! —vociferó Joseph iracundo sin creerle nada—, ¡acaso afuera no está la inútil que según organiza a los pacientes!, ¿qué quiere usted de mí que me persiguió hasta aquí? — ¡Afuera no había nadie! —Respondió Paola igualando su tono de voz—, ¡llamé y usted dijo adelante, creí que era el doctor! Yo no quiero nada de usted, ¡no me hacen falta sus gritos! — ¡Pásame los pantalones! —ordenó Joseph. Fue entonces cuando Paola vio la deformidad en la pierna de J
— ¿Qué? —Paola se echó a reír —. ¿Me está pidiendo matrimonio? —preguntó Paola convencida de que está dormida y tiene un extraño sueño de esos que no tienen el más mínimo sentido. Joseph rascó su nuca y se ve rojo como un camarón. —Permítame explicarle, lo que le propongo es un matrimonio por conveniencia, será beneficioso para ambos. Paola cada vez entiende menos lo que le dice Joseph y para ella la única conclusión lógica es que se está burlando de ella. — ¿Eso no es lo que hacen los reyes para juntar sus fortunas?, porque se equivocó de chica. —Obviamente no quiero casarme con usted por sus riquezas —mira a su alrededor con su acostumbrado desdén—. Debería estar agradecida con mi propuesta —completó con altanería. Paola abrió la boca y alzó las cejas y rio irónica. — ¿Más o menos por qué debería estar agradecida? Aguantarlo no es nada fácil como jefe no digamos como marido —Paola entrecerró los ojos—. Chef Joseph ¿Es acaso esa su manera de enamorar a una c
A la mañana siguiente después del almuerzo Joseph estaba en su oficina organizando su trabajo como gerente del restaurante y tocaron a la puerta. — ¡Adelante! La puerta fue abierta por Paola. —Chef Joseph, vine por mi paga. Joseph observó a Paola, por supuesto no tenía el uniforme del restaurante y ahora podía notar que la miseria no solo estaba en su casa, también en la ropa que usa, barata y ancha, para colmo acorde a una mujer mayor y de color mostaza, la hacía ver más gorda que con el entallado delantal negro. Sin embargo ella tiene la cara en alto, mostrando orgullo y soberbia. Joseph hizo un gesto de desagrado y asintió con la cabeza para que entrara. Paola se sentó frente al escritorio y esperó en silencio. Joseph buscó la chequera del restaurante y llenó el pago de una semana y lo puso frente a ella sin decir una palabra. Paola vio el monto. —Chef, yo tenía que estar aquí por un mes más. Joseph la miró y cruzó los brazos. —Pero no trabajará
Joseph jamás se sintió tan humillado en la vida, ni siquiera cuando lo abandonó Chloe a quién amaba con locura, al menos ella lo rechazó en privado, pero Paola había literalmente corrido a vomitar. Para Joseph era claro que ella le tenía asco. —Felicitaciones Joe —dijo Diego dándole la mano mostrándose más tranquilo—, de seguro es un error. Joseph no sabía qué decir, pero aceptar una felicitación le parecía mal, aunque Diego sabía que era por conveniencia el matrimonio. Rebeka que es una joven vivaracha y amable le dio un beso en la mejilla. —Se lo traían escondidito, pero ni tanto, porque Johana siempre le dijo a Paola que entre ustedes había mucha tensión sexual y Paola lo negaba —bromeó Rebeka. Joseph no entendía a qué se refería Rebeka, pero los Larsson y los Mendoza eran familia, Rebeka conocía muy bien a las amigas de Paola porque ella era cercana a las labores de colaboración al orfanato donde creció Paola. — ¿Te refieres a Johana, la esposa de Robert
Para Joseph, Pierre era más su hermano que el mismo Alfredo, Pierre había estado con él en su peor momento, lo cubrió en el restaurante cuando tuvo el accidente, notó el cambio en su personalidad y lo comprendió, aunque Joseph le había prometido trabajo dirigiendo una posada en París y no cumplió, fue leal y se había quedado ayudándolo sin pedir nada a cambio. Ahora él como un desgraciado le bajaba a la mujer que le gustaba. — ¡Pierre!, espera… Pierre no paró hasta llegar al estacionamiento trasero en la zona de descarga. Paró y volteó con las manos en las caderas y sin ver a Joseph a los ojos. —Yo como un imbécil te digo que me gusta la chica y tú te burlas de mí diciéndome que la invite a salir cuando ya estaba contigo. —Pierre, las cosas no son como piensas, en realidad ella no está enamorada de mí o yo de ella. — ¿Qué? Ella es madre soltera y tú te aprovechas de su vulnerabilidad ¿De cuando acá quieres casarte? —Ella acepta casarse conmigo por convenien
Paola negó con la cabeza pensando que realmente Joseph tiene el corazón de piedra. —Él es su compañero su sub chef, debería darle la oportunidad de alejarse, pues en donde están él siempre será un simple subordinado y eso no es justo. Joseph no entendió porque nombraba a Pierre y pensó de la peor manera. —Por eso no aceptó salir con Pierre, ¿cree que es un simple subordinado? — ¿Qué? ¿Por eso me invitaba a salir Pierre? Usted le pidió que lo hiciera. —No tengo idea de que habla. —Creo que sabe exactamente de qué hablo, sabía que el chef Pierre no podría enamorarse de mí, que estaba seguro conmigo. Joseph se echó a reír. — ¿Por qué diablos le pediría a Pierre que la invitara a salir? Usted es un condenado desastre y se lo hice saber cuándo me lo dijo. —Porque no soy Miss Venezuela no quiere decir que no pueda lograr que Pierre se enamore de mí, así que tenga cuidado. Joseph se carcajeó de risa. —Cuando hablo con usted siempre quedo confundido, quiz
Joseph detalló los ojos de Paola, eran marrones y sus pestañas eran gruesas, parecía que usaba delineador de ojos y no tenía ni una gota de maquillaje. Las mujeres de Joseph siempre fueron elegantes y sofisticadas que amaban el maquillaje, que se sabían vestir y que jamás habían exhibido un cabello fuera de lugar. Chloe su exnovia se quitaba el maquillaje justo antes de dormir y parecía que maquillarse era lo primero que hacía al levantarse, él no recuerda haber visto jamás a una mujer a esta distancia tan limpia. Eso hizo a Joseph mirar sus labios. Paola lo ve y es un momento tan íntimo en el paisaje más romántico que puede existir que se siente en una historia idílica, pero entonces recuerda que él es un hombre prohibido, ajeno y que acaba de decirle que no le puede ofrecer amor. Paola bajó el rostro desviando la mirada y él dio un paso atrás sintiéndose rechazado. — ¿Igual quiere seguir adelante? —Preguntó ella con voz estrangulada, está nerviosa y Joseph quier