Después de lo que sabía, no podía perder tiempo, así que me dirigí a donde estaban los ascensores, me subí a uno de ellos para bajar al parking donde tenía el vehículo, salí y luego me subí a mi vehículo, lo puse en marcha muy nerviosa y salí del edificio hasta el townhouse donde vivían mis padres. Llegué y estacioné el auto en la calle, toqué el timbre, abriendo la puerta, Emilia la criada.
—Buenos días Amanda—, me dijo. —¿Emilia está mi madre en casa?—, le pregunté cuando entramos a la casa. —Sí cariño, está en la piscina, ¿puedo traerte algo fresco para beber? —Sí, por favor, hoy hace mucho calor—, respondí. Fui directamente a la piscina viendo a mi madre, tumbada en una de las tumbonas tomando el sol. —Buenos días mamá—, saludé. —Amanda cariño, hoy terminaste de trabajar temprano, me alegra que podamos comer juntas—, respondió. —La verdad es que vine por otra razón mami— dije seriamente, mientras mi madre se sentaba haciéndome sentar a su lado. —¿Qué pasa Amanda? Renato y tú se han peleado, ¿no es así? —Esa es otra pregunta, mamá, ¿conoces a un tal Gerard Hills? de la empresa de comunicaciones que lleva su apellido?—, pregunté al ver cómo el rostro de mi madre cambiaba. —¿De qué se trata esa pregunta, Amanda? Sí, tu padre y yo los conocemos, el padre acaba de morir en un accidente automovilístico—, respondió. —Mamá, ¿eras la amante del padre de Gerard Hills?—, le pregunté al ver cómo se ponía nerviosa con mi pregunta. —Hija Amanda, no entiendo por qué hay tanto interés—, respondió. —Mamá, responde la pregunta por favor—, exigí. —Amanda cariño, me enamoré perdidamente de Elmer Hills, estuvimos dos años viéndonos a escondidas, hasta que tu padre lo descubrió y me dio un ultimátum, pero ¿por qué lo preguntas?—, dijo —Hoy vino a mi oficina uno de los hijos de Elmer, me propuso matrimonio y me dijo, aunque al principio no le creí, necesitaba que me lo dijeras, me amenazó con desenterrar tu secreto si no aceptaba su propuesta. —También se enteró que di a luz a una niña hace tres años—, me dijo. —Hija, ¿qué vas a hacer? Estás comprometida con Renato. —No lo sé mamá, tengo que proteger la reputación de mi familia y sobre todo la mía, además Renato me está engañando con otra mujer, Hills me ha dado varias fotos que lo confirman, pero— dije abrazando a mi madre ya que ella sabía que yo no estaba bien con su confesión. —Lo siento mucho hija, sabes que te ayudaré en cualquier cosa, ¿quieres que hable con ese tal Gerard? —No creo que sea buena idea, te culpa porque su madre los abandonó, se suicidó—, respondí.Después de comer salí de la casa de mis padres, me subí a mi auto para regresar a la firma, mientras conducía pensé en qué respuesta le daría a Gerard Hills, preguntándome por qué mi madre nunca me contó nada sobre sus coqueteos, ya que siempre estuvimos juntas, muy cerca y de dónde le llegó a Gerard Hills la informaron sobre el bebe que tuve ya que cuando nacio mi bebe lo di en adopcion sin que nadie lo supiera. Llegué al edificio donde estaba el bufete, dejé mi auto en el estacionamiento, me subí al ascensor, apreté el botón del piso al que me dirigía y apenas salí se acercó Carolina, mi secretaria.
—Amanda, tienes visita en tu oficina, no pude evitarlo, lo siento—, me dijo. —No te preocupes, cálmate, ¿quién es?—, pregunté. —Señor Hills—, me dijo, sorprendiéndome. Entré a mi oficina viendo a Gerard Hills parado mirando por las ventanas de mi oficina, dejé mi bolso en el colgador y él se dio vuelta cuando me escuchó entrar a mi oficina, nos quedamos mirándonos a los ojos, dándome cuenta del brillo que tenía, tenía hermosos ojos verdes. —Esta mañana le dije que tendría que llamarle señor Hills, ¿no tienes paciencia?—, le dije. —Necesito una respuesta urgente de su parte. ¿Ya lo pensó, señorita Hershey?—, preguntó. —La verdad es que no he tenido mucho tiempo para decidir—, respondí sentándome en mi silla, colocando los brazos encima de la mesa, con los dedos cruzados. —Y yo tampoco tengo mucho tiempo, Amanda, y supongo que después de tres años querrás conocer a tu hija—, me dijo poniendo sus manos sobre mi mesa, acercando su rostro al mío. —Si acepto su propuesta, supongo que habrá un contrato con condiciones—, respondí. —Tengo el contrato aquí mismo, lo puedes leer y si estás de acuerdo, firmarlo. Mi abogado ha estipulado todas las condiciones, lo he reunido en su oficina para que lea todas las cláusulas y podamos firmar—, dijo. — Disculpe, señor Hills, pero no necesito un abogado que me explique las cláusulas de un contrato, ¿o se le olvida que yo también soy abogada? —, le dije. —Tu madre no pensaba lo mismo cuando se acostaba con mi padre, ¿verdad?— me respondió —Mi madre es una señora respetable y lo que hizo o no hizo con su vida no es de su incumbencia—, respondí.Después de unos segundos en silencio...—Esas son las condiciones, señorita Hershey, ¿lo toma o esta tarde verá su foto en las revistas rosas, qué decide?—, preguntó acercándose tanto a mí, dejando nuestras bocas a milímetros de distancia.—Salga de mi oficina ahora mismo, Sr. Hills, nadie me amenaza—, le susurré.—Tiene tiempo hasta que la imprenta empiece a funcionar, una hora, señorita Hershey, una hora y también le dejo aquí los documentos para que pueda leerlos tranquilamente—, me susurró también, saliendo después de mi oficina.Me senté en la silla de mi oficina viendo entrar a mi secretaria.—Amanda, ¿estás bien?—No Carolina, no me siento muy bien—, respondí.—Me avisas, si puedo ayudarte en algo—Lo sé, gracias, puedes irte.Estaba mirando el reloj de mi oficina cada cinco minutos, aunque agradecí que no me llamara ni volviera a mi oficina, al ver que no me concentraba en nada de lo que estaba haciendo y el tiempo se acababa. Decidí llamarlo yo misma y reunirme con Gerard en
Fui a mi habitación, me puse un traje, los zapatos y agarré mi bolso al salir de casa. Me subí al auto y comencé a conducir hacia el edificio donde estaba el bufete de abogados. Cuando llegué y estacioné en el estacionamiento, me dirigí a donde estaban los ascensores, subí al primero que llegó, bajé al piso donde estaba mi oficina, salí de ella y saludé a Carolina mi secretaria, para luego entrar a mi oficina. Tan pronto como me senté en la silla de mi mesa, entró mi secretaria llevando en la mano el café que me traía todas las mañanas y los documentos del juicio que tenía al día siguiente. Absorta en la documentación que tenía sobre mi mesa, escuché un golpe en la puerta de la oficina, di permiso, viendo entrar a Gerard Hills con dos hombres.—¿Cuál es el motivo de esta visita tan pronto, señor Hills?— Yo pregunté.—Vine a decirte que la boda se realizará en dos días en el juzgado y que no debes vestir con ropa demasiado elegante y como nos casaremos en una ceremonia civil, yo iré a
Comencé a revisar esos documentos, mientras el abogado de Hills hablaba conmigo.—Quiero que sepa que el señor Hills irá a los tribunales si viola todas esas cláusulas, ya que en esta reunión se tratarán temas muy delicados relacionados con su vida privada, que podrían dañar la reputación de usted y su familia, supongo—. —Que como abogado entenderás esa situación—, me dijo.—No entiendo por qué tiene que ser sobre mi vida privada, el señor Hills me propuso casarme con él, pero mi vida privada seguirá siendo mía—, respondí.——Señorita Hershey, lo que intento decirle es que usted podría ir a la cárcel si comparte con sus colegas o su familia hasta el más mínimo detalle de esta reunión o de los documentos que está a punto de firmar. Se han hecho varias copias, una para usted, para el señor Hills y los que vamos a estar presentes en esta reunión—, me dijo.Aunque el abogado me ofreció un bolígrafo para empezar a firmar esos documentos, por un momento dudé y me sorprendí, ya que lo que iba
De repente y sin decirnos una palabra a todos los que estábamos dentro de la oficina, Hills se levantó de la silla donde estaba sentado, tomó en brazos a su pequeña hija, la niña y yo mirándonos, la pequeña se despidió con su pequeña mano, saliendo con su padre de esa oficina, entrando Hills segundos después muy serio y volviendo a sentarse en la silla donde estaba antes.—Amanda, aquí tengo los documentos que no son más que el contrato de matrimonio—, me dijo.—Bueno, firmemos y me voy, no puedo perder más tiempo, como ya te dije, también tengo trabajo en mi oficina—, le dije.—No tan rápido Amanda, deja que mi abogado te diga las cláusulas del contrato y tú decides libremente si aceptas o no, aunque si decides no, la prensa sensacionalista se enterará de ti en unos días—, me dijo.— Disculpe, señor Hills, pero esto parece más un chantaje que un matrimonio bajo contrato —, respondí.—Tómalo como quieras, pero esas son mis condiciones—, respondió.Ambos nos quedamos mirándonos a los o
El encuentro con Gerard Hills y sus abogados me hizo sentir muy incómoda, sobre todo cuando me contó las exigencias de la cama en este matrimonio contractual, pero volver a ver a mi pequeña después de haberla abandonado cuando nació, me hizo entender que si quería que volviera a mi vida, tuve que aceptar todas y cada una de las condiciones que ese hombre puso ante mí,—¿Qué pasa si no quiero tener relaciones con el señor Hills? ¿Dime qué pasará?—, pregunté.—Al firmar este contrato que tienes ante ti, eximes a mi cliente de toda responsabilidad, en caso de que aquí te sientas violada o abusada por el Sr. Hills, él solo expresará su necesidad de tener relaciones sexuales con su esposa y usted será obligada a no oponer resistencia a su marido —, me dijo el abogadoMe quedé mirando a Gerard Hills, notando lo relajado que estaba en su gran sillón, como si todo lo que su abogado me decía fuera completamente natural.—¿Qué dice señorita Hershey, acepta todas las condiciones que mi cliente l
Aún no satisfecha con todo lo que me dijo Gerard Hills, hice otra pregunta que todavía me preocupaba sin saber que el que iba a ser mi dueño cuando nos casáramos se iba a reír de mí.—Supongo que cuando quede embarazada será mediante inseminación, ¿no?—, pregunté al ver como Hills me miraba riéndose.—No, ni lo pienses Amanda, creo que aún no lo tienes del todo claro, quiero tener sexo con mi esposa y en mi cama, ¿entiendes?—, me dijo Hills.—Está bien si así lo quieres, tendré que pensarlo muy detenidamente entonces, pero dime qué pasa con tus amantes, no consentiré ninguna infidelidad de tu parte que pueda causar alguna enfermedad en mi cuerpo—. , como ves yo también quiero ciertas condiciones— respondí——Y veo bien que tú pongas tus condiciones, pero si algún día tengo un error con alguna de mis amantes, seré muy discreto y por supuesto soy muy cauteloso en lo que respecta a enfermedades de transmisión sexual Amanda, aquí y allá—. No se trata de lo que puedo o no puedo hacer, cues
Dos horas después de que llegué a casa de mis padres, llegó mi padre muy feliz. Entró a la sala donde mi madre y yo estábamos sentados en el sofá. Mi padre notó que ambas estábamos muy serias. Me dio un beso en el sofá sentado a nuestro lado en el sofá—¿Te pasa algo, cariño? Por sus caras parecen que vienen de un funeral—, nos dijo mi padre.Como pude, y aunque se me saltaron algunas lágrimas, le dije a mi padre lo mismo que le dije a mi madre, sólo que de repente se levantó del sofá, muy enojado, y se acercó al mueble bar, sirviéndose un poco. de vino en una copa mientras miraba a mi madre.—¿Qué derecho tiene ahora ese payaso a decirle a mi pequeña qué hacer? Además, Amanda, hija, puedes tener más hijos, no tienes que aguantar las amenazas de ese hombre—, me dijo mi padre.—Papá, no se trata de amenazas, se trata del hecho de que nos hundiría a ti y a mí, y no puedo consentir eso, por ti y por mí—, le dije a mi padre.—Pero Amanda, casarse con un extraño nunca trae nada bueno y men
La cena ya me estaba resultando algo incómoda, pensando que después tendría que acompañar a Gerard en su vehículo hasta su casa, y tener que dormir en un dormitorio que no era el mío en una casa que, aunque cuando nos casáramos, también lo sería. Pero solo era de Gerard Hills y sobre todo, tener que usar la misma ropa al día siguiente, ya que por los nervios no me acordé de sacar mi ropa de casa de mis padres, pero Hills se quedó mirándome con una media sonrisa en sus labios rojos y carnosos, como si estuviera adivinando lo que yo estaba pensando en ese mismo momento.—Amanda, mañana tendremos que familiarizarnos frente a mi hija, tendré que abrazarte y besarte, espero que no sea ningún inconveniente para ti ya que, como sabes, en dos días serás mi esposa y eso es natural en un matrimonio—, me dijo.—Está bien Gerard, veo que no quieres sorpresas pero sí hacerme sentir incómoda—, respondí.Gerard se rió a carcajadas mientras servía un poco más de vino en nuestras copas.—No quiero mol