CONOCÍ A LA NIÑA

Comencé a revisar esos documentos, mientras el abogado de Hills hablaba conmigo.

 

—Quiero que sepa que el señor Hills irá a los tribunales si viola todas esas cláusulas, ya que en esta reunión se tratarán temas muy delicados relacionados con su vida privada, que podrían dañar la reputación de usted y su familia, supongo—. —Que como abogado entenderás esa situación—, me dijo.

—No entiendo por qué tiene que ser sobre mi vida privada, el señor Hills me propuso casarme con él, pero mi vida privada seguirá siendo mía—, respondí.

——Señorita Hershey, lo que intento decirle es que usted podría ir a la cárcel si comparte con sus colegas o su familia hasta el más mínimo detalle de esta reunión o de los documentos que está a punto de firmar. Se han hecho varias copias, una para usted, para el señor Hills y los que vamos a estar presentes en esta reunión—, me dijo.

 

Aunque el abogado me ofreció un bolígrafo para empezar a firmar esos documentos, por un momento dudé y me sorprendí, ya que lo que iba a ver entre Gerard Hills y yo era sólo un matrimonio por contrato, aunque por otro lado lo entendí. desde entonces Gerard Hills fue un hombre importante y multimillonario

 

—Pensé que Hills sólo quería una boda sencilla y una niñera para su hija—, respondí.

—No, señorita Hershey, no es sólo eso—, no me dijo nada más.

 

El abogado de Hills recogió los documentos que firmé, me miró y sonrió.

 

—Parecía un poco nerviosa, señorita Hershey. ¿Le gustaría que la asistente le trajera algo de beber? Podría traerle una infusión que la calmaría un poco—, me dijo.

—No gracias, lo único que quiero es que esta reunión termine lo antes posible para poder irme, ya te dije que tengo una cita en mi firma con un cliente importante— le dije.

——Señor Hills, dígame algo que me tiene muy intrigado, he firmado los documentos que usted me ha entregado, pero mi pregunta es, ¿qué propósito tiene Hills con esta reunión? —Pedí

 

El asistente entró en ese mismo momento a la oficina, dirigiéndose al abogado y a mí.

 

—El señor Hills ya viene a su oficina, ¿puedo traerles algo de beber? ¿Quieren un café?—, nos preguntó.

—No quiero nada, gracias—, respondí.

—Por favor, tráeme un café, ya sabes cómo me gusta—, respondió sonriendo el abogado.

 

Cuando la mujer ingresó a la oficina con el café que pidió el abogado, este giró la cabeza para mirarla, con una expresión cálida mientras le sonreía. Tomó la taza de café y se sentó en uno de los sillones alrededor de la mesa.

 

—Señorita Hershey, no se ponga nerviosa, el señor Hills quiere ofrecerle una estabilidad que no le daría a ninguna otra mujer—, me dijo al ver que yo me movía en mi asiento un poco nervioso.

—No necesito estabilidad. Como sabes, trabajo en un despacho de abogados muy importante y no necesito que nadie ajeno a mi entorno me ayude—, respondí.

 

Mi corazón dio un vuelco, cuando de repente se abrió la puerta de la oficina, entrando Gerard Hills y un hombre que supuse era otro de sus abogados.

 

—Señorita Hershey, mi nombre es Cristofer, encantada—, me dijo el hombre estrechándome la mano.

 

Me quedé mirando a los tres hombres algo aturdido y fuera de lugar, ya que los dos subordinados de Hills eran demasiado amables y sabía que eso no sería bueno para mí.

 

—Buenas tardes, señorita Hershey, espero que la espera no haya sido incómoda—, me dijo Hills, demasiado serio.

—No se preocupe señor Hills, pero me gustaría que termináramos esta reunión lo antes posible ya que yo, al igual que usted, estoy muy ocupado y ya he perdido mucho tiempo, tiempo que es muy valioso para mí. — Le dije.

—Entonces comencemos la reunión—, dijo Hills.

 

Mirándome mientras sonreía, Hills se sentó en uno de los sillones a mi lado y me trajo algunos documentos. Hills se dio cuenta que estaba muy tranquilo, aunque yo estaba un manojo de nervios ya que no sabía que más iba a pasar en ese feliz encuentro, ya que en mi oficina ya me dijo lo que quería de mí. Gerard Hills se quedó mirándome con sus hermosos ojos esmeralda, cuando de repente escuché abrirse la puerta de la oficina, volteé para ver quién había entrado cuando noté que una pequeña niña me miraba desde detrás del respaldo de mi silla.

 

—Disculpe Amanda, ella es mi hija Celina—, me dijo Hills,  mientras lo miraba sorprendida, ya que sabía con certeza que ella era la niña que di en adopción bajo las amenazas de mis padres.

Me quedé mirando a esa hermosa niña mientras ambos sonreíamos, y le hacíamos un discreto gesto con la mano.

—Hola Celina que linda estás—, le dije.

—Hola, tengo tres años—, me dijo la niña.

—Y tú eres muy bonita, ¿lo sabías?—, le dije.

—Celina cariño, ven con papá, mi niña hermosa—, le dijo Hills.

Me quedé mirando a la pequeña cuando se subió al regazo de su padre, sintiendo que estaba a punto de tener un ataque de ansiedad, ya que la pequeña tenía ciertos rasgos míos, pensé que Hills no me mintió, esa pequeña criatura era la que di di a luz hace tres años. Celina se bajó del regazo de su padre y como si tuviéramos una conexión, apoyó sus bracitos en mis piernas, apoyando su hermosa cabeza en sus bracitos mientras ambos nos mirábamos. De repente la pequeña intentó subirse a la silla que tenía a mi lado, me levanté de la silla, puse mis manos debajo de sus bracitos y la ayudé a sentarse, rodeando a la pequeña con sus cortos brazos alrededor de mi cuello.

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