EL CONTRATO MATRIMONIAL

De repente y sin decirnos una palabra a todos los que estábamos dentro de la oficina, Hills se levantó de la silla donde estaba sentado, tomó en brazos a su pequeña hija, la niña y yo mirándonos, la pequeña se despidió con su pequeña mano, saliendo con su padre de esa oficina, entrando Hills segundos después muy serio y volviendo a sentarse en la silla donde estaba antes.

 

—Amanda, aquí tengo los documentos que no son más que el contrato de matrimonio—, me dijo.

—Bueno, firmemos y me voy, no puedo perder más tiempo, como ya te dije, también tengo trabajo en mi oficina—, le dije.

—No tan rápido Amanda, deja que mi abogado te diga las cláusulas del contrato y tú decides libremente si aceptas o no, aunque si decides no, la prensa sensacionalista se enterará de ti en unos días—, me dijo.

— Disculpe, señor Hills, pero esto parece más un chantaje que un matrimonio bajo contrato —, respondí.

—Tómalo como quieras, pero esas son mis condiciones—, respondió.

 

Ambos nos quedamos mirándonos a los ojos, no sé si fue su mirada ardiente o su dulce rostro, pero de repente sentí como un fuego dentro de mí que me hizo sentir algo incómoda en ese momento, mientras apartaba la mirada de Gerard. Hills.

 

—Señorita Hershey, si usted acepta casarse con mi cliente –habló el abogado– obtendrá cierta cantidad de dinero, tendrá que acompañar a su esposo a ciertos eventos sociales, pero no se preocupe, porque el señor Hills le ofrece una tarjeta con unos fondos generosos para que pueda comprar lo que necesita, además de que todas sus necesidades serán cubiertas por su próximo —futuro— esposo, el Sr. Hills—, terminó de decirme, levantándose de la silla donde me sentí muy ofendida.

—Señor Hills, soy capaz de comprarme todo lo que quiera, no necesito su dinero ya que no le voy a mendigar, tengo un buen trabajo y un buen salario, para comprar todos los caprichos que quiera. — Respondí.

—Siéntate Amanda, hay una cosa que no sabes, ya no tienes trabajo, he arreglado que el bufete de abogados te despida, ¿ahora qué me dices?—, me dijo al ver una sonrisa sarcástica en su rostro. La cara de Hills.

—¿Cómo? ¿Qué ha hecho? —Eso es imposible, la empresa no me despediría sin avisarme primero—, respondí muy enojado.

—Será mejor que vuelva a sentarse, señorita Hershey, por favor—, me dijo el abogado.

—Amanda, ahora soy yo quien no puede perder más tiempo, te hago una oferta muy seria y estás interesada en escuchar— me dijo Hills alzando la voz.

Me quedé mirándolo muy seria e inerte, ya que me di cuenta que era un hombre al que no se podía desobedecer, me miró de tal manera que se me heló la sangre en segundos, volviendo a sentarme en la silla sin poder hacerlo. decir cualquier otra cosa.

 —Eso me gusta más, que sea algo obediente, ¿ahora podemos seguir con las condiciones que le impongo?—, me pregunté asintiendo con la cabeza.

—Bueno, señorita Hershey, seguí leyendo—, dijo el abogado. —La aceptación de este contrato tiene ciertas consecuencias que entrarán en vigor. Una vez firmado, el matrimonio se celebrará dentro de dos días en una ceremonia civil discreta y privada, obligándose a residir bajo el mismo techo que el señor Hills y su pequeña hija, ejerciendo las funciones de esposa y madre— me dijo

—Espera un momento, no voy a dormir contigo en la misma cama, una cosa es casarme porque me estás chantajeando, pero no voy a ser tu puta privada en tu cama, olvídalo, porque no estoy dispuesto—, respondí.

—Amanda, no puedes mantener la boca cerrada ni un momento, ¿verdad? O no entiendes que no estás en condiciones de hacer lo que quieres, las condiciones son esas y también impuestas por mí, así que por favor cierra la boca—. Levántate y escucha—, me dijo muy serio Hills.

—Debes pedirle permiso a tu esposo para salir de casa o para cualquier actividad que desees realizar, siempre y cuando estés en casa cuando el señor Hills regresa del trabajo y tu hija Celina esté cuidada, cuando estés en eventos y acompañada de su marido, tendrá que haber muestras de amor aunque no se le permite tener relaciones fuera del matrimonio, serían un incumplimiento de contrato y el señor Hills podrá hacer uso de declaraciones sobre su vida pasada para. la prensa sensacionalista.

 

Cuando el abogado de Hills terminó la frase, sentí que me ardían las mejillas, estaba tan enojado que hubiera salido de esa oficina sin mirar atrás, aún sabiendo que esa adorable pequeña era mi hija. y que Hills ventilaría mis trapos sucios. luz

 

—— ¿Puedo irme ahora? —Hay muchas condiciones y tengo que pensar en ello—, le dije, encogiéndome por la mirada fulminante que Hills me lanzó.

—¿Puedo continuar señorita Hershey?—, me dijo el abogado.

—Sí por favor, pero señor Hills, todo eso es ———

——Por favor Amanda, CÁLLATE, no puedo perder más tiempo, te ruego que cierres la boca— me gritó Hills

—Pasemos a la parte obligatoria de una mujer casada hacia su marido— dijo el abogado, esbocé un pequeño grito mientras sonreía, los hombres que estaban ahí mirándome.

—Hay unas cláusulas, que son las que le obligan a practicar con su futuro marido, señor Hills, serán el matrimonio en la cama, dejando que su marido actúe como tal, respetando las actividades sexuales que su marido desee, sin límites sexuales.

—Está bien, por favor no continúes, eso se verá, esto es solo un matrimonio por contrato, no sé por qué me elegiste, pero esas prácticas que mencionas serán de mutuo acuerdo y cuando ambos sintamos esa necesidad—

—Señorita Hershey, sé que esta parte le molesta, pero queremos que sepa las implicaciones que trae este contrato y al firmarlo aceptará todas las condiciones que le exige el señor Hills.— me dijo el abogado

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