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ACLARANDO PUNTOS IMPORTANTES

El encuentro con Gerard Hills y sus abogados me hizo sentir muy incómoda, sobre todo cuando me contó las exigencias de la cama en este matrimonio contractual, pero volver a ver a mi pequeña después de haberla abandonado cuando nació, me hizo entender que si quería que volviera a mi vida, tuve que aceptar todas y cada una de las condiciones que ese hombre puso ante mí,

—¿Qué pasa si no quiero tener relaciones con el señor Hills? ¿Dime qué pasará?—, pregunté.

—Al firmar este contrato que tienes ante ti, eximes a mi cliente de toda responsabilidad, en caso de que aquí te sientas violada o abusada por el Sr. Hills, él solo expresará su necesidad de tener relaciones sexuales con su esposa y usted será obligada a no oponer resistencia a su marido —, me dijo el abogado

Me quedé mirando a Gerard Hills, notando lo relajado que estaba en su gran sillón, como si todo lo que su abogado me decía fuera completamente natural.

—¿Qué dice señorita Hershey, acepta todas las condiciones que mi cliente le ha explicado en este contrato?—, me preguntó aquel hombre de pelo blanco.

—¿Qué pasa entonces con mi hija? ¿Cómo voy a saber que el señor Hills no me transmitirá una de esas enfermedades virales, cuando quiera tener relaciones conmigo? Porque su cliente, según la prensa sensacionalista, ha tenido innumerables parejas—. y amantes—, respondí.

—Tanto usted como mi cliente se someterán a un examen médico para garantizar que tanto usted como el Sr. Hills se encuentran sanos y con respecto a su hija, como usted dice, se realizará una prueba para que podamos asegurarnos de que usted es la madre biológica. de la pequeña Celina— respondió

—Tengo que decirle, señor Hills, que no tengo ninguna enfermedad de la que pueda preocuparse, ya que la firma nos realiza exámenes médicos periódicos—, respondí.

—Lo sabemos señorita Hershey, pero mi clienta tal vez, y sólo tal vez, quiera ampliar la familia y hay que estar dispuesta y sana para darle ese bebé, entiéndame—, me dijo el abogado.

—Tal vez no sea Amanda, quiero una esposa sana que me dé un heredero, y en cuanto el análisis de sangre dé positivo, como eres la madre de mi hija, no te ahorraré llevarte tantas veces como yo—. Quiero que puedas darme un hijo—, me dijo Gerard Hills, mirándolo con ojos de pánico mientras pensaba que llevar otro niño en mi vientre acabaría con mi carrera.

—Hills lo que quieres es una muñeca que te obedezca y esté a tu disposición las veinticuatro horas del día y conmigo te equivocas, prefiero que te busques una puta, porque ni mi cuerpo ni yo pretendemos prostituirnos por un mucho dinero que tienes— respondi muy enojada

—¿Ni siquiera por una niña, que diste en adopción cuando nació? No te juzgo Amanda ni soy quien para hacerlo, no soy un hombre con millones en el banco que se ha enamorado de una mujer—. que abandonó a su hija recién nacida y que quiere tenerte en mi cama para ello, sólo quiero que seas madre de mi hija y te he seleccionado, después de ver muchas mujeres mejores que tú, con cuerpos espectaculares y que estaban dispuestas a hacer cualquier cosa que les pidiera, pero preferí investigarte, ya que eres la madre de mi hija y nadie puede  cuidarla mejor que su propia madre. ¿Te ha quedado todo muy claro o la señora quiere más?  —Dime—, me dijo Hills, enojándome aún más.

Gerard Hills se incorporó de su gran silla, entrelazó los dedos sobre la mesa y nos miró a ambos con ojos muy serios.

—Supongo que por fin te hice callar, no soy un pervertido Amanda, ni quiero una mujer para cogerla en mi cama tantas veces como quiera, porque como comprenderás no me faltarían mujeres para eso, solo quiero casarme con una buena esposa y que mi hija tenga una buena madre, no creo que esté pidiendo mucho, ¿no?

—Creo que si hubieras hecho las cosas de otra manera, todo esto no sería necesario, pero no, apareces en mi oficina dándome unas fotos que no sabía quién era la mujer con la que se acostaba mi prometido—. Ni siquiera sabía que me estaba siendo infiel, me amenazas con ir a los tabloides y despotricar sobre mi pasado, me amenazas con que no tendré que ver a mi familia cuando me case contigo, si no me denuncias a los tabloides. ¿Y quieres que continúe? – respondí al ver cómo Hills se reía a carcajadas.

—Amanda, no soy hombre para cortejar a ninguna mujer, eso ya lo hice y aunque no te importe, esa mujer me dejó en el altar—, me dijo.

——No me sorprende, la verdad es que cualquier mujer que se precie no querría estar contigo— respondí, Hills dejó de reír, mirándome con esos ojos de rabia y frustración.

—Mira Amanda, déjame decirte que eres muy divertida, una mujer que está sentada a mi lado, que dio a su bebé recién nacido y que me demuestra que está orgullosa de donde ha llegado porque su moral es muy alta, perdóname—. pero eres muy dudosa querida— me contestó muy serio

—¿Ya lo decidió, señorita Hershey? Mi cliente, si quiere, le dará dos millones para sus gastos personales hasta que se celebre la ceremonia. Luego, como la esposa de Gerard Hills, podrá tener todo lo que quiera— Estoy muy contento contigo por eso—, me dijo el abogado, haciéndome reír.

—¿Entonces qué debo hacer ahora?—, pregunté angustiada y con algunas lágrimas cayendo por mis mejillas.

—Ahora Amanda, ambos firmaremos el documento, vendrás a mi casa en mi auto, estaré esperándote para ir mañana a la clínica a hacerte la prueba de ADN y un examen ginecológico para asegurarte de que puedes volver a quedar embarazada y que ninguno de los dos padecemos ninguna enfermedad de transmisión sexual.—Me dijo Gerard Hills, sintiendo mis mejillas sonrojarse de vergüenza ante sus palabras.

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