La cena ya me estaba resultando algo incómoda, pensando que después tendría que acompañar a Gerard en su vehículo hasta su casa, y tener que dormir en un dormitorio que no era el mío en una casa que, aunque cuando nos casáramos, también lo sería. Pero solo era de Gerard Hills y sobre todo, tener que usar la misma ropa al día siguiente, ya que por los nervios no me acordé de sacar mi ropa de casa de mis padres, pero Hills se quedó mirándome con una media sonrisa en sus labios rojos y carnosos, como si estuviera adivinando lo que yo estaba pensando en ese mismo momento.—Amanda, mañana tendremos que familiarizarnos frente a mi hija, tendré que abrazarte y besarte, espero que no sea ningún inconveniente para ti ya que, como sabes, en dos días serás mi esposa y eso es natural en un matrimonio—, me dijo.—Está bien Gerard, veo que no quieres sorpresas pero sí hacerme sentir incómoda—, respondí.Gerard se rió a carcajadas mientras servía un poco más de vino en nuestras copas.—No quiero mol
Ver a Gerard Hills vestido así me dio la impresión de que ya estaba atada a un hombre del que no sabía absolutamente nada pero tenía muy claro lo que quería, aunque simplemente ya estábamos unidos por un contrato matrimonial, pero traté de no pensar en eso. . Lo único que esperaba ahora era estar con mi hija, jugar con ella, que me conociera y la conociera, ya que cuando nació ni siquiera me dejaron verla, y la partera que me asistió en el parto se la llevó inmediatamente, por orden de mis padres. . Cuando entramos a la sala donde estaba mi hija, pude ver como Gerard tenía una media sonrisa en sus lindos labios mientras miraba a su hija, para luego mirar los peluches que estaban encima de la alfombra donde estaba mi pequeña, sin poder quitarme los ojos de encima. , notando como unas pequeñas lágrimas caían por mis mejillas—Celina cariño, ¿te acuerdas de Amanda?—, le preguntó Gerard a su hija.Pero la pequeña se entretuvo con sus peluches¿No le vas a decir nada? Ella está aquí para j
Después de los exámenes que nos hicieron a cada uno, los médicos de esa clínica, salimos de ese lugar, nos subimos al auto y regresamos a la casa de Hills. Entramos, ambos dirigiéndonos a la sala, me senté en el sofá mientras Hills servía en un vaso un poco del Whisky que tenía en el mueble bar de la sala, y luego se sentó a mi lado.—Si nos casamos esta tarde, supongo que querrás que la pequeña Celina asista a nuestra boda—, le dije.—Claro que sí, mi nana ya dejó la ropa de mi hija en la guardería para que la preparen—, respondió.—¿Tiene una niñera, señor Hills? —, pregunté sonriendo.—¿Nunca has tenido una, Amanda?—, respondió.—Sí, pero no me dejas verle ni invitarte a la boda. Supongo que nuestra boda será, bueno, muy seria y sin pétalos de rosa cuando nos feliciten, ¿no?—, pregunté al ver cómo Hills se acercaba. su asiento un poco molesto por mis palabras.—Amanda, creo que cuando firmaste el contrato entendiste todas las disposiciones que tendrá cuando nos casemos, por favor
Después de lo que sabía, no podía perder tiempo, así que me dirigí a donde estaban los ascensores, me subí a uno de ellos para bajar al parking donde tenía el vehículo, salí y luego me subí a mi vehículo, lo puse en marcha muy nerviosa y salí del edificio hasta el townhouse donde vivían mis padres. Llegué y estacioné el auto en la calle, toqué el timbre, abriendo la puerta, Emilia la criada.—Buenos días Amanda—, me dijo.—¿Emilia está mi madre en casa?—, le pregunté cuando entramos a la casa.—Sí cariño, está en la piscina, ¿puedo traerte algo fresco para beber?—Sí, por favor, hoy hace mucho calor—, respondí.Fui directamente a la piscina viendo a mi madre, tumbada en una de las tumbonas tomando el sol.—Buenos días mamá—, saludé.—Amanda cariño, hoy terminaste de trabajar temprano, me alegra que podamos comer juntas—, respondió.—La verdad es que vine por otra razón mami— dije seriamente, mientras mi madre se sentaba haciéndome sentar a su lado.—¿Qué pasa Amanda? Renato y tú se ha
Después de unos segundos en silencio...—Esas son las condiciones, señorita Hershey, ¿lo toma o esta tarde verá su foto en las revistas rosas, qué decide?—, preguntó acercándose tanto a mí, dejando nuestras bocas a milímetros de distancia.—Salga de mi oficina ahora mismo, Sr. Hills, nadie me amenaza—, le susurré.—Tiene tiempo hasta que la imprenta empiece a funcionar, una hora, señorita Hershey, una hora y también le dejo aquí los documentos para que pueda leerlos tranquilamente—, me susurró también, saliendo después de mi oficina.Me senté en la silla de mi oficina viendo entrar a mi secretaria.—Amanda, ¿estás bien?—No Carolina, no me siento muy bien—, respondí.—Me avisas, si puedo ayudarte en algo—Lo sé, gracias, puedes irte.Estaba mirando el reloj de mi oficina cada cinco minutos, aunque agradecí que no me llamara ni volviera a mi oficina, al ver que no me concentraba en nada de lo que estaba haciendo y el tiempo se acababa. Decidí llamarlo yo misma y reunirme con Gerard en
Fui a mi habitación, me puse un traje, los zapatos y agarré mi bolso al salir de casa. Me subí al auto y comencé a conducir hacia el edificio donde estaba el bufete de abogados. Cuando llegué y estacioné en el estacionamiento, me dirigí a donde estaban los ascensores, subí al primero que llegó, bajé al piso donde estaba mi oficina, salí de ella y saludé a Carolina mi secretaria, para luego entrar a mi oficina. Tan pronto como me senté en la silla de mi mesa, entró mi secretaria llevando en la mano el café que me traía todas las mañanas y los documentos del juicio que tenía al día siguiente. Absorta en la documentación que tenía sobre mi mesa, escuché un golpe en la puerta de la oficina, di permiso, viendo entrar a Gerard Hills con dos hombres.—¿Cuál es el motivo de esta visita tan pronto, señor Hills?— Yo pregunté.—Vine a decirte que la boda se realizará en dos días en el juzgado y que no debes vestir con ropa demasiado elegante y como nos casaremos en una ceremonia civil, yo iré a
Comencé a revisar esos documentos, mientras el abogado de Hills hablaba conmigo.—Quiero que sepa que el señor Hills irá a los tribunales si viola todas esas cláusulas, ya que en esta reunión se tratarán temas muy delicados relacionados con su vida privada, que podrían dañar la reputación de usted y su familia, supongo—. —Que como abogado entenderás esa situación—, me dijo.—No entiendo por qué tiene que ser sobre mi vida privada, el señor Hills me propuso casarme con él, pero mi vida privada seguirá siendo mía—, respondí.——Señorita Hershey, lo que intento decirle es que usted podría ir a la cárcel si comparte con sus colegas o su familia hasta el más mínimo detalle de esta reunión o de los documentos que está a punto de firmar. Se han hecho varias copias, una para usted, para el señor Hills y los que vamos a estar presentes en esta reunión—, me dijo.Aunque el abogado me ofreció un bolígrafo para empezar a firmar esos documentos, por un momento dudé y me sorprendí, ya que lo que iba
De repente y sin decirnos una palabra a todos los que estábamos dentro de la oficina, Hills se levantó de la silla donde estaba sentado, tomó en brazos a su pequeña hija, la niña y yo mirándonos, la pequeña se despidió con su pequeña mano, saliendo con su padre de esa oficina, entrando Hills segundos después muy serio y volviendo a sentarse en la silla donde estaba antes.—Amanda, aquí tengo los documentos que no son más que el contrato de matrimonio—, me dijo.—Bueno, firmemos y me voy, no puedo perder más tiempo, como ya te dije, también tengo trabajo en mi oficina—, le dije.—No tan rápido Amanda, deja que mi abogado te diga las cláusulas del contrato y tú decides libremente si aceptas o no, aunque si decides no, la prensa sensacionalista se enterará de ti en unos días—, me dijo.— Disculpe, señor Hills, pero esto parece más un chantaje que un matrimonio bajo contrato —, respondí.—Tómalo como quieras, pero esas son mis condiciones—, respondió.Ambos nos quedamos mirándonos a los o