La noche casi pasó volando, comimos, hablamos y conocimos a más gente, al menos a mí, que rara vez había ido a un evento con Gerard. Cuando estábamos con otras personas, levanté la vista buscando a mi esposo, ambos cruzamos la mirada, le lancé un beso viendo como me sonreía con su hermosa sonrisa, poco después mi esposo se acercó donde yo estaba rodeando mi cintura. con sus brazos y me besaba en mi hombro desnudo o en mi mejilla. Aunque de vez en cuando notaba como esa mujer, Ava, tocaba el brazo de Elmer, y el hombre ladeaba la cabeza para escuchar lo que había afuera que ella le murmuraba al oído, con una expresión indulgente en su rostro. Elmer se acercó a nosotros junto con su esposa poco después, para decirnos que nos esperaban al día siguiente para almorzar, aunque Gerard ya le había dicho que lo estaba esperando en su empresa, pensé que era agradecimiento que estuvieran tratando de muéstranos, pero no pude detener a mi bebé solo por mucho tiempo ya que su alimento era yo. —¿E
Cuando me encontré atrapada por mi esposo, me quedé mirando sus hermosos ojos verdes, temiendo lo que pasaría después, Gerard agarró mis manos, poniendo mis brazos detrás de mi cuerpo, sosteniendo mis brazos con una sola mano, metió la otra porque del corte de mi vestido, arrancándolos, acariciando mi sexo con sus dedos, haciéndome gemir—Eres mía, ¿entiendes? Sólo mía y nada más que yo puedo tocar tu cuerpo – me dijo – Ssofía, dime ¿de quién eres? —Vamos, dilo, ¿a quién perteneces?—, me decía mientras Continuó acariciando mi sexo.—Gerard, soy tuyo, eso ya lo sabes, pero déjame ir—, le rogué.Gerard no hizo caso a mi súplica, puso sus manos en mis nalgas levantándome unos centímetros del suelo, notando la cabeza de su miembro en la entrada de mi sexo, cuando bajó la cremallera de su pantalón. Para ser honesto, no lo sé. Con un ataque certero, entró en mi ser, moviéndose desesperadamente. Me arrancó la cinta de mi vestido que cruzaba mi pecho, dejándome con mis pechos desnudos y a mer
Despertar en París y con el hombre que amaba, fue una de las experiencias más majestuosas que me regaló la vida, ya que después del cumpleaños de mi hija Celina, mis padres se quedaron unos días en nuestra casa con los niños, para que mi esposo pudiera darme esta magnífica sorpresa. Desperté en la suite nupcial de aquel hotel, acariciando mi rostro con los rayos de sol que entraban por esa pequeña terraza de la habitación y, entre los brazos de mi marido. Quería levantarme de la cama, cuando los brazos de Gerard rodearon mi cuerpo, sintiendo su cálido aliento en mi cuello.—Buenos días, señora Hills—, dijo, viendo una hermosa sonrisa en sus lindos labios, haciéndome reír como un tonto. —Buenos días, señor Hills—, respondí, acercando mis labios a sus labios perfectos. ——¿Quieres que salgamos a caminar o prefieres quedarte en la habitación todo el día? ———Preguntó, poniendo su cuerpo encima del mío, estando ambos desnudos. —No, quiero conocer la ciudad del amor—, dije sonriendo. —Tu
Después de lo que sabía, no podía perder tiempo, así que me dirigí a donde estaban los ascensores, me subí a uno de ellos para bajar al parking donde tenía el vehículo, salí y luego me subí a mi vehículo, lo puse en marcha muy nerviosa y salí del edificio hasta el townhouse donde vivían mis padres. Llegué y estacioné el auto en la calle, toqué el timbre, abriendo la puerta, Emilia la criada.—Buenos días Amanda—, me dijo.—¿Emilia está mi madre en casa?—, le pregunté cuando entramos a la casa.—Sí cariño, está en la piscina, ¿puedo traerte algo fresco para beber?—Sí, por favor, hoy hace mucho calor—, respondí.Fui directamente a la piscina viendo a mi madre, tumbada en una de las tumbonas tomando el sol.—Buenos días mamá—, saludé.—Amanda cariño, hoy terminaste de trabajar temprano, me alegra que podamos comer juntas—, respondió.—La verdad es que vine por otra razón mami— dije seriamente, mientras mi madre se sentaba haciéndome sentar a su lado.—¿Qué pasa Amanda? Renato y tú se ha
Después de unos segundos en silencio...—Esas son las condiciones, señorita Hershey, ¿lo toma o esta tarde verá su foto en las revistas rosas, qué decide?—, preguntó acercándose tanto a mí, dejando nuestras bocas a milímetros de distancia.—Salga de mi oficina ahora mismo, Sr. Hills, nadie me amenaza—, le susurré.—Tiene tiempo hasta que la imprenta empiece a funcionar, una hora, señorita Hershey, una hora y también le dejo aquí los documentos para que pueda leerlos tranquilamente—, me susurró también, saliendo después de mi oficina.Me senté en la silla de mi oficina viendo entrar a mi secretaria.—Amanda, ¿estás bien?—No Carolina, no me siento muy bien—, respondí.—Me avisas, si puedo ayudarte en algo—Lo sé, gracias, puedes irte.Estaba mirando el reloj de mi oficina cada cinco minutos, aunque agradecí que no me llamara ni volviera a mi oficina, al ver que no me concentraba en nada de lo que estaba haciendo y el tiempo se acababa. Decidí llamarlo yo misma y reunirme con Gerard en
Fui a mi habitación, me puse un traje, los zapatos y agarré mi bolso al salir de casa. Me subí al auto y comencé a conducir hacia el edificio donde estaba el bufete de abogados. Cuando llegué y estacioné en el estacionamiento, me dirigí a donde estaban los ascensores, subí al primero que llegó, bajé al piso donde estaba mi oficina, salí de ella y saludé a Carolina mi secretaria, para luego entrar a mi oficina. Tan pronto como me senté en la silla de mi mesa, entró mi secretaria llevando en la mano el café que me traía todas las mañanas y los documentos del juicio que tenía al día siguiente. Absorta en la documentación que tenía sobre mi mesa, escuché un golpe en la puerta de la oficina, di permiso, viendo entrar a Gerard Hills con dos hombres.—¿Cuál es el motivo de esta visita tan pronto, señor Hills?— Yo pregunté.—Vine a decirte que la boda se realizará en dos días en el juzgado y que no debes vestir con ropa demasiado elegante y como nos casaremos en una ceremonia civil, yo iré a
Comencé a revisar esos documentos, mientras el abogado de Hills hablaba conmigo.—Quiero que sepa que el señor Hills irá a los tribunales si viola todas esas cláusulas, ya que en esta reunión se tratarán temas muy delicados relacionados con su vida privada, que podrían dañar la reputación de usted y su familia, supongo—. —Que como abogado entenderás esa situación—, me dijo.—No entiendo por qué tiene que ser sobre mi vida privada, el señor Hills me propuso casarme con él, pero mi vida privada seguirá siendo mía—, respondí.——Señorita Hershey, lo que intento decirle es que usted podría ir a la cárcel si comparte con sus colegas o su familia hasta el más mínimo detalle de esta reunión o de los documentos que está a punto de firmar. Se han hecho varias copias, una para usted, para el señor Hills y los que vamos a estar presentes en esta reunión—, me dijo.Aunque el abogado me ofreció un bolígrafo para empezar a firmar esos documentos, por un momento dudé y me sorprendí, ya que lo que iba
De repente y sin decirnos una palabra a todos los que estábamos dentro de la oficina, Hills se levantó de la silla donde estaba sentado, tomó en brazos a su pequeña hija, la niña y yo mirándonos, la pequeña se despidió con su pequeña mano, saliendo con su padre de esa oficina, entrando Hills segundos después muy serio y volviendo a sentarse en la silla donde estaba antes.—Amanda, aquí tengo los documentos que no son más que el contrato de matrimonio—, me dijo.—Bueno, firmemos y me voy, no puedo perder más tiempo, como ya te dije, también tengo trabajo en mi oficina—, le dije.—No tan rápido Amanda, deja que mi abogado te diga las cláusulas del contrato y tú decides libremente si aceptas o no, aunque si decides no, la prensa sensacionalista se enterará de ti en unos días—, me dijo.— Disculpe, señor Hills, pero esto parece más un chantaje que un matrimonio bajo contrato —, respondí.—Tómalo como quieras, pero esas son mis condiciones—, respondió.Ambos nos quedamos mirándonos a los o