XI La primera cita

—¿Iremos muy lejos? —preguntó Alana al ver llegar a Damián en el deportivo.

—No, no tanto.

—Es una linda tarde para caminar.

Alana mandaba y como Damián no quería hacer nada que opacara su primera cita, fue a dejar el auto a los estacionamientos.

—Caminemos entonces.

Nuevamente un silencio incómodo los acompañaba como una sombra. En el auto al menos podrían haber puesto música. Eran dos extraños que aparentemente se amaban por obra y gracia del destino, pero no dejaban de ser eso, extraños.

—¿Qué tipo de música te gusta? —preguntó él.

—El rock japonés es mi favorito.

Nunca en su vida había él escuchado algo de eso. Tendría que aprender.

—¿Y a ti?

—El metal industrial y alternativo también —contó Damián.

Una nueva oleada de silencio incómodo fue rota por la risa de Alana.

—Somos muy diferentes —reconoció ella.

—Sí, supongo que eso lo hará más interesante. Ya sabes lo que dicen, los polos opuestos se atraen.

—Pero no somos imanes, eso aplica para el electromagnetismo y la electricidad
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