Te deseo a tí...

Edan deslizó a Alma con mucho cuidado, dejándola sobre la cama, incorporándose él, por encima de ella.

Sus cuerpos se pegaban cada vez más, sus besos eran cada vez más intensos, al punto que, casi, se quedaban sin aliento.

Las manos de Edan se deslizaron, con mucha calma, por todo el cuerpo de ella, explorando, reconociendo, mientras que Alma, seguía aferrada en su cuello, en un abrazo inagotable.

Ella no era tonta, aunque tenía algo de miedo, Alma sabía, que lo que pasaría entre ellos, ya no tenía vuelta atrás, pero ella, estaba dispuesta a llegar hasta el final.

Alma quería a Edan y lo quería todo de él, por eso, decidió creerle y decidió, entregarse por completo.

Sin embargo, el temor de lo que sucedería, crecía, era su primera vez.

Ella temblaba y no sabía reconocer si los temblores se debían al calor que le comenzaba a recorrer el cuerpo o el nerviosismo, por lo que iba a suceder.

Edan se separó de los labios de Alma, las lágrimas de ella, ya habían mermado y en la tenue
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