Los pequeños Santiago y Diana vitoreaban triunfantes con una bolsa de dulces, cada uno en sus manos.Noemí se mantenía renegada en un rincón de la sala observando el espectáculo, parecía preocupada y concentrada en sus pensamientos.Luz, la madre de Alma, estaba sentada en el sofá de la sala, con una máscara de inexpresividad.Ricardo Contreras, el padre de Alma, sonreía al ver a los más pequeños celebrando, cuando la puerta se abrió para darle paso a su hija mayor, Alma.—¿Pa…? ¿Papá?. — Preguntó ella perpleja, al ver la escena.—¡Oh! ¡Alma, hija!. — Ricardo se acercó para estrecharla entre sus brazos, mientras ella se mantenía estática.Fue solo un instante, pero fue el tiempo suficiente como para que Alma pudiera sentir el intenso aroma de lic0r.Al parecer, las viejas mañas, no habían cambiado.A esa temprana hora de la mañana, Ricardo ya se habría echado varias copas, si no es que una botella completa por el semblante algo hinchado, con los ojos ligeramente rojos que re
—¿Noemí?.Alma tocó la puerta de la habitación y al no escuchar respuesta, simplemente entró.Vio a la chica, con los ojos llorosos, acurrucada en una orilla de la cama. Eso le rompió el corazón.—¿Noemí?. — Alma se acercó a la jovencita, que seguía con su expresión preocupada. — ¿Qué pasó? No tienes que ponerte así…—Lo siento tanto, Alma. — Noemí se lanzó en los brazos de su hermana, para fundirse en un fuerte abrazo.—¿Lo sientes? ¿Por qué?. — Preguntó Alma confundida.—Papá está aquí por mi culpa. — Sollozo.—¿Qué? ¿Por qué dices eso?. — Noemí se soltó de su agarre y miró a su hermana mayor a los ojos, con la mirada cristalizada.—Hace unos días, él comenzó a llamar…—¿Qué?. — Noemí asintió, apretando los labios, con cierta vergüenza.—Y siempre preguntaba cosas… Hacía preguntas sobre nosotros, sobre la casa, sobre mamá… Yo estaba enojada porque en sus preguntas, parecía que, en vez de preocuparse, nos estuviera investigando y entonces le dije… Le dije que dejar
La mudanza había terminado y aunque durante la despedida hubo muchas lágrimas más, Alma sabía, tenía confianza en que, todo estaría bien.Debía ser positiva y pensar lo mejor.Edan conducía su Ferrari sin dejar de mirar a su esposa de reojo, le rompía el corazón verla limpiándose una y otra vez las lágrimas que al momento volvían a fluir, como un círculo infinito.—Tranquila, mi amor, mañana mismo pasamos para saludar. — Le murmuro intentando reconfortarla. Alma asintió, limpiándose de nuevo. Edan supuso que hablar de algún tema, ayudaría a Alma entretenerse. — ¿Sabes? Me preguntaba por qué no me habías hablado antes de tu padre.—No lo sé… Solo, nunca surgió.—Llegué a creer que él no estaba presente en sus vidas. — Intentó comentar Edan, con todo el tacto que le fue posible.—Pues no, desde hace algún tiempo no estuvo, como él mismo te comentó, se fue por una temporada. — Soltó Alma, sintiendo como se llenaba de rabia y decepción al recordar.—Se ve que es un buen hombre
Al salir de la universidad, Alma se fue por su cuenta a casa de su madre, no quería molestar a Edan, después de todo, él era un exitoso empresario y ella no podía estar llamándolo solo para que sea su chófer.Las cosas en casa de Alma, iban bastante normal, aunque extrañamente, Ricardo no estaba tan ebrio como ella hubiera esperado encontrarlo a esa hora.Claro, él había estado tomando, eso era obvio, sin embargo, Ricardo se veía más mesurado y además, se mantenía muy entretenido y concentrado en unos documentos.Por lo menos, eso era algo bueno, el que Ricardo mantuviera la mente ocupada.Al finalizar la tarde, Alma llamó a Edan para avisarle que podía recogerla en la casa de su madre, no obstante, Edan terminó disculpándose con ella, puesto que, aparentemente estaba muy ocupado haciendo algunas diligencias y en ese momento, no podía pasar a buscarla.Pero Edan quedó en enviarle un chófer a Alma en un par de horas. Eso fue muy extraño, ¿Qué tanto podía tardar Edan en sus dilige
Dos días, ¡Solo dos días! Ella no podía ser feliz con Edan por más tiempo que ese, solo cuarenta y ocho horas… Al parecer, solo ese era el plazo permitido, el límite de su felicidad.Lo mismo sucedió en su viaje de luna de miel, dos días junto a Edan en los que Alma se permitió ilusionarse, abrir su corazón, para terminar rota.De nuevo, volvía a suceder, ¿Cómo no se lo espero? ¿De verdad le llegó a pasar por la mente que una mujer simple y pobre como ella podría llegar a ser feliz con un hombre como Edan?.Ese fue su error, creerlo nuevamente e ilusionarse… Pero esta vez, no fue culpa de él, esta vez era el destino quien estaba en contra y ya no había marcha atrás.Alma entró en la habitación de Edan, mientras que las lágrimas recorrían su rostro como nunca lo habían hecho antes y los espasmos en su pecho, eran cada vez más fuertes.¿Cómo podía doler tanto? ¿Podría sanar con los días como lo hizo la vez anterior?.Sí, seguro que podía, ella solo necesitaba enfocarse y asumir su
Venganza, ese era el principal motivo por el que Vivian había armado todo ese show… Y le había salido muy bien.Esas eran las consecuencias que Edan tendría que enfrentar por atreverse a querer dejarla por una mosquita muerta como Alma, una pobretona que para nada se comparaba con una mujer como ella.Pero había algo más, ella necesitaba tiempo… Sus padres se enterarían rápidamente de su embarazo al revisar los gastos de Vivian y los estados de cuenta.Y al notar una factura por una visita al ginecólogo con eco y prueba de embarazo, de inmediato, le pedirían cuentas.Por eso, Vivian necesitaba de un chivo expiatorio, por lo menos, hasta que fuese el tiempo indicado para sacar toda la verdad a la luz.¡Por qué lo haría! Ella contaba con que todos supieran la verdad, solo que, a su debido tiempo.Seguramente sus padres se enojarían al enterarse de la verdad, eso era obvio, pero al final, la apoyarían, porque Vivian es, y siempre ha sido, su niña consentida.*—¡¿Casarnos?!. — E
—Entonces… Te enamoraste de tu esposa falsa. — Repitió Diego por enésima vez, el amigo y abogado de Edan, hablando por encima del bullicio del club, sin poderlo creer.—¡Que no es mi esposa falsa! Tú mismo fuiste testigo de que nos casamos de verdad. — Reiteró Edan, mucho más frustrado de lo que había llegado.—Sí, pero no te casaste con ella precisamente para hacer un matrimonio real. — Profirió Diego, alucinado con la ironía que vivía su amigo.—¿Vas a repetir lo mismo una y otra vez o vas a ayudarme en algo?. — Preguntó Edan con la mandíbula apretada.—Lo siento, hermano, pero es difícil de creer… Un tipo como tú… ¿Enamorado? ¿Y de una chica inocente como deduzco que es ella? Porque… Por todo lo que me contaste, Alma no tiene mucha malicia.—¡Ah! Ahora vas a juzgarme. — Gruñó Edan, tomándose otro trago.—¿Qué quieres que te diga? Es lo que te ganas por crear esa maraña de mentiras y lo peor… Envolviste a una joven inocente en tus redes…—¿Sabes qué? Ahora que lo pien
Los padres de Edan entraban en la oficina, justamente cuando Ricardo se despedía en la puerta.—¿Papá?. — Preguntó Edan, extrañado.—¡Oh, Edan! Lo siento, ¿Te interrumpimos? Es que solo pasábamos para saludar y Lucy no estaba en la entrada, así que… — Explicó Erick, al tiempo que se adentraba en la oficina y notaba que Edan no estaba solo.—¡No puede ser! ¡¿Son tus padres?!. — Preguntó Ricardo a Edan, evidentemente emocionado.—Sí, señor. — De manera muy solemne, Erick estiró la mano hacia Ricardo. — Erick O’Connor y ella es mi esposa, Angélica. — Luego del apretón de manos, Ricardo estiró su mano hacia Angélica, quien no se aguantó la curiosidad.—¿Y usted es?. — Preguntó ella al extraño.—Mucho gusto, soy Ricardo Contreras, el padre de Alma. — La pareja se sorprendió, pero un momento después, Erick expandía una enorme sonrisa.—No lo puedo creer, hasta que por fin nos conocemos. — Comentó Erick entusiasmado y Ricardo supuso, que lo decía por su reciente desaparición.