CAPÍTULO 31

—¡Circe! ¡Circe! —Palmeé mi cama, pero no lograba sentir el cuerpo de mi mate. Abrí mis ojos y me encontré con la cama vacía. Esto era extraño, despué de tener sexo con una mujer, era yo quien me iba antes de que ellas despertaran.

Bueno, tenía que entender que Circe no era cualquier mujer y cada vez me sorprendía cada vez más. Quizá estaba en el baño o había regresado a su habitación. Me quedé otros minutos en mi cama, recordando lo sucedido durante la noche. Sin duda alguna esto no había sido solo sexo, esto era mucho más. Nunca me sentí tan completo como con Circe. Escuché muchas veces los comentarios de los lobos que encontraban a su compañera y para ellos era la plenitud.

Y no mentían, durante décadas, sentí como una parte de mí me hacía falta y con Circe fue como llenar ese vacío.

Me levanté de la cama al darme cuenta de que nadie salía de mi baño. Vi alrededor de la cama, su ropa no estaba. De seguro estaba en su habitación. Tomé ropa y me la puse. Caminé hacia su habitación
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