CAPÍTULO 34

Fray llevó a una habitación a Ada. Ella continuaba desmayada. La recostó con cuidado en la cama.

—¿Estás segura de esto? —inquirió Fray

—Ya les di a conocer mis razones. Espero que tú me entiendas.

—Lo hago, en verdad y si consideras que Ada debe sabe la verdad, te apoyo.

—Muchas gracias Fray.

Él era el único en esta familia que me comprendía.

—Circe, necesito hablar contigo —mencionó Myriam.

—Pensaba en quedarme a cuidar a mi amiga —respondí.

—Yo me quedo con ella —habló Fray.

—Pero…

—Es necesario hablar —expresó Myriam.

Accedí a su petición. Subimos a una de las torres y llegamos hasta arriba.

—Me encanta este lugar —mencioné. Desde aquí podía observar todo, el bosque, la aldea y cada rincón del castillo.

—Circe, ¿en dónde estuviste todo este tiempo? —sabía que esa pregunta vendría en cualquier momento. La vieja Circe pondría docenas de excusas, pero ahora era lo suficiente madura para poder enfrentar esta realidad, aceptarla como mía y contar mi verdad.

—Estaba muy confu
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