—Mmmmm vas mejorando amiga —dijo Ada al verme—. Los tacones te quedan muy bien, la falda —giró a mi alrededor—...es aceptable. Tu maquillaje no está mal y tu olor—se acercó y pasó su nariz por mis hombros—, deberías usar un desodorante más fuerte.
—No entiendo por qué tanta elegancia para una mujer que está encerrada todo el día.
—No sabes en qué momento te podrías encontrar con alguno de los jefes.
—La verdad que si son tan importantes como tu dices, no creo que alguno de ellos se tome el tiempo de bajar a la cueva de lucifer; así he decidido llamar ese espacio en el estoy metida todo el día, en fin, no creo que alguno de ellos bajé a conocerme.
—No pero si en algún momento ven tus habilidades y te quieren ascender, tu presentación será muy importante.
¿Quién iba a ver mis habilidades en la cueva de lucifer?
—¿Cómo es que se llaman los jefes?
—El mayor de ellos, el sexi guapetón rico y sensual Edon Wolf, y el menor, el delicioso, papacito Fray Wolf. Por cierto, hoy está de regreso, tiene seis meses que no estaba en la compañía y pues han hecho una comida para darle la bienvenida.
—Ellos son personas o chocolates, porque tu descripción me sonó a dulces. —me burlé
—Es que no los conoces, las mujeres solteras de esta oficina han tenido la dicha de pasar una noche con uno de los hermanos Wolf y las más suertudas con los dos.
Esta era una empresa o un prostíbulo.
—¿Tú con quien te has acostado?
—Con Fray, pasó semanas antes de que se fuera. Te puedo decir con certeza que es el mejor sexo que he tenido con un hombre, tiene una fuerza descomunal, sientes que va a partirte por la mitad y …
—Suficiente, demasiados detalles.
—¿Te imaginas si alguno de ellos se convierte en tu primer hombre? Al que le entras tu florecita.
—¡Ada! ¡El primer hombre en mi vida debe ser especial y no un par de hombres engreídos! Mi florecita es especial y no es para cualquiera.
Era increíble en esta época que una mujer de veinticinco años aún fuera virgen. Pero no había encontrado a la persona indicada, tuve algunos novios, pero nunca pasó de besos.
Ninguno me hacía sentir lo suficiente segura para dar ese paso y pues mis presentimientos nunca fallaron, ya que todos me dejaron al no conseguir lo que querían.
—Deja de buscar al hombre perfecto, porque no existe. Ahora deja que te presente a los hermanos Wolf.
—¿Qué, estás loca?
—Ven, vamos a tu cueva de lucifer, vamos a conocerlos desde allí.
Nos encaminamos con mi amiga y no entendía a lo que se refería.
—Ada, no entiendo qué es lo que tratas de hacer.
—¡Allí están! —señaló a uno de los monitores—. Ese es el auto de los hermanos Wolf, mira atenta porque saldrán en cualquier momento.
Dejé mi mirada fija al monitor, del lado del copiloto salió un hombre con un traje elegante. El tipo era, guapo y ahora entendía por qué mi amiga estaba loca por estos hombres.
—¿Quién es él?
—Es Fray Wolf, estuve con ese papacito en la misma cama, pero su hermano mayor es mucho más guapo. Ya salió… ¡Mira!
El otro hermano Wolfo bajó del auto, no podía visualizarlo, ya que el auto lo cubría. Dio un par de pasos y entonces lo pude ver.
—¿Y él? —pregunté con temor.
—Es Edon Wolf, nuestro jefe…
Esas últimas palabras resonaron en mi cabeza “Nuestro jefe” el pervertido que encontré en mi casillero, era mi jefe.
¡Dios! y yo le había propinado una bofetada.
«Era mujer muerta»
Me encontraba aburrida, eso de estar viendo pantallas era el trabajo más aburrido que podía existir.Aproveché para sacar mi móvil y entretenerme en las redes sociales y juegos. ¿Quién iba a robar en esta gran empresa? —No sabía que nuestros empleados podían jugar en horas de trabajo. Di un salto en mi silla, solté mi móvil y este cayó al suelo. Fray Wolf, estaba en la puerta de brazos cruzados.—Disculpe, señor, es que…—¿Estabas aburrida? Lo sé, no tienes las mejores películas en esas pantallas. —Se acercó, tomó mi teléfono y me lo entregó—. Mucho gusto soy Fray Wolf. Extendió su mano y la tomé.—Mucho gusto señor soy Circe Hall.Me miró de manera detenida por algunos segundos, soltó mi mano y se recostó en la pared.—Solo dime Fray.Esto era muy raro, ¿Qué hacía él aquí? Estaba en el lugar más escondido de este edificio y Fray uno de los jefes de la empresa, estaba aquí conmigo.—¡Circe! —el jefe de seguridad gritó mi nombre al mismo tiempo que ingresaba a la habitación. Su cara
Edón—¿Qué te sucede? Has estado callado todo el camino. —Habló mi hermano. Desde el día de ayer estaba desconcertado. Una chica, una nueva empleada, tenía un olor muy peculiar. Desde la mañana una fragancia llamó mi atención. Mi nariz no podía fallarme, nunca había sentido algo igual. Mi corazón empezó a latir de manera desenfrenada. Eso solo significaba que mi compañera estaba cerca, muy cerca. Llegué hasta los casilleros de las empleadas y dentro de uno de ellos el olor era más latente. Arranqué el candado y encontré una blusa. Pasé mi nariz por aquella prenda, nunca había sentido un olor como este, era una combinación entre tierra, árboles, hojas, como el olor del bosque por las mañana. Estaba seguro de que al fin mi compañera estaba en este mundo. Pero la desilusión llegó cuando una chica con el cabello alborotado, sin maquillaje y con la ropa desaliñada, reclamó diciendo que era su blusa. Ella no podía ser mi compañera. Desde ese momento estaba confundido. Pedí información
Circe—¡No, no, no! —grité. Abrí mis ojos, mi respiración estaba agitada. Miré a mi alrededor. Este lugar era conocido para mi. Me encontraba en mi cama. —Pero…¿Cómo? Volví a cerrar mis ojos y recordé los sucesos de la noche anterior. Dos lobos, Edón y Fray, mis manos lanzando poderes.¿Poderes? Estaba loca. Tuvo que ser una pesadilla. Pero entonces, ¿Cómo es que estaba aquí? Bueno, no tenía idea y no iba a quebrarme la cabeza con lo mismo. Estaba en mi casa al parecer sana y salva y eso era suficiente para mí. —¡Oh, no! ¿Qué hora es? —me levanté de prisa y busqué mi móvil. En ese momento me di cuenta de que aún tenía el uniforme. ¡Maldita sea! Lo que me hacía falta. Ví la hora, me quedaba poco tiempo para ir a mi trabajo. Así que tomé una ducha rápida. Planché el uniforme y volví a colocarlo. Me puse los tacones, tomé mi bolso y bajé de prisa, tenía pocos minutos para llegar al metro. Por primera vez lo tomé a tiempo y encontré un lugar para sentarme. Llegué a Wolf’s Company y
—¡Cuéntamelo todo! —Ada se interpuso en mi camino. —Fuimos en su auto, me llevó a mi apartamento, me despedí de él y ya eso fue todo. —Tuvo que haber pasado algo más. —No hay nada más Ada. Mi amiga si que era insistente, desde que nos encontramos en la entrada de la empresa no paraba de hacerme la misma pregunta. No quería que pensara cosas equivocadas así que preferí no contarle sobre la invitación de Fray a la cual me había negado. —Amiga yo hubiera aprovechado y lo invito a tomar una taza de café a mi apartamento como agradecimiento por su caballerosidad. —No es apropiado Ada, además no quiero que él tome ideas equivocadas. —Pues en tu lugar, preferiría que se tomara todas las ideas equivocadas que quiera. Negué con mi cabeza. Me despedí de mi amiga y me dirigí a mi puesto de trabajo. Casi caigo de espaldas al encontrarme a Fray en la habitación. —¿Qué haces aquí? —Buenos días Circe, ayer dejamos una conversación pendiente. —Yo la dejé concluída. No aceptaré ninguna inv
Edón—Hola cariño, ya vas a terminar. Chiara, mi secretaría entró a mi oficina. Contoneaba sus caderas mientras se acercaba. Pasó su mano por mi cuello y se sentó sobre mis piernas. Chiara tenía todo lo que me encantaba de una mujer, cabello sedoso, piel bien cuidada, labios rojos, senos y glúteos mucho más grandes de las palmas de mi mano. Ella era una buena diversión para mí. La tomé por la cintura y la puse de ahorcajadas sobre mis piernas. Solté un par de botones y empecé a besar su cuello. —Pusiste el seguro en la puerta, no quiero que Fray nos interrumpa como la última vez. —Tu hermano no está en la oficina, salió desde hace rato. Lo vi salir con dos chicas. —¿Chicas? ¿Quiénes? —Ada era una de ellas, la otra ni siquiera la conozco y por su aspecto dudé por instantes que trabajara en esta empresa. Eso llamó mi atención. Me despegué de Chiara y me dirigí hacia ella —¿Cómo era la otra chica? —No la recuerdo muy bien, pero no pude omitir su cabello alborotado, sin maquillaje
Tomé a Circe entre mis brazos y la llevé hasta su habitación. La otra noche estuve aquí y conocía cada habitación de su casa —Vete de aquí. —exigí. —No, ella estaba conmigo y yo me encargo de cuidarla. —Contradijo Fray.—¡Vete! —rugí. Sentí mis manos, mis garras habían hecho su aparición. Muy pronto esto se convertiría en una pelea y no quería hacerlo. —Te digo que te vayas. —exigíMi hermano obedeció, pero no porque quisiera, sabía que ante una pelea no iba a poder vencerme, sobre todo por lo furioso que en este momento me encontraba. Fray salió de la habitación y de la casa de Circe. La vi tendida en su cama, cuando de pronto empezó a dar arcadas. Esa no era una buena señal. La levanté de la cama y la llevé hasta su baño. —Si quieres vomitar, hazlo aquí y no en tu cama. —Edon no. Déjame, me siento bien. —Balbuceó—¿Bien? Apenas y puedes mantenerte de pie. Lo que necesitas es una ducha fría. —Ni siquiera lo digas, tengo pavor al agua fría. —Eso te ayudará a recobrar tus cinco se
Circe—¡Edon! Dios… eso es tan… tan…Abrí mis ojos de pronto. Estaba en mi habitación, miré a mi lado, la cama estaba vacía. ¿Qué esperaba? A un hombre guapo. Sentí un dolor de cabeza terrible y a mi mente venían imágenes confusas, un bar, Fray, Edon, una regadera y un beso apasionado. Sacudí mi cabeza y recordé que hoy era día de trabajo. —¡No! ¡Dios, por favor que no sea tarde! Busqué mi móvil entre las sábanas. En verdad que había sido muy mala idea celebrar en días de trabajo. Me asombré al ver la hora, eran las ocho en punto. A esa hora tenía que estar en Wolf’s Company en mi nuevo puesto. «Si era una tonta, me daban un nuevo puesto y me quedaba dormida»—¡Maldita sea! Me levanté de prisa y me dirigí al baño, mi uniforme estaba en el piso, así que tal vez lo de la regadera no era solo un sueño. Me agaché. La ropa tenía un olor a húmedo. Volví a maldecir. ¿Ahora que iba a hacer? Escuché mi móvil sonar, sal del baño, corrí y respondí. —¡Aló!. —Hola hermosa. Miré la pan
Regresé a la cueva de Lucifer, pero este lugar era mejor que estar allá arriba, en donde Edon y Fray eran como dos lobos hambrientos. Recosté mi rostro sobre la mesa.Nunca en mis veintitantos años de vida, tuve tantas emociones como estos días en Wolf’s Company.—¿Viene a trabajar o a dormir? —Levante mi rostro ante aquel reclamo. Se trataba de mi amargado jefe.—A trabajar señor. —respondí —Entonces, deje de dormir. —reclamó y desapareció de mi vista.Miré hacia las pantallas, no ocurría nada interesante, ¿Qué iba a pasar en un aburrido estacionamiento? En una de ellas podía visualizar el auto de Edon.Ese imbécil la había hecho sentir tan avergonzada. Tal vez debo ser más dura y quedarme con el puesto que Fray me ofreció. —Te odio Edon Wolf, ojalá tu lindo auto, se hiciera pedazos. —Dije con enojo, mientras veía la pantalla. Empuñé mi mano como si fingiera tener su auto en palma y lo aplastaba.Tenía tanto enojo que en verdad quería tenerlo en mi mano y aplastarlo. <