—¿Qué tal tu primer día de trabajo? —preguntó Ada. La jornada había terminado y mi amiga me acompañaba hacia la parada del autobús.
—Normal, en una pequeña habitación de vigilancia no puede pasar mucho. Pero eso sí, necesito poner una queja, hay un pervertido que rompió el candado de mi casillero y quiso robarse mi blusa.
—¿Quéééé?, ¿cómo que un pervertido? Eso no suena bien, dime como era para encontrarlo.
—Era muy guapo, mentón y nariz perfecta
—¡Circe!
—Okey, pero es la verdad; sin embargo, lo que llamó mi atención fueron sus ojos rojos. Ese color no es muy común.
—Ese color de ojos ni siquiera existe, Circe, ¿estás segura de lo que viste?
—Muy segura, no tengo idea de quién se trate, pero ese tipo me dejó muy nerviosa. Lo bueno es que recibió un buen golpe, espero que con eso no se vuelva a atrever a registrar mi casillero. Voy a buscar su imágen en las grabaciones de las cámaras de seguridad y cuando tenga la imagen te la enseño, tal vez tú lo conozcas.
—Si se te vuelve a acercar, me llamas de inmediato, ya que ningún pervertido va a molestar a mi amiga.
—Gracias Ada, eres para mí como la mujer maravilla. Después de mi madre eres la única mujer en quien confío.
—No quiero tristezas, tu madre está en el cielo y de seguro está cuidando de ti, porque en verdad amiga tú necesitas de un batallón de ángeles, no entiendo cómo has sobrevivido estos años.
—Soy tan torpe que te aseguro que ni Dios me quiere en el cielo, capaz que dejó caer a todos los ángeles del cielo.
—Circe, eres tan ocurrente, mejor apresúrate porque el bus ya viene y si no tendrás que irte caminando.
—Adiós, amiga, gracias por todo. —Me despedí con un beso y corrí hacia la parada —¡Mañana te devuelvo tu blusa! —grité antes de subir al autobús.
Mi amiga solo sonrió y negó con su cabeza. Subí y me senté en uno de los sillones de enfrente, solía distraerme y a veces terminaba en la terminal de buses y me tocaba regresar caminando. Así que prefería quedarme hasta adelante.
Llegué a mi edificio, era bastante grande y antiguo, éramos pocos los que residimos en los apartamentos, bueno no sé si éramos valientes o tontos por quedarnos en un edificio que parecía iba a caerse en cualquier momento, pero los dueños no quería hacer ninguna remodelación. En mi caso no tenía opción, ya que era lo único barato que había conseguido.
—Hola Cosmo, ya estoy de vuelta. —grité desde la puerta. Entré a la casa y lo primero que hice fue lanzar mis zapatillas. —¡Cosmo!, mi amor, estoy de vuelta.
¡Miau!
—Estoy de vuelta, espero te hayas comportado bien, ahora qué mami ya no está en casa. —Observé alrededor y al parecer todo estaba en su lugar. Cosmo mi gato solía ser muy juguetón. —Al parecer si te portaste bien y eso merece un premio. —Fui a la repisa y tomé una lata de comida, la que más le gustaba. La serví en su plato y fui a mi habitación.
Al parecer Cosmos no se había portado bien. En mi cama una de mis almohadas estaba destruida, el algodón se encontraba regado por toda la habitación.
Bufé al ver el desastre, no me sentía con ganas de limpiar mi habitación. Así que solo me quité la ropa, la puse en la lavadora y tomé una ducha.
Me puse mi ropa de dormir e hice a un lado el resto de algodones que había en mi cama. Mañana tendría tiempo de limpiar este desastre. Cerré mis ojos y estaba por quedarme dormida, cuando la ventada de mi habitación se abrió. Un aire frío se filtró y las cortinas blancas empezaron a moverse.
Me levanté de prisa para cerrarla, no sin antes acercarme a ver si algún o algo había golpeado mi ventana y por eso se había abierto. Siempre las tenía con seguro para evitar cosas como esta.
Pero no había nada, ni siquiera un ave volando cerca. Lo único que podía observar era la enorme luna que resplandecía en el cielo. Volví a cerrar la venta y esta vez me aseguré de que no se volviera abrir.
Me lancé de nuevo a la cama, pero antes de cerrar mis ojos escuché un estruendo y al mismo tiempo los maullidos de Cosmo. Me levanté de prisa y me encontré con otra ventana abierta y mi gato parado frente a ella. Estaba gruñendo y tenía una posición de ataque.
Corrí y lo abracé. Estaba en el último piso de un edificio de diez plantas y aunque Cosmos aún tenía sus siete vidas intactas, con una caía de esa distancia podía perder todas sus vidas en un instante
—¿Qué hace ahí? Ese lugar es peligroso.
Lo puse en el suelo y me dirigí hacia la ventana, al igual que la anterior no había ni un ave cerca y era lo único que podía provocar que mis ventanas se abrieran de esa manera y que Cosmo se alertara, ya que algo más estaba descartado.
Esa era una de las ventajas de estar hasta arriba. No tenía miedo de ladrones, para que una persona quisiera entrar a mi apartamento, tenía que tener buenas habilidades para hacerlo, pero además sería una pérdida de tiempo, ya que no tenía nada de valor, todas mis cosas eran de segunda mano.
—¡Ven Cosmo! Esta noche dormirás conmigo. —Abracé a mi gato y lo llevé a mi habitación. Lo metí entre mis sábanas y ahora sí cerré mis ojos y pude dormir.
—Mmmmm vas mejorando amiga —dijo Ada al verme—. Los tacones te quedan muy bien, la falda —giró a mi alrededor—...es aceptable. Tu maquillaje no está mal y tu olor—se acercó y pasó su nariz por mis hombros—, deberías usar un desodorante más fuerte. —No entiendo por qué tanta elegancia para una mujer que está encerrada todo el día. —No sabes en qué momento te podrías encontrar con alguno de los jefes. —La verdad que si son tan importantes como tu dices, no creo que alguno de ellos se tome el tiempo de bajar a la cueva de lucifer; así he decidido llamar ese espacio en el estoy metida todo el día, en fin, no creo que alguno de ellos bajé a conocerme.—No pero si en algún momento ven tus habilidades y te quieren ascender, tu presentación será muy importante.¿Quién iba a ver mis habilidades en la cueva de lucifer? —¿Cómo es que se llaman los jefes? —El mayor de ellos, el sexi guapetón rico y sensual Edon Wolf, y el menor, el delicioso, papacito Fray Wolf. Por cierto, hoy está de regre
Me encontraba aburrida, eso de estar viendo pantallas era el trabajo más aburrido que podía existir.Aproveché para sacar mi móvil y entretenerme en las redes sociales y juegos. ¿Quién iba a robar en esta gran empresa? —No sabía que nuestros empleados podían jugar en horas de trabajo. Di un salto en mi silla, solté mi móvil y este cayó al suelo. Fray Wolf, estaba en la puerta de brazos cruzados.—Disculpe, señor, es que…—¿Estabas aburrida? Lo sé, no tienes las mejores películas en esas pantallas. —Se acercó, tomó mi teléfono y me lo entregó—. Mucho gusto soy Fray Wolf. Extendió su mano y la tomé.—Mucho gusto señor soy Circe Hall.Me miró de manera detenida por algunos segundos, soltó mi mano y se recostó en la pared.—Solo dime Fray.Esto era muy raro, ¿Qué hacía él aquí? Estaba en el lugar más escondido de este edificio y Fray uno de los jefes de la empresa, estaba aquí conmigo.—¡Circe! —el jefe de seguridad gritó mi nombre al mismo tiempo que ingresaba a la habitación. Su cara
Edón—¿Qué te sucede? Has estado callado todo el camino. —Habló mi hermano. Desde el día de ayer estaba desconcertado. Una chica, una nueva empleada, tenía un olor muy peculiar. Desde la mañana una fragancia llamó mi atención. Mi nariz no podía fallarme, nunca había sentido algo igual. Mi corazón empezó a latir de manera desenfrenada. Eso solo significaba que mi compañera estaba cerca, muy cerca. Llegué hasta los casilleros de las empleadas y dentro de uno de ellos el olor era más latente. Arranqué el candado y encontré una blusa. Pasé mi nariz por aquella prenda, nunca había sentido un olor como este, era una combinación entre tierra, árboles, hojas, como el olor del bosque por las mañana. Estaba seguro de que al fin mi compañera estaba en este mundo. Pero la desilusión llegó cuando una chica con el cabello alborotado, sin maquillaje y con la ropa desaliñada, reclamó diciendo que era su blusa. Ella no podía ser mi compañera. Desde ese momento estaba confundido. Pedí información
Circe—¡No, no, no! —grité. Abrí mis ojos, mi respiración estaba agitada. Miré a mi alrededor. Este lugar era conocido para mi. Me encontraba en mi cama. —Pero…¿Cómo? Volví a cerrar mis ojos y recordé los sucesos de la noche anterior. Dos lobos, Edón y Fray, mis manos lanzando poderes.¿Poderes? Estaba loca. Tuvo que ser una pesadilla. Pero entonces, ¿Cómo es que estaba aquí? Bueno, no tenía idea y no iba a quebrarme la cabeza con lo mismo. Estaba en mi casa al parecer sana y salva y eso era suficiente para mí. —¡Oh, no! ¿Qué hora es? —me levanté de prisa y busqué mi móvil. En ese momento me di cuenta de que aún tenía el uniforme. ¡Maldita sea! Lo que me hacía falta. Ví la hora, me quedaba poco tiempo para ir a mi trabajo. Así que tomé una ducha rápida. Planché el uniforme y volví a colocarlo. Me puse los tacones, tomé mi bolso y bajé de prisa, tenía pocos minutos para llegar al metro. Por primera vez lo tomé a tiempo y encontré un lugar para sentarme. Llegué a Wolf’s Company y
—¡Cuéntamelo todo! —Ada se interpuso en mi camino. —Fuimos en su auto, me llevó a mi apartamento, me despedí de él y ya eso fue todo. —Tuvo que haber pasado algo más. —No hay nada más Ada. Mi amiga si que era insistente, desde que nos encontramos en la entrada de la empresa no paraba de hacerme la misma pregunta. No quería que pensara cosas equivocadas así que preferí no contarle sobre la invitación de Fray a la cual me había negado. —Amiga yo hubiera aprovechado y lo invito a tomar una taza de café a mi apartamento como agradecimiento por su caballerosidad. —No es apropiado Ada, además no quiero que él tome ideas equivocadas. —Pues en tu lugar, preferiría que se tomara todas las ideas equivocadas que quiera. Negué con mi cabeza. Me despedí de mi amiga y me dirigí a mi puesto de trabajo. Casi caigo de espaldas al encontrarme a Fray en la habitación. —¿Qué haces aquí? —Buenos días Circe, ayer dejamos una conversación pendiente. —Yo la dejé concluída. No aceptaré ninguna inv
Edón—Hola cariño, ya vas a terminar. Chiara, mi secretaría entró a mi oficina. Contoneaba sus caderas mientras se acercaba. Pasó su mano por mi cuello y se sentó sobre mis piernas. Chiara tenía todo lo que me encantaba de una mujer, cabello sedoso, piel bien cuidada, labios rojos, senos y glúteos mucho más grandes de las palmas de mi mano. Ella era una buena diversión para mí. La tomé por la cintura y la puse de ahorcajadas sobre mis piernas. Solté un par de botones y empecé a besar su cuello. —Pusiste el seguro en la puerta, no quiero que Fray nos interrumpa como la última vez. —Tu hermano no está en la oficina, salió desde hace rato. Lo vi salir con dos chicas. —¿Chicas? ¿Quiénes? —Ada era una de ellas, la otra ni siquiera la conozco y por su aspecto dudé por instantes que trabajara en esta empresa. Eso llamó mi atención. Me despegué de Chiara y me dirigí hacia ella —¿Cómo era la otra chica? —No la recuerdo muy bien, pero no pude omitir su cabello alborotado, sin maquillaje
Tomé a Circe entre mis brazos y la llevé hasta su habitación. La otra noche estuve aquí y conocía cada habitación de su casa —Vete de aquí. —exigí. —No, ella estaba conmigo y yo me encargo de cuidarla. —Contradijo Fray.—¡Vete! —rugí. Sentí mis manos, mis garras habían hecho su aparición. Muy pronto esto se convertiría en una pelea y no quería hacerlo. —Te digo que te vayas. —exigíMi hermano obedeció, pero no porque quisiera, sabía que ante una pelea no iba a poder vencerme, sobre todo por lo furioso que en este momento me encontraba. Fray salió de la habitación y de la casa de Circe. La vi tendida en su cama, cuando de pronto empezó a dar arcadas. Esa no era una buena señal. La levanté de la cama y la llevé hasta su baño. —Si quieres vomitar, hazlo aquí y no en tu cama. —Edon no. Déjame, me siento bien. —Balbuceó—¿Bien? Apenas y puedes mantenerte de pie. Lo que necesitas es una ducha fría. —Ni siquiera lo digas, tengo pavor al agua fría. —Eso te ayudará a recobrar tus cinco se
Circe—¡Edon! Dios… eso es tan… tan…Abrí mis ojos de pronto. Estaba en mi habitación, miré a mi lado, la cama estaba vacía. ¿Qué esperaba? A un hombre guapo. Sentí un dolor de cabeza terrible y a mi mente venían imágenes confusas, un bar, Fray, Edon, una regadera y un beso apasionado. Sacudí mi cabeza y recordé que hoy era día de trabajo. —¡No! ¡Dios, por favor que no sea tarde! Busqué mi móvil entre las sábanas. En verdad que había sido muy mala idea celebrar en días de trabajo. Me asombré al ver la hora, eran las ocho en punto. A esa hora tenía que estar en Wolf’s Company en mi nuevo puesto. «Si era una tonta, me daban un nuevo puesto y me quedaba dormida»—¡Maldita sea! Me levanté de prisa y me dirigí al baño, mi uniforme estaba en el piso, así que tal vez lo de la regadera no era solo un sueño. Me agaché. La ropa tenía un olor a húmedo. Volví a maldecir. ¿Ahora que iba a hacer? Escuché mi móvil sonar, sal del baño, corrí y respondí. —¡Aló!. —Hola hermosa. Miré la pan