—¡Cuéntamelo todo! —Ada se interpuso en mi camino. —Fuimos en su auto, me llevó a mi apartamento, me despedí de él y ya eso fue todo. —Tuvo que haber pasado algo más. —No hay nada más Ada. Mi amiga si que era insistente, desde que nos encontramos en la entrada de la empresa no paraba de hacerme la misma pregunta. No quería que pensara cosas equivocadas así que preferí no contarle sobre la invitación de Fray a la cual me había negado. —Amiga yo hubiera aprovechado y lo invito a tomar una taza de café a mi apartamento como agradecimiento por su caballerosidad. —No es apropiado Ada, además no quiero que él tome ideas equivocadas. —Pues en tu lugar, preferiría que se tomara todas las ideas equivocadas que quiera. Negué con mi cabeza. Me despedí de mi amiga y me dirigí a mi puesto de trabajo. Casi caigo de espaldas al encontrarme a Fray en la habitación. —¿Qué haces aquí? —Buenos días Circe, ayer dejamos una conversación pendiente. —Yo la dejé concluída. No aceptaré ninguna inv
Edón—Hola cariño, ya vas a terminar. Chiara, mi secretaría entró a mi oficina. Contoneaba sus caderas mientras se acercaba. Pasó su mano por mi cuello y se sentó sobre mis piernas. Chiara tenía todo lo que me encantaba de una mujer, cabello sedoso, piel bien cuidada, labios rojos, senos y glúteos mucho más grandes de las palmas de mi mano. Ella era una buena diversión para mí. La tomé por la cintura y la puse de ahorcajadas sobre mis piernas. Solté un par de botones y empecé a besar su cuello. —Pusiste el seguro en la puerta, no quiero que Fray nos interrumpa como la última vez. —Tu hermano no está en la oficina, salió desde hace rato. Lo vi salir con dos chicas. —¿Chicas? ¿Quiénes? —Ada era una de ellas, la otra ni siquiera la conozco y por su aspecto dudé por instantes que trabajara en esta empresa. Eso llamó mi atención. Me despegué de Chiara y me dirigí hacia ella —¿Cómo era la otra chica? —No la recuerdo muy bien, pero no pude omitir su cabello alborotado, sin maquillaje
Tomé a Circe entre mis brazos y la llevé hasta su habitación. La otra noche estuve aquí y conocía cada habitación de su casa —Vete de aquí. —exigí. —No, ella estaba conmigo y yo me encargo de cuidarla. —Contradijo Fray.—¡Vete! —rugí. Sentí mis manos, mis garras habían hecho su aparición. Muy pronto esto se convertiría en una pelea y no quería hacerlo. —Te digo que te vayas. —exigíMi hermano obedeció, pero no porque quisiera, sabía que ante una pelea no iba a poder vencerme, sobre todo por lo furioso que en este momento me encontraba. Fray salió de la habitación y de la casa de Circe. La vi tendida en su cama, cuando de pronto empezó a dar arcadas. Esa no era una buena señal. La levanté de la cama y la llevé hasta su baño. —Si quieres vomitar, hazlo aquí y no en tu cama. —Edon no. Déjame, me siento bien. —Balbuceó—¿Bien? Apenas y puedes mantenerte de pie. Lo que necesitas es una ducha fría. —Ni siquiera lo digas, tengo pavor al agua fría. —Eso te ayudará a recobrar tus cinco se
Circe—¡Edon! Dios… eso es tan… tan…Abrí mis ojos de pronto. Estaba en mi habitación, miré a mi lado, la cama estaba vacía. ¿Qué esperaba? A un hombre guapo. Sentí un dolor de cabeza terrible y a mi mente venían imágenes confusas, un bar, Fray, Edon, una regadera y un beso apasionado. Sacudí mi cabeza y recordé que hoy era día de trabajo. —¡No! ¡Dios, por favor que no sea tarde! Busqué mi móvil entre las sábanas. En verdad que había sido muy mala idea celebrar en días de trabajo. Me asombré al ver la hora, eran las ocho en punto. A esa hora tenía que estar en Wolf’s Company en mi nuevo puesto. «Si era una tonta, me daban un nuevo puesto y me quedaba dormida»—¡Maldita sea! Me levanté de prisa y me dirigí al baño, mi uniforme estaba en el piso, así que tal vez lo de la regadera no era solo un sueño. Me agaché. La ropa tenía un olor a húmedo. Volví a maldecir. ¿Ahora que iba a hacer? Escuché mi móvil sonar, sal del baño, corrí y respondí. —¡Aló!. —Hola hermosa. Miré la pan
Regresé a la cueva de Lucifer, pero este lugar era mejor que estar allá arriba, en donde Edon y Fray eran como dos lobos hambrientos. Recosté mi rostro sobre la mesa.Nunca en mis veintitantos años de vida, tuve tantas emociones como estos días en Wolf’s Company.—¿Viene a trabajar o a dormir? —Levante mi rostro ante aquel reclamo. Se trataba de mi amargado jefe.—A trabajar señor. —respondí —Entonces, deje de dormir. —reclamó y desapareció de mi vista.Miré hacia las pantallas, no ocurría nada interesante, ¿Qué iba a pasar en un aburrido estacionamiento? En una de ellas podía visualizar el auto de Edon.Ese imbécil la había hecho sentir tan avergonzada. Tal vez debo ser más dura y quedarme con el puesto que Fray me ofreció. —Te odio Edon Wolf, ojalá tu lindo auto, se hiciera pedazos. —Dije con enojo, mientras veía la pantalla. Empuñé mi mano como si fingiera tener su auto en palma y lo aplastaba.Tenía tanto enojo que en verdad quería tenerlo en mi mano y aplastarlo. <
Antes de llegar a la dirección que la señora Wolf me indicó, pasamos a la casa de Ada. Ella quería que me pusiera uno de sus vestidos, pero no era una mujer de usar ese tipo de ropa, mucho menos tacones. Me puse unos jeans y una blusa.—Eres una necia Circe, así no vas a impresionar a nadie —reclamó mi amiga, mientras íbamos en el taxi.—No quiero impresionar a nadie, voy a esta fiesta porque la señora Wolf, tuvo la cortesía de invitarme, de lo contrario no hubiera asistido.Solo iba por cortesía, ya que por Fray y mucho menos por Edon iba a estar en esta cena. —En la cena de los ricos, siempre debes llevar ropa elegante y no prendas simples. —se quejó mi amiga , ella si llevaba un vestido elegante, color negro, con tacones altos de color dorado. Llegamos a la dirección en donde se llevaría a cabo la cena de bienvenida. No entendía porque hacían una cena casi una semana después del regreso de Fray. —Está no es la casa de los Wolf. —mencionó mi amiga.—¿Por qué lo dices? —pregunté
Sus labios eran firmes como las rocas, suaves como los algodones de azúcar y deliciosos como una paleta de dulce. Increíble que un ser tan despreciable como Edón, tuviera unos sexis labios y me causaran fuego interior.Hace segundos tenía un gran enojo en contra de este hombre, pero ahora esa energía se estaba convirtiendo en pasión. Edón me empujó hacia uno de los árboles que estaban en el jardín, sin separarse de mis labios. Sentí sus manos, tomar mi cintura y levantarme del suelo, como un par de imanes, mis piernas rodearon sus caderas. Sus manos me tomaron por mi trasero y empezaron a masajearlo.No entendía qué hacía, pero nublaba mi razón y mi cordura. Sus labios bajaron por mi cuello. Su lengua pasó por mi oreja hasta llegar a la entrada de mis senos. Este hombre me estaba dejando sin aliento. —¡Edon! Para… —supliqué, pero salió más como un gemido. Sus caderas empujaron las mías y sentí su amigo chocar contra mi intimidad. No podía creer que permitiera esto. Quería alejarlo
Salí de aquel sitio y me dirigí hacia el parque, que se encontraba muy cerca. Solo quería escapar de esta locura, además si iba a mi casa esta familia loca iba a irme a buscar.Empecé a caminar de prisa, no importaba si mi ropa estaba mojada, incluso golpeaba el hombro de algunas personas, quienes me veían de manera extraña. Pero solo quería irme lo más lejos y estar sola. Decidí tomar el camino de los senderos, allí casi no se encontraban personas. Era el lugar perfecto para desaparecer por unas horas. Llegar a esa empresa fue un grave error. Ahora me arrepentía de no haber aceptado la carta de renuncia que Edon me ofreció. Solo a mí me podían pasar este tipo de cosas. —¡Circe, detente ya! —Escuché la voz de Fray. Vi por todos lados, pero no lo ví. Creo que me estaba volviendo loca. —¡Circe! Esta gente era maniática o algún tipo de asesinos que adoraban al diablo y buscaban a su víctima para sacrificarla. Esta familia tenía algo extraño. Hombres lobo ¡Ja! Eso tenía que ser una br