Melissa se miró por última vez al espejo chequeando que todo estuviera perfecto.
Hizo un escaneo corporal completo, empezando por su cabello un poco ondulado en las puntas.
Lleva el uniforme del café donde trabajaba y en el bolso llevaba los patines que completaban su uniforme.
Por ahora llevaba un par de botas blancas que parecían muy caras aunque no lo eran para nada. Su tía Mirla era experta comprando cosas que fueran de esta manera.
Siempre recalcaba a Melissa que al tener su belleza debía mantenerse perfecta para llamar la atención masculina.
Melissa a penas se había graduado del High School con diecisiete años porque su tía decidió que los estudios no le servirían para nada. Mirla la había tratado toda su vida como una muñeca, con todo lo que implica la palabras.
Melissa se había comenzado a maquillar a penas cuando tenía doce años para "realzar su belleza" según la tía Mirla quien pensaba que como lucía como una muñeca tampoco tenía sentimientos ni emociones como una.
Melissa también se lo hizo creer.
Creció con la idea de que la belleza es lo más importante para conseguir todos los objetivos y los objetivos de las Torres siempre giraban en torno al dinero.
Todo se resumía a eso pero no estaban avergonzadas por ello.
Si seguía trabajando en el café Black Cat solo era precisamente en pro a ese anhelo que su tía tenía.
Verla al fin casa con un hombre muy rico y al Black Cat normalmente iban muchísimo ejecutivos adinerados ya que el café se encontraba ubicado cerca de la empresa más exitosa de los últimos años en Roma.
Pero a pesar de ello y de que normalmente su tía le consiguiera entrar en las fiestas más exclusivas de la ciudad, Melissa no había conseguido a su hombre ideal.
Mirla siempre la llamaba inútil por esto y se enojaba cada vez que llegaba a casa sin algún jugoso chisme que contarle sobre hombres que hubiera conocido antes. Lo que su tía de verdad no sabía era que era ella la que no accedía a salir con ellos.
Por más que Mirla la gritara sobre ser una inútil que no hacía absolutamente nada por atraer la atención masculina ella lo hacía, la cuestión es que ningún hombre le había parecido lo suficientemente interesante como para utilizar sus dotes de seducción por más dinero que hubiera en sus cuentas bancarias, obviamente no desaprovechaba sacarles dinero aunque no se acostara con ellos. Su presencia valía al igual que su tiempo por ello tenían que pagar y al ser tan ricos no les importaba absolutamente nada para complacer a la dama misteriosa que después de una noche en su compañía desaparecía de sus vidas para siempre.
Comenzaba a cansarse.
Detestaba no encontrar todo lo que quería en un hombre pero eso jamás se lo diría a su tía.
Podía ser segura de sí misma respecto a los hombres solo que al tratarse de su tía Mirla las cosas cambiaban completamente.
Por eso necesitaba dejarla en la ignorancia de muchas cosas... aunque terminara dándole sermones interminables de vida.
Estaba harta de todo.
De tener que luchar por conseguir dinero.
De que ningún hombre fuera perfecto para ella.
Solo esperaba que mañana en la noche pudiera al fin conocer al hombre al que seduciría para que se casara con ella. Necesitaba que su tía la dejara en paz de una vez por todas pero mientras tanto iría a trabajar en Black Cat.
No era el mejor trabajo del mundo pero una vez que entró ahí hace casi más de un año, Melissa se sintió extrañamente en casa.
Todos ahí la trataban con respeto y amor.
La llenaban de sonrisas cálidas que hacían que su corazón vibrara de felicidad.
Incluyendo a su jefe.
Melissa tomó su bolso al fin asegurándose de que sus patines estuviera ahí dentro y al verlos salió de la casa después de ver la hora en el reloj gigante de la sala de estar de su tía.
Era tarde.
Muy tarde.
La noche anterior había estado en un cóctel donde por supuesto no había conocido a nadie interesante pero el hombre con el que había estado no la había dejado escapar hasta después de las doce y media de la noche.
Tuvo que fingir durante un buen tiempo que el tiempo que compartían era verdaderamente valioso aunque mataría por ir a su cama y dormir por una eternidad.
Nunca dejaba a ninguno de los hombres llevarla a casa por lo inseguro que era además de que daba nombres falsos, obviamente toda esa farsa se terminaría cuando conociera a su futuro marido a quien envolvería en una telaraña de mentiras que la harían parecer como una indefensa chica que mentía por su seguridad. Aunque lo de indefensa no fuera cierto.
Estaba cansada por el trasnocho.
No había programado su alarma y por ello ahora tuvo que bajar los escalones de su casa casi corriendo lo que hizo que automáticamente su trasero conectara con el suelo húmedo ya que estaba lloviznando.
— ¿Quieres ayuda chica sexy? —dijo de repente un pervertido haciendo que ella lo mirara con rabia dándose cuenta de que su falda del uniforme se había levantado dejando ver sus muslos blanquecinos y casi sus bragas de encaje.
Melissa maldijo por lo bajo pero tan rápido como lo hizo se levantó del suelo casi corriendo por las calles, cosa que no era nada sencillo con las botas blancas que estaba utilizando. Ni siquiera se molestó en insultar a ese hombre desagradable.
Debía ir a la estación de metro porque tomar un taxi saldría demasiado costoso sin embargo al ver la hora en su reloj de oro falso se dio cuenta de lo tarde que era.
—Oh Dios, Leo va a despedirme —susurró sintiendo como su corazón se aceleraba mucho más que con las carreras que estaba dando.
Aunque de repente algo inesperado pasó que hizo que Melissa se detuviera en seco abruptamente.
Un camión que iba pasando levantó toda el agua que estaba sobre la carretera y esta cayó totalmente sobre el cuerpo de Melissa quien no hizo más que gritar furiosa.
Definitivamente estaba despedida.
Era obvio.
—Creo que necesitas ayuda —habló una voz burlona sacándola de los pensamientos que estaban transcurriendo en su cabeza.
Ella estaba demasiado histérica así que sin voltearse aún estalló.
— ¡No necesito ayuda de nadie, imbécil!
Pero al darse la vuelta y encontrarse con ese rostro conocido todo su rostro palideció porque quien estaba justo frente a ella no era otro sino su jefe.
Leo.
O quizás su ex jefe ahora.
Estoy muerta.
Pensó a punto de echarse a llorar Melissa.
Solo a mi me puede pasar esto.Gruñó avergonzada Melissa en su interior.Cerró los ojos apretando los párpados deseando que todo fuera un sueño pero al volver a abrirlos se encontró con el rostro pétreo de su jefe.—No quería decir eso —gimió dejando caer sus hombros con unas inmensas ganas de llorar azotándola.Por primera vez en mucho tiempo se sentía cansada mentalmente y que la viera vulnerable su jefe era lo que menos quería.—Sube al auto, necesitas un baño y ropa limpia, te llevaré a casa.La voz varonil de su jefe llamó la atención de Melissa logrando que saliera de sus pensamientos.Para ella se había vuelto una costumbre alejarse lo más que pudiera de ese hombre del cual pensaba que era una tentación imperiosa.—No, voy a mojar tu auto y...—No hay problema Melissa, entra ya o te resfriarás.Por primera vez en mucho tiempo Melissa alzó los ojos directamente hasta encontrarse con los de su jefe y recordó exactamente el porqué había estado evadiéndolo por tanto tiempo indistin
Mientras Melissa se deslizaba por la habitación de Sienna observaba todo a su alrededor.Leo se había hecho cargo de sus sobrinas Sienna y Claudia desde que su hermano mayor había muerto en un accidente automovilístico junto con su esposa, la madre de las niñas.Por lo que Melissa sabía Leo se había convertido en un buen padre para las chicas siempre dándoles todo a su alcance.Sienna es una adolescente de diecisiete años de edad demasiado mimada y odiosa para su propio bien pero cuando estaba su tío a su alrededor su actitud cambiaba cien por ciento. Mirando su habitación casi parecía una habitación normal de una adolescente y no la de una niña calculadora como era en realidad.Melissa se fijó en la fotografía familiar que Sienna tenía en su habitación y sonrió ineludiblemente ante la bonita imagen de Leo cargando a sus dos sobrinas, todos estaban sonrientes. Felices a pesar de todo lo que les había pasado en la vida.Una perdida tan abrupta pero Leo había sido su luz en la oscuridad
Narra Melissa:Nunca había visto a Leo tan furioso en la vida lo que me hacía pensar en que realmente estoy en serios problemas por culpa de Celeste.Tengo muchas cosas en contra.Lo que pasó esta mañana.Él no había indagado demasiado sobre mi llegada tarde y no estoy muy segura de que de verdad haya creído que mi teléfono no sonó.A pesar de eso Leo se había portado super bien conmigo y me había llevado a su casa para ayudarme y ahora pasaba esto gracias a Celeste.Siempre trato de evitar a esta mujer insufrible.No sé por qué le gusta hacer este tipo de cosas contra nosotros pero esto ha sido la gota que derramó el vaso.Si Leo me echa de Black Cat Celeste lo pagará muy caro.Estoy harta de ella.—Obviamente la torpe de Melissa tiró las cosas a propósito para que a nuestro cliente le cayera todo encima —espetó Celeste interpretando su papel de víbora.¡Era tan ruín!Demasiado mala para ese pequeño cuerpo.Yo miré al cliente que me había ayudado a levantarme y noté que efectivamente
Después de lo que pasó con Celeste todos comenzaron a llegar hasta donde yo estaba para saber si estaba bien.Gine incluida a pesar de siempre mirar al resto del mundo como si no le importara nadie.Sabía que detrás de su fachada de chica mala hay una niña muy dulce.La tarde pasó con rapidez en la cafetería y se siente un ambiente ligero a partir de que Celeste se fue.Todos lo hemos notados así que hacemos nuestro trabajo lo mejor que podemos.De vez en cuando siento la mirada penetrante de Leo encima de mí erizándome la piel.No tengo ni la menor idea de cómo lo logra pero lo hace.Me muerdo el labio inferior entrecerrándolo con mis dientes ligeramente ansiosa por los sentimientos que despierta en mi pero que me enfoco por ignorar.No puedo ni siquiera imaginar que Leo me guste un poco porque es absurdo.Él no es nadie.Apenas tiene Black Cat.Además por lo que sé, cuando no está aquí está haciendo carpintería.Lo supe porque una vez escuché a Delia decirlo, que le había hecho una
— ¿No puede haber nadie más que me entrene, como Celeste? —se quejó Sienna y por primera vez en mi vida estoy de acuerdo con esa niña mimada.Cuando Leo me dijo que lo ayudara a entrenar a la nueva jamás pensé que se tratara de Sienna.Esa chica me odia desde el primer día que me conoció y lo peor es que no entiendo el porqué.Pienso que es como una encarnación del mal.Es dulce y cariñosa con su tío pero en cuanto este se va ella es otra.Me saca de quicio además de que se llevaba bien con Celeste.En su defensa Celeste engaña a las personas para usarlas y cuando estas no hacen lo que ella quiere finalmente saca sus uñas.Lo único bueno es que ya no la veré más.Lo malo es que está Sienna en su lugar, no salgo de una para entrar en otra.—Celeste ya no trabaja aquí Sienna, no sé porqué no quieres que Melissa te ayude pero lo hará —afirmó él separándose de nosotras—. Ve a ponerte los patines.Sienna asintió no muy conforme pero fue a buscarlos mientras que él me lanzaba una mirada que
—Oh, veo mucha tensión sexual ahí —dijo Greg susurrándome al oído y yo me aparté de él entornando los ojos.Le encanta molestarme.A veces creo que vive para eso.—Niño, no sé de qué me estás hablando.Miento evidentemente ayudando a limpiar la mesa que recientemente han desocupado.—Mujer, sí que lo sabes.Puede verse a kilómetros como él se muere por ti y tu por él.La afirmación de Greg lejos de desagradarme hace que mi vientre se apriete y el cosquilleo ya conocido volviera.Algunas personas podrían llamarlo el aleteo de mariposas.Yo traté de confundirlo con náuseas aunque fueran tan distantes como la luna del sol.—Cierra la boca.Estás alucinando —le dije chasqueando mi lengua para después entrecerrar los ojos y girarme a tomar un nuevo pedido.—Sabes que yo tengo la razón —susurró pasando por mi lado Greg.Bufé por lo bajo y seguí en mi trabajo.Una que otra vez ayudé a Sienna en cosas que no sabía pero terminaba ignorándome y haciéndolas por su cuenta cosa que me irritaba de
Después de salir del trabajo me fui de inmediato a casa para alistarme para esta noche pero al entrar en la casa me di cuenta del desorde esta.La molestia palpitó en mi cabeza pero dejé escapar un suspiro y coloqué mi bolso sobre el mueble y comencé a arreglar todo.En cuanto terminé me fui a mi habitación.Afortunadamente mi tía aún no llega.Saqué un vestido de imitación que casi parecía real —el mismo que mi tía que me había dado especialmente para esta noche— y lo admiré en silencio.Es precioso aunque algo atrevido para mi gusto.De todas maneras tenía que usarlo.Lo dejé sobre la cama y me fui hasta mi baño donde me desnudé mirándome al espejo recorriendo con mi mirada cada detalle.El gimnasio me ha servido para tonificar mi abdomen y mis piernas haciéndome lucir mucho más sexy pero de alguna manera no me hace sentir muy bien que mi futuro esposo sólo esté interesado en mi cuerpo.A los hombres ricos les gustan las mujeres tontas y yo no soy eso pero trato de fingirlo frente a
—Buenas noches a todos —murmuré antes de que Greg abriera una silla para mi y me sentara en esta bajo la mirada fulminante de Sienna.Ella siempre me ha odiado pero puedo sentir la evidente tensión esta vez y también sé porqué.Es evidente que Greg le gusta.Pero debería saber que su problema no es conmigo sino con Gine.A pesar de que los dos estén siempre molestando al otro, siempre he creído que están enamorados.A pesar de que sus personalidades son contrarias.Gine, seria, malhumorada, de pocos amigos a quien no le gusta salir demasiado.Greg es todo lo contrario, burlón, divertido, coqueto por naturaleza, ama las fiestas y a las chicas, y las chicas obviamente lo aman a él.Es todo un badboy.Creo que lo único que tienen en común es que a ambos les gusta vestir de negro.Ellos en ocasiones se miran de una manera tan intensa que incluso puedo sentirlo yo misma.Supongo que los opuestos se atraen.Poso mis ojos en la sobrina de mi jefe que si sus ojos tuvieran el poder de convertir